9.

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— ¿Familia?— repetí con ironía.— Según lo que sé mi familia me abandonó; mi propia madre intentó matarme, mis familiares se alejaron de mi por miedo y la única persona que siempre me cuidó está muerta. ¿Por qué querría ser parte de una "familia" que ni siquiera tiene motivos para quererme o cuidarme?— mi voz tomó un tono ahogado a medida que un nudo de angustia crecía en mi garganta.

— ¿Quién dijo que no los tenemos?— cuestionó. Al no encontrar una respuesta precisa me limité a apartar la vista, apretando mis párpados para contener las lágrimas. Me sobresalté al sentir unos cálidos y reconfortantes brazos rodearme, y abrí los ojos para ver a Jason abrazándome. Me quedé quieta al no saber cómo responder a su afecto.

— ¿Por qué?— murmuré. Él me observó, esperando a que clarificara mi pregunta.— ¿Por qué me ayudas?— aclaré. Sin soltarme, alzó los hombros.

— Sé lo que es sentirse solo, sentir que no perteneces a ningún lugar y que nadie querrá acercarse a ti. Pero no lo estás, Kayla. Estoy aquí y no me iré a ningún lado.— aseguró. Yo lo miré a los ojos en silencio unos segundos antes de recargar mi cabeza en su pecho, sintiendo la calidez que emanaba de su cuerpo envolverme como una manta.

— Gracias, Jason.— susurré, cerrando mis ojos momentáneamente para descansar de toda la frustración que mi nueva situación me producía.

|• • •|

Abandonamos la sala de entrenamiento en cuanto la noche cayó y me dirigí a tomar un baño para remover el sudor que el entrenamiento me había provocado. Cuando estuve vestida con la ropa que Jason me había prestado, presioné la toalla contra mi cabello una vez más para secarlo lo mejor posible y la dejé en su lugar en el baño. Caminé hasta la sala de estar con el fin de buscar algo para hidratarme. Vi a Gar sentado en el sofá, y supe que estaba perdido en sus pensamientos al no emitir sonido ni voltearse al escuchar mis pasos. Después de servirme jugo en un vaso me acerqué a él y me dejé caer sobre el sofá, captando su atención.

— ¿Qué sucede?— pregunté mientras subía mis piernas sobre el sofá y las apretaba contra mi pecho, sujetándolas con mis brazos.

— ¿Con qué?— inquirió, aparentando sonar desconcertado, pero tuve la sensación de que lo hacía para evadir responder.

— Tú dime, desde que llegué aquí nunca te he visto solo y sin hablar.— empleé un tono de broma para no sonar descortés, pero ambos sabíamos que era verdad. Gar dejó entrever una triste sonrisa antes de suspirar.

— Discutí con Rachel.— respondió finalmente. Yo formé una expresión de asombro ante la idea que aquel comentario me daba.

— Oh, ¿tú y ella son...?— evité la palabra que rondaba mi mente para dejar que él respondiera.

— No, solo somos amigos.— aclaró. Yo asentí con la cabeza.

— Pero te gusta.— dije pasados unos segundos.

— ¡Claro que no!— se apresuró a negar. Yo alcé una ceja, indicando que no me tragaba esa mentira. Él suspiró nuevamente.— Tal vez si.— admitió.

— ¿No se lo has dicho?— pregunté.

— ¿Con qué fin? Sé que no tengo posibilidades.— respondió apenado.

— ¿Cómo lo sabes?— lo miré.

— Solo lo sé.— evadió la verdadera respuesta.

— ¿Cómo?— insistí. Él se tomó su tiempo para responder.

ᴍᴏɴsᴛᴇʀs |JASON TODD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora