Tuyo para siempre (I)

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Pasaron casi dos meses felices antes de que todo comenzara a derrumbarse.

Durante ese tiempo que transcurrió después de su primer te quiero y de mi primera vez, David me invitaba con cada vez más frecuencia a salir con sus amigos, los cuales se habían convertido irremediablemente en los míos también, y cada vez más a menudo nos escapabamos al claro del bosquecillo para estar juntos. Su actitud distante seguía estando ahí, pero sus besos cariñosos sin previo aviso y el tono dulce en su voz eran cada vez más frecuentes.

Me hallaba en una nube, le quería cada día más, amaba sus insultos, su crueldad, su sinceridad, pero sobre todo amaba la forma que tenía de hacerme sentir abandonado a propósito, solo para colmarme de cariño después y que de esa forma el alivio de no haberle perdido alimentara mi dependencia ciega hacia él. Su crueldad era lo que me mantenía alerta, no me permitía ni por un segundo replantearme lo que sentía e iba alimentando poco a poco ese amor tan intenso como dañino.

Tal como él había predicho, había sido mejor perder la virginidad pronto y con dolor, pues no tardé en comenzar a disfrutar cuando lo hacíamos, hasta llegar a un punto en el que me había vuelto completamente adicto al sexo anal y mis inhibiciones a la hora de hacerlo habían desaparecido por completo.

*

Era sábado por la tarde y David me había mandado un mensaje diciendo que se aburría y que si me apetecía ir a tomar algo al Molko's, de modo que ahí estábamos, sentados en una de las mesas bebiendo cerveza y sin apenas hablar. David no era la clase de personas a las que les importan los silencios incómodos, simplemente decía lo que le apetecía cuando le apetecía y no creo recordar haberle visto nunca incómodo. Aprendí a que no me importase estar con él en absoluto silencio, me gustaba quedarme mirándole todo el tiempo que quisiera sin que él se molestara lo más mínimo.

-Me gusta que ahora te pintes los ojos. -sentenció de pronto tras analizar mi rostro. -Te queda muy sexy.

-Solo lo hago cuando salgo contigo, si fuera a clase maquillado y enseñando el ombligo, mis amigos...

-Entonces no son tus amigos. -me interrumpió con rostro serio y autoritario.

-Supongo que no... -admití huyendo de la dureza en su mirada.

-¿No te ahogas encerrado en un armario tan pequeño durante tantísimo tiempo? -su voz adoptó de pronto un tono dulce y sentí ganas de abrazarle, pero no lo hice.

-Gracias a ti puedo ventilar de vez en cuando. Antes de conocerte me ahogaba... -respondí reprimiendo un suspiro de tristeza y profundo agradecimiento. Su rostro se volvió cálido, pero no tuvo tiempo a responder, pues apereció Nuria con las cervezas que habíamos pedido.

-Y esto es para la feliz pareja. -dijo con una sonrisa mientras ponía el contenido de la bandeja sobre la mesa.

-No somos pareja. -aclaró David volviendo a su tono impasible y me sentí perdido, pues la atmósfera de cariño se había disipado con la misma rapidez con la que había llegado.

-¿Y eso quién se lo cree, cielo? -insistió Nuria divertida.

-Pues tú no, por lo que parece. -hizo notar David devolviéndole la sonrisa.

-Bueno, engáñate todo lo que quieras, pero sé reconocer a dos tortolitos cuando los veo. -y se fue tras darme un tierno beso en la frente y dedicarle a David una mirada de autosuficiencia. Volvió a hacerse el silencio entre nosotros, pero esta vez no quise soportarlo.

-Si no somos pareja ¿Qué somos? -pregunté al fin mientras arrancaba la etiqueta del botellín nervioso.

-No se tú, nene, pero yo soy una persona. -respondió como si tal cosa.

Todos mis Chicos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora