25.

3K 256 2
                                    

No me había percatado de la cantidad de horas que habían pasado hasta que no vi el cielo nocturno a través de la ventana de la sala de entrenamiento. Tomé mi toalla y la presioné contra mi rostro, quitando las gotas de sudor de éste. Al igual que todos los días durante las últimas tres semanas, tomé una ducha y me dirigí a mi cuarto con el fin de descansar para poder levantarme temprano. Esa era mi nueva rutina; levantarme, entrenar, bañarme y dormir. No me molestaba en hacer otra cosa, y ninguna otra cosa me motivaba de todas maneras. Me dejé caer sobre la cama y suspiré exhausto, pero sabía perfectamente que mi cansancio no se debía a la cantidad de horas que entrenaba, sino a mi falta de sueño. Trataba de ocupar mi mente todo el día en el entrenamiento, pero todas las noches, inevitablemente, no podía dejar de preguntarme por qué nunca podía ser realmente feliz. Me encantaba ser Robin, me alegraba haber encontrado en Bruce el padre que nunca había tenido, disfrutaba de mi libertad, pero siempre faltaba algo. No importaba qué o cuánto intentara, esa sensación de vacío no se llenaba con nada. Nada excepto Kayla. Me cubrí el rostro con mis manos al tan solo pensar en su nombre. No quería alejarme de ella, pero sabía que si ella no me quería cerca no podía hacer nada. Exhalé fuertemente una vez más antes de cerrar mis ojos y tratar de dormirme.

|• • •|

Mis nudillos comenzaban a enrojecerse debido al constante roce con el saco de boxeo, pero por alguna razón no podía sentir el dolor que eso debería provocarme, por lo cual no le di importancia.

— Necesitas descansar.— habló Dick detrás mío. Yo me volteé a verlo unos segundos antes de devolver mi atención al saco.

— Estoy bien.— respondí, golpeando el saco cada vez con más fuerza.

— No, Jason, no lo estás.— negó él. Yo rodé los ojos y nuevamente lo observé.

— ¿Qué quieres?— pregunté con exasperación.

— ¿Por qué no hablamos?— sugirió, ignorando mi tono enfadado.

— No hay nada de qué hablar.— me crucé de brazos.

— ¿Eso crees?— levantó las cejas.— ¿Entonces vas a negar que pasas todo el día aquí, desquitándote con el saco, porque simplemente no quieres hablar de lo que tu pelea con Kayla te hace sentir?— cuestionó.

— ¡No hay nada de qué hablar!— repetí, elevando más la voz.— Kayla no me quiere a su lado, debo aceptarlo y seguir adelante, eso es todo.— añadí en un tono más calmo.

— ¿Eso es todo? ¿Así de fácil vas a rendirte?— se acercó a mi. Yo cerré los ojos y apreté mis puños, tratando de mantener a raya mi enojo.

— Aléjate, Grayson.— murmuré con firmeza.

— El Jason que conozco nunca se rendiría.— continuó.

— No me conoces en absoluto.— negué, abriendo mis ojos y mirándolo seriamente.

— Mucho menos ante algo que ama.— una vez más ignoró mis palabras. Yo aparté la vista, pensando qué responder a eso pero, en cambio, me limité a alzar mi puño para golpearlo. Él frenó mi brazo con el suyo y ladeó la cabeza.— No lo hagas, no quiero pegarte.— pidió. Yo solté una risa irónica ante esa típica línea vanidosa y levanté mi otro brazo, nuevamente siendo detenido por el suyo.— Jason.— llamó.

— ¡Déjame en paz!— grité, empujándolo con el fin de arremeter contra él. Dick sujetó mi brazo por detrás de mi espalda, impidiéndome moverme. Yo solté un quejido de dolor.

— Solo estaba tratando de ayudarte. Piensa en lo que te dije.— habló antes de soltarme. Me llevé una mano al hombro, masajeándolo levemente para alivianar el dolor mientras lo veía alejarse.

ᴍᴏɴsᴛᴇʀs |JASON TODD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora