Taste in men

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Acabo de despertarme y solo siento una enorme resaca: la cabeza me da vueltas y tengo la garganta tan seca que se me pega la lengua al paladar antes de poder siquiera intentar decir cualquier cosa. Reconozco enseguida el sabor que todavía permanece en mi boca. Mierda, otra vez.

Abro los ojos y mis sospechas se confirman. No estoy en mi habitación, no sé dónde estoy, pero hay un chico durmiendo a mi lado. Decido observarle dormir durante un rato intentando acordarme de lo que pasó ayer. Vaya, sí que es guapo... punto para mí.

Entonces lo recuerdo:

La noche anterior había ido a un concierto de rock indie en un barrio de mala muerte de mi ciudad. La gente se estaba drogando debajo del escenario, mezclándose con los que ya se habían drogado, y bailaban como si su cuerpo fuera algo inmaterial y no les perteneciese. Me encanta esa clase de ambiente, me hace sentir como fuera de este planeta. Fue entonces cuando vi a este tío separando a dos chicos que se estaban pegando y me acerqué a preguntar qué pasaba. Supongo que en realidad no me importaba, porque enseguida empecé a meterle mano y me lo llevé debajo del escenario, donde se la chupé como nunca se la han chupado, de eso estoy seguro (De ahí el sabor). Luego me dijo que fuéramos a su casa a acabar la faena y... bueno, aquí estoy, desnudo en la cama de ComoSeLlame.

Me levanto intentando no despertar a ComoSeLlame y me visto rápidamente, dando por perdido uno de mis calcetines. Pero justo antes de salir por la puerta me detiene su voz.

-¿Te vas? -pregunta desperezándose. Puedo ver todo su cuello y parte de su torso cubierto con las marcas de mis labios... A veces me cuesta contenerme.

-Sí... gracias por dejarme dormir aquí.

-Puedes quedarte un rato más si quieres.

-Lo siento, pero no puedo... gracias otra vez.

Entonces me doy la vuelta y salgo corriendo de ese apartamento. Me encantan los líos de una noche, pero las despedidas siempre son incómodas, sobre todo cuando el otro quiere que te quedes más, o peor... que le des tu número de teléfono.

*

Hoy es un gran día. Me ducho y me pongo ropa limpia, me tomo un buen café acompañado por una aspirina y, una vez superada la resaca, salgo de casa de mi hermana para hacer los últimos trámites de la matrícula de la universidad.

Empiezo la semana que viene y estoy impaciente, pero lo mejor es que me voy a ir a vivir a un piso de estudiantes con otros dos universitarios o universitarias completamente desconocidos. Ya tengo hecho el equipaje y a partir de esta noche puedo entrar al nuevo apartamento.

Sinceramente espero que no sean chicos y, de serlo, espero con toda mi alma que sean feos o imbéciles, porque me conozco demasiado bien y sé que soy malo conteniéndome en cuanto a chicos guapos se refiere...

Una vez hecha la matrícula vuelvo a casa de mi hermana a buscar mis maletas y a despedirme de ella, ya debe haber llegado del trabajo.

-¡Susiii! ¿Estás en casa? ¡Me voy en media hora! -grito al entrar y ver que no hay nadie en el salón, entonces oigo abrirse el cerrojo del baño y unas pisadas bajando las escaleras.

Mi hermana Susana tiene 25 años y trabaja como profesora de guardería. Vive en esta casa con su novio, así que quería irme lo antes posible para dejar de ser una molestia. Es por esto que accedí a lo del piso de estudiantes, pues tengo algunos ahorros de haber trabajado como camarero este último año.

-¡Cris! ¿¡Cómo se te ocurre dormir fuera y no decirme nada!? -grita poniendo una cara exagerada de decepción, supongo que intentando parecer seria y no reírse.

-Deberías saber ya que me cuesta salir de fiesta sin acabar en casa de alguno. -la verdad es que últimamente esto se ha repetido con demasiada frecuencia, pero tengo la intención de serenarme en cuanto empiece la carrera.

-Estás enfermo...-me regaña aguantando la risa.

-No puedo evitar ser irresistible. -digo encogiéndome de hombros y ella ya no se molesta en pretender estar seria. Suelta una pequeña carcajada mientras me da un puñetazo en el hombro.

-Se te va a caer el "asunto" de tanto usarlo.

-¿Eso le dices a los niños?

-Muy gracioso... venga que te ayudo con las maletas.

Vivo con mi hermana desde que mis padres me echaron de casa al saber que me gustaban los chicos. Bueno, en realidad fue mi padre el que me echó, pero mi madre siempre ha sido demasiado cobarde y sumisa como para expresar su opinión. Lo bueno es que siguen manteniéndome y han accedido a pagarme los estudios a cambio de que reconsidere mi orientación sexual. Sé que suena estúpido, y lo es, pero simplemente tengo que estar seguro de no volver a cometer el error de ser sincero con ellos y todo irá bien.

-No llores, tontita, que estoy a una hora de aquí... Además, no pienses que vas a perderme de vista tan fácilmente. Pienso venir de visita un montón. -tranquilizo a mi hermana tras advertir cómo las lágrimas se forman poco a poco en sus ojos.

-Vale... pues vete ya, que no me gustan las despedidas, ya lo sabes.

-Está bien... gracias por todo, Susi. Te quiero mucho. -entonces le doy un beso en la mejilla y salgo por la puerta rumbo a la estación de autobuses.

*

Ya he llegado a la cuidad donde voy a estudiar y me encuentro de camino a mi nuevo apartamento. Le estoy dando vueltas a que durante el viaje de autobús unas chicas han estado intentando ligar conmigo y no es la primera vez que me ocurre algo así últimamente. Ya sé que soy guapo y que tengo un cuerpazo (modestia ante todo) además el pelo negro combina bien con los ojos azules, pero ¿A caso no se nota que soy gay? Es decir, llevo una camiseta en la que pone "Nancy Boy" y literalmente hay dos chicos besándose en ella.

Una vez leí que a muchas chicas les ponen los gays, en plan fantasía platónica... supongo que es cierto. En momentos como este envidio a los bisexuales. No digo que si ahora se me presenta una chica preciosa desnuda y se empieza a restregar contra mí no me pusiera algo cachondo, pero no se puede ni comparar a la reacción que me produce el cuerpo de un chico atlético, con la espalda ancha, las manos mágicas y una sonrisa que dice "voy a poseerte aquí y ahora, da igual si te resistes"... O el cuerpo firme pero delicado de un chico inexperto con cara de ángel y unos ojos inocentes que dicen "poseeme aquí y ahora, da igual si me resisto"...

Mierda, ahora me he puesto cachondo. 




Todos mis Chicos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora