30.

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— No te voy a dejar aquí.— me mantuve firme, tragándome mis lágrimas. Noté como lentamente cerraba los ojos y se dejaba caer al suelo. El miedo comenzó a apoderarse de mi.— No, Jason, no te rindas.— ya no me molesté en evitar llorar y me arrodillé a su lado.— ¡Jason! ¡Despierta, por favor!— exclamé. Casi como en un déjà vu, sentí que estaba reviviendo la muerte de mi padre, lo cual me paralizaba. Volteé a ver al resto del grupo con la intención de pedir ayuda, pero aún estaban ocupados intentando detener a Deathstroke. Devolví mi atención a Jason y sacudí sus hombros.— ¡Lo prometiste! ¡Prometiste que no me dejarías sola!— hablé, esperando que oír eso milagrosamente le hiciera reaccionar, pero no obtuve resultado alguno. Apoyé mi frente en su pecho, llorando y sin saber qué hacer.— No me dejes, te necesito.— murmuré. Repentinamente la voz de Sybil resonó en mi cabeza, recordándome lo que había dicho; "no te resistas a tus poderes, úsalos para el bien". Algo dentro mío me impulsó a sostener mis manos por encima de su cuerpo, lo cual hice. Tenía miedo; miedo de no poder controlarme, pero la sola idea de perderlo me aterraba mucho más. Tomé una buena cantidad de aire para relajarme y cerré mis ojos. No sabía exactamente qué era lo que tenía que hacer, por lo cual simplemente dejé la energía que recorría mi cuerpo fluir. Sentí un cosquilleo surgir en mis manos, pero no abrí mis ojos hasta que éste se detuvo. Oí a Jason toser, por lo cual lo miré, incrédula de lo que había hecho. Él se sentó con esfuerzo y me observó.

— ¿Qué pasó?— preguntó. Yo simplemente reí con incredulidad al no saber cómo explicar lo sucedido.

— Debemos irnos.— ordené, cayendo en la realidad. Lo ayudé a levantarse y ambos corrimos hasta salir de la estación del metro. Una vez fuera nos detuvimos para esperar al resto, como Dick me había indicado que hiciera antes de venir.

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Apenas llegamos a la torre yo me apresuré a buscar el kit de primeros auxilios para asegurarme de que todas las heridas de Jason se curaran apropiadamente. Volví a la sala de estar y me acerqué al sofá, donde él estaba.

— Debes sacarte el traje.— pedí. Él se levantó y se dirigió a su cuarto, volviendo unos minutos más tarde con uno de sus pantalones deportivos y una camiseta en su mano. Yo me acomodé en mi asiento, algo inquieta al verlo sin camiseta. Él volvió a sentarse donde había estado previamente y yo tomé el recipiente del desinfectante, humedeciendo un pedazo de algodón con éste.— Puede que esto te duela.— avisé, acercándome. Él sonrió ligeramente.

— He aguantado cosas peores.— habló en tono tranquilo. Yo lo miré unos segundos antes de llevar cuidadosamente el algodón a su herida. Sorprendentemente, tal como lo había dicho, no se inmutó ante el efecto del alcohol en su herida. Yo limpié esta, aún con delicadeza por si acaso. Reemplacé el algodón cubierto en sangre por uno nuevo y repetí la acción en otro corte, aparentemente no tan profundo. Tomé otro pedazo más de algodón para los pequeños cortes en su labio y por encima de su ojo. Cuando su piel se encontraba libre de sangre, tomé una venda y la coloqué sobre la herida más profunda, a un costado de su torso. Me dispuse a levantarme para devolver el kit a su respectivo lugar, pero me detuve al oírlo llamarme.

ᴍᴏɴsᴛᴇʀs |JASON TODD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora