41.

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Mi mente entró en un trance tras cerrar mi última maleta, por lo cual me quedé observando ésta y preguntándome en qué momento había sido arrancada de mi anterior vida y tenido que madurar lo suficiente como para empezar una nueva en una ciudad completamente diferente y que me daba mala espina. A su vez, esto me llevó a preguntarme por qué, después de casi dos semanas, había cedido a ir allá.

— Hey.— la voz de Jason me hizo reaccionar, y yo me volteé a verlo.— ¿Ya estás lista?— preguntó. Yo asentí con la cabeza y tomé mis dos maletas, las cuales hace no muchos meses atrás había traído con el mismo contenido desde mi casa hasta la torre. Suspiré y caminé hasta la sala de estar, arrastrando ambas maletas detrás mío. Las dejé frente al elevador antes de acercarme una última vez a la ventana que daba una hermosa vista de la ciudad. Sentí los brazos de Jason rodearme por detrás.

— Espero que tengas razón con respecto a esto.— hablé, más bien para mi misma.

— Todo saldrá bien.- aseguró, y sentí sus labios acercarse a mi oído.— Estaremos bien.— murmuró antes de depositar un beso en mi mejilla. Yo no pude evitar sonreír ante su gesto y volteé a verlo.

— Solo tú podrías convencerme de hacer una locura como esta, Todd.— bromeé para intentar sacudirme las malas vibras. Él levantó los hombros con falsa indiferencia.

— En ese caso, ambos estamos locos.— respondió. Yo negué con la cabeza, aún sin perder mi sonrisa, y me estiré para besarlo. Cuando nos separamos, él unió nuestras frentes.— Ya debemos irnos.— susurró. Yo emití un sonido de aceptación, y él me dió otro fugaz beso antes de tomar las cuatro maletas y el bolso de mano que contenían todas nuestras pertenencias y llevarlas al elevador. Yo me acerqué a Gar, quien nos miraba con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

— Realmente odio dejarte solo.— admití con pena y un dejo de frustración. Él hizo un gesto de mano para restarle importancia.

— No te preocupes, estaré bien.— me aseguró.

— Si necesitas algo...— me dispuse a repetir la frase que le había dicho desde el primer instante en el que había accedido a mudarme a Gotham, pero él me interrumpió.

— Los llamo, lo sé.— terminó mi frase.— El lado bueno es que tengo varias opciones para llamar si necesito algo.— bromeó, haciendo referencia al resto del grupo, del cual no habíamos oído más nada. Traté de no demostrar lo mal que me ponía la verdad detrás de esa broma y me acerqué a él, abrazándolo con fuerza.

— Te extrañaré demasiado, Gar.— susurré. Él me correspondió con un cálido y sentido abrazo.

— Yo también.— admitió.— Pero no te preocupes, volverás a cansarte de mi cuando veas que te haré videollamadas todo el tiempo.— nuevamente bromeó, y una parte de mi rogó que eso terminara siendo verdad. Yo reí y me separé de él, entrando en el elevador junto a Jason.

— Resiste, chico bestia.— saludé con una sonrisa, notando la expresión de confusión ante mi apodo hacia él asomar en su rostro antes de que las puertas del elevador se cerraran. Cuando éstas se abrieron en la planta baja ambos caminamos hacia la puerta principal, saliendo a la calle inundada por el frío de la mañana. Yo me quedé en silencio mientras veía a Jason levantar su brazo para frenar un taxi. El conductor del coche bajó para ayudarlo a subir nuestras maletas en el portaequipajes, y una vez que todo estuvo guardado, Jason abrió una de las puertas traseras y se apartó para indicarme que subiera, lo cual hice. Casi todo el trayecto hasta el aeropuerto transcurrió en silencio, por lo cual yo me limité a observar una última vez cada esquina de la ciudad en la que había nacido, y que ahora que había crecido mis ojos la veían completamente distinta.

ᴍᴏɴsᴛᴇʀs |JASON TODD|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora