82.

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Cada centímetro de mi cuerpo estaba adormecido como resultado de la considerable cantidad de alcohol que había consumido, lo cual provocó que tuviera que esforzarme para poder levantarme. Caminé con pesar hacia las escaleras y subí estas hasta llegar a la terraza de la Mansión Wayne. Estaba determinado a hacer lo que había meditado durante la última semana que había pasado desde que había perdido a lo único que me había hecho aferrarme a la miserable vida que tenía. Solté la botella de whisky que llevaba en mi mano, sin preocuparme por ésta rompiéndose al impactar contra el suelo y me acerqué al borde de la terraza, parándome sobre éste y observando el cielo celeste completamente despejado de nubes.

— Lo siento.— murmuré, queriendo convencer a mi mente que de alguna forma Kayla podría estar oyéndome.— Sabía que no te merecía, sabía que merecías algo mejor de lo que yo podía darte, pero aún así fui egoísta. Me negué a apartarme de ti y éste fue el resultado.— sentí una lágrima descender por mi mejilla, pero mi rostro se mantuvo serio.— Creías que tú eras la que debía mantenerse alejada, que tú eras la que me haría daño, pero no fue así.— hablé tras recordar la discusión que habíamos tenido aquella vez en la torre.— Te dije que la única forma en que podías herirme era no tenerte a mi lado. Ahora sé que estaba en lo correcto.— asentí con la cabeza lentamente. Inhalé profundamente y exhalé con fuerza, espabilando mi mente de cualquier duda que planteara con respecto a lo que estaba a punto de hacer.

— ¿Esto no es ser egoísta también?— oí a Bruce hablar detrás mío, pero yo mantuve mi vista hacia adelante.

— ¿Por qué habría de serlo? Nadie me extrañará de todas formas.— respondí a su pregunta.

— ¿Realmente crees eso?— cuestionó. Sabía que la intención detrás de sus interrogantes era hacerme cambiar de opinión, lo cual no estaba dispuesto a hacer.

— No lo creo, lo sé.— aseguré.

— ¿Crees que yo no te extrañaría?— insistió, y yo le oí dar unos pasos en mi dirección.— ¿Crees que tu amigo Garfield no te extrañaría? ¿O Hank? ¿O Dawn?— continuó.— ¿O Dick?— añadió. Yo reí con ironía ante la mención del último.— No importa lo que creas o quieras creer de Dick, eso no cambia el aprecio que él te tiene.— aseguró. Yo no respondí; no quería involucrarme en la conversación, sabiendo que existía la posibilidad de que de hacerlo, cambiaría de opinión.— ¿Crees que Kayla te dejaría hacer esto?— prosiguió. Yo no pude evitar cortar su diálogo ante la mención de mi novia.

— Kayla no está aquí.— le recordé en tono seco.

— ¿Eso significa que debes deshonrarla?— insistió. Nuevamente guardé silencio, pero esta vez se debió a que sabía que tenía un punto en aquello.— Aléjate del borde, Jason.— pidió.— Puedes insultarme, puedes golpearme, puedes irte, puedes descargarte de la forma que quieras. Pero no hagas esto. No es lo que Kayla querría, ni lo que nadie que realmente te conozca querría.— aseguró. Yo observé los edificios de Gotham a la distancia, oyendo cada ruido de la ajetreada ciudad a la perfección, como si mi audición se hubiera aumentando repentinamente. Una vez más respiré profundamente, debatiéndome sobre dar un paso y acabar con el sufrimiento o alejarme e intentar seguir con mi vida, aún sabiendo que jamás volvería a ser igual, y que la auténtica felicidad que había tenido la suerte de conocer mediante la chica que se había adueñado completa y eternamente de mi corazón nunca se repetiría.

ᴍᴏɴsᴛᴇʀs |JASON TODD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora