Autobús de Huida

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Me despierto con una considerable resaca y, en el preciso instante en el que consigo enfocar la vista, aparece ante mí el rostro delicado y perfecto de Will, que duerme despreocupado. No lo había visto tan vulnerable desde el día que se quedó conmigo cuando estaba enfermo, parece algo irreal... y precioso.

Los recuerdos de la noche anterior me asestan una bofetada y me levanto casi violentamente. El principio de la noche está bastante borroso, pero todo lo ocurrido desde que entré en la habitación de Will está claro como una fría mañana de invierno tras una noche sin nubes.

Me visto en silencio sin despertarle y, antes de huir, le beso la frente con ternura, sin tener claro si volveré a ser su amigo o cualquier otra cosa parecida alguna vez... un nudo se va forjando en mi garganta tras este pensamiento y siento repentino pánico, pues creo que como no me vaya ahora mismo voy a ponerme a llorar.

*

Llego a casa sobre las diez de la mañana y Red e Ian están desayunando en silencio.

-Veo que ayer triunfaste. -comenta Red, pero no lo hace como cabría esperar, en tono juguetón y sarcástico, sino que parece indiferente o peor... molesto. Ian permanece mirando su desayuno como si no se hubiera percatado de mi presencia.

Esto es una mierda. Al final todo me ha explotado en la cara.

-Escuchad... voy a irme un día o dos a mi ciudad, necesito aclararme.

-¿Te pasa algo? -pregunta Ian algo preocupado.

-No... no lo sé, pero creo que os estoy haciendo daño y tengo que arreglar algunas cosas... -ya me da igual hablar libremente de mi relación con ellos estando ambos presentes, ya no es maduro este juego del escondite, ahora, muy a mi pesar, hay sentimientos en juego, incluyendo los míos.

-Cris... -comienza a decir Red algo triste, pero le interrumpo.

-Mi autobús sale en una hora, no tengo tiempo... perdonadme.

Me doy la vuelta y corro a mi dormitorio. Sé lo que necesito para el viaje. Meto en una mochila algo de ropa, un libro para el autobús y cierta carpeta vieja de dibujo que desentierro de un cajón. Luego me ducho y me pongo ropa limpia. En este rato se me ha conseguido abrir el estómago resentido por la turbulenta noche de ayer, de modo que me dirijo a la cocina y como algo antes de disponerme a salir por la puerta. Pero de pronto me siento mezquino y, como aún tengo diez minutos, llamo a la puerta de Ian antes de entrar sin esperar a que me invite.

-Me voy ya, solo quería despedirme. -estaba sentado en su escritorio estudiando y me mira con cierta tristeza enfadada.

-Ya te dije que estaba bien con lo que teníamos...

-Lo sé, pero ¿Hasta qué punto te estás engañando a tí mismo? -le digo acercándome a él con dulzura y sus ojos se apartan avergonzados, como intentando que no pueda ver la culpa que me da la razón.

-Solo quiero estar contigo... no me importa lo que hagas mientras vuelvas y nada cambie... -suelta de pronto casi al borde del llanto y me siento arder de tristeza y cariño.

-Ian... esto es mi culpa, en el fondo sabía que no me estabas diciendo la verdad, que sentías algo más, pero soy un egoísta y un salido, no puedo seguir así, tienes que entender... -no me deja acabar de hablar, de pronto me abraza con fuerza, como reprimiendo el llanto y yo no me siento capáz de decir nada que pueda hacerle llorar.

-No te vayas.

-Lo siento...

Y le devuelvo el abrazo antes de salir por la puerta con un nudo en la garganta.

Todos mis Chicos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora