SINIESTRO

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WINTER, PRESENTE.

El concejo estaba reunido, y yo jugaba con el cuchillo sobre la mesa de roble levantando astillas con toda la ira que tenía contenida. Sabía que algo estaba mal tan pronto como entre a la habitación, el sonido de mis zapatos de tacón callaron las voces de todos. Y desde entonces, estoy esperando que alguno tenga la valentía de hablar pronto.

—Habla ya.

Le ordené a Henry quien buscaba la mirada de mi padre e incluso de Dominic.

—¡Habla ya, joder!

Mi cuchillo clavó su hoja en la madera tan profundo que se sostuvo por sí solo. Supe por su expresión que me temían y no me importó.

—Secuestraron a Harry.

Mi amiga rompió en llanto, mi padre se llevó la palma de su mano al corazón y mi cuerpo cayó nuevamente en la silla, en silencio.

Van a morir, van a morir.

—¿A qué te refieres con que lo secuestraron?

Me pongo de pie, caminando por la habitación.

—Estaba en el sótano. Vi unos hombres que se lo llevaban y yo me encontraba solo. Tenían una arma en su cabeza, si lo hubiera intentando, estaríamos muertos ambos.

—¿Cómo conocían las cárceles y la salida del sótano? Solo sabemos la salida y entrada, nosotros. La familia real.

En mi cabeza se sembró una duda, un mal presentimiento. Además de lo obvio. Mis amigos y familia me observaban como si yo fuese una granada de la que se pudiera perder el seguro en cualquier momento. Pero no iba a hacerlo, toda la rabia que tenía contenida tendría una descarga y podía jurarlo.

Envié a todos los soldados del palacio a recolectar pruebas y pase horas ideando un plan pero no había ninguno que fuese efectivo.

La primera semana tras el secuestro de Harry estaba enfurecida, amenace con asesinar a todo el ser humano que me estorbara. Pero aún así no habían noticias.

Caminé por la habitación de Harry con las lágrimas empapando mis ojos, joder dónde estás.
En su escritorio yacía una carta a medio escribir, el tintero seguía mojado.
Me senté un buen rato en su cama atrayendo a mi el olor de su colonia. Recordandolo. Mis ojos llenos de lágrimas notaron una pequeña foto colgada usada como separador de un libro. Me acerqué a ella y sonreí con amargura.

Mi cabello oscuro con más largo de lo normal por la obra de Rapunzel. Con mi príncipe admirandome. Tal y como debía ser, una chica ordinaria enamorada de un chico extraordinario.
El sueño me duró muy poco. Según lo recuerdo.
Abandoné la habitación y limpié mis lagrimas.

—Henry, llama a todo el pueblo, tengo un anuncio. En dos horas.

—¿Winter, estás segura?

—Por supuesto.

Dos horas más tarde estaba de pie sobre el podio, las personas me observaban extrañadas. Pues no traía ni mi tiara ni mis vestidos característicos. Vestía mi traje negro de piel y mi cabello trenzado. Esto era una jodida guerra.

—Me han quitado mucho. Me han quitado sueños, me han quitado alegrías, me han arrebatado el respeto y la dignidad. Pero seguro que ninguno de ustedes supo que al quitarme tanto, también me arrancarían el miedo—. El pueblo no modula, todos permanecen callados y expectantes—. Entraron al hogar de mi familia y se llevaron un pilar de ella. Así que, ¿Que es lo que quieren? ¡Vengan por ello ahora! Aquí estaré esperándolos, no son competencia para mí. No tienen idea de cuánta sangre estoy dispuesta a derramar para recuperarlo.

Le di la espalda a mi pueblo y me adentre en mi palacio.
No estaba dispuesta a dejar que nadie pasará por encima de mí, nunca más.

—¿Qué hiciste, invitaste a los secuestradores a nuestro hogar?

La voz de mi progenitora sonó como uñas en un tablero. No había nada que odiase más que su voz, me recordaba a todo lo que tuve que renunciar para algún día ser perfecta para ella.

—Eres libre de irte a cualquier lugar donde estés libre de peligro.

Sus pasos me siguieron.

—Te sientes muy poderosa ahora, ¿Pero te sentirás así por mucho tiempo? Lo dudo.

Confronté su rostro con una sonrisa de suficiencia.
Batió sus pestañas largas para mí y yo solo ví una mujer que odiaba. Profundamente.

—Retame. No tengo miedo de mostrar mi fuerza. Tal y como me entrenaste, madre.

Su risa se borró. Y siguió su camino con sus ruidosos tacones amenazando con romper el mármol.

Mi razonamiento estaba des equilibrado, en este momento solo pensaba en él. En lo duro que era para mí chico permanecer lejos de su familia, jamás lo haría. Nos amaba.
Incluso a mí, la persona que más lo había lastimado en el mundo.
Vuelvo a las celdas y reparo cada una de ellas, veo la roca fría y húmeda a causa de las lluvias y el mal drenaje de este sótano. Camino hasta la salida de las celdas, es un camino hasta el fondoso bosque que rodea el castillo, la puerta desde afuera esta encubierta, nadie sabe que está ahí y la única manera de salir y entrar es por medio de la puerta grande del palacio, Harry y yo escapabamos por esta puerta todo el tiempo, pero nunca llegamos a ir más allá del río en el bosque. Al abrir la luz acaricia los gélidos calabozos.
Mi cuerpo en el marco de la puerta oculta un poco del sol, mi cuerpo se mueve para evitar el poderoso rayo, pero aunque mi vista este nublada por la luz un destello en el suelo rocoso llama mi atención. Dejó la puerta abierta y me acerco a el pequeño destello. Es pequeño y no tan brillante cuando lo agarro en mis manos. Una mancuerna.
Con un símbolo en ella, sonrío con una puntaza en el corazón cuando mis ojos notan el copo de nieve que está marcado en ella. Mi intuición me dice que me adentre al bosque, el medio día apenas comenzó y la luz me lo permite. Así que agarro una capa de la bodega del calabozo, una caja de cerillos y una linterna y me voy. Soy silenciosa y precavida con el suelo.

Avanzó y entonces veo un rastro de sangre, pequeñas gotas un poco borrosas por la poca agua que se había filtrado por el fondoso bosque, Pero sin duda eran puestas aproposito. Seguí el rastro hasta la orilla del río y movida por la adrenalina seguí caminando hasta que encontré la segunda mancuerna. Joder si, era él. Estaba segura. Entonces a lo lejos ví una torre en ruinas. Con un guardia armado en lo que quedaba de la puerta. Caminé sigilosamente para no ser vista y cuando más personas aparecieron me lancé al suelo siendo cubierta por una gran capa de pasto y maleza. Cómo último acto de inteligencia absoluta, una piedra con una parte filosa cubierta por el líquido rojo que había encontrado en el camino.

Y entonces mis ojos vieron lo que pasaba, mi alma cayó al suelo.

LA ELEGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora