Me despierto tarde una vez más, al principio solo me concentro en desperezarme, pero enseguida llegan a mí los recuerdos de ayer por la noche.
Mierda, es verdad...
Me levanto y enseguida oigo ruido en el salón. No sé bien cómo actuar frente a Ian, pero supongo que tengo que hablar con él e intentar que sea lo menos incómodo posible de ahora en adelante. Cuando reúno el valor suficiente para llegar al salón descubro que la persona que está sentada en la mesa del comedor desayunando no es Ian, ni siquiera es Red, es una chica delgada de pelo negro con cara de no haber dormido mucho.
-Hola... -saludo no sé a quién.
-Hola. -responde percatándose de mi presencia y sobresaltándose un poco. -Soy Sonia, la novia de Red... Tú debes de ser Chris, encantada. -me saluda con una amplia sonrisa a la que correspondo una vez he entendido la situación.
-Igualmente.
Entonces oigo la puerta del baño abrirse y Red sale de ella en calzoncillos, proporcionándome un fantástico espectáculo, mejor del que había imaginado. Está para esculpirlo en mármol... le tengo bastante envidia a la Sonia ésta, la verdad...
-Buenos días, parece que ya conoces a Sonia.
-Sí, muy guapa. -digo intentando que no se note mucho lo embobado que me he quedado mirándole. -Por cierto... ¿Ian dónde está?
-Se ha ido esta mañana pronto, parece que va a pasar el día por ahí con su novia.
-¿Su novia? -pregunto incrédulo al instante.
-Eso he pensado yo, pero no he querido decir nada... -dice Red con aire confidente. -¿Entonces lo de ayer no dio resultado?
-Al revés, parecía que se le habían quitado las dudas...
No voy a negar que alguna vez he hecho que un heterosexual, o alguien que se cree heterosexual, mejor dicho, se de cuenta de que es gay, pero al contrario... resulta un poco ofensivo.
-Seguirá confundido. -comenta Sonia para mi sorpresa. -Es que Red me lo contó ayer. -me aclara al darse cuenta de mi reacción.
-Supongo que tienes razón... -no puedo evitar soltar un suspiro. -No me he enterado de que has dormido aquí, por cierto.
-Cuando llegasteis ya estábamos dormidos. -me explica dedicándole una sonrisa a Red.
-Veo que lo pasasteis bien. -comento de manera intrigante señalando las uñas de Sonia, cuyo esmalte está todo levantado por la parte superior. -Apuesto lo que quieras a que si te das la vuelta tienes la espalda llena de arañazos. -le digo a Red.
Enseguida ella se sonroja y Red suelta una carcajada.
-Eres muy observador... -deja escapar Sonia mirándose las maltrechas uñas.
-Es la experiencia... -le sonrío mostrándole mis uñas, pues algunas están pintadas de negro. Ella deja escapar una risa melodiosa.
-Me cae muy bien tu compañero de piso, Red.
-Sí... es bastante peculiar. -contesta Red con una sonrisa mirándome de reojo, pensando que no me he dado cuenta.
-¿Peculiar? -comento desafiante y Red se encoje de hombros (y vaya hombros).
-Voy a ducharme. Chris, cuídala. -me dice Red refiriéndose a su tremendamente afortunada novia.
-Claro... vamos, voy a pintarte bien esas uñas. Solo tengo negro, espero que no te importe. -le digo con una amplia, pero no demasiado falsa, sonrisa.
Modo amigo gay activado. A las chicas les encanta.
-Negro es perfecto. -sentencia devolviéndome la sonrisa encantada.
*
Al cabo de un rato, Red sale de la ducha y ambos se van por ahí a comer, así que me quedo en casa. Ahora mismo me siento muy solo; no tengo nada que hacer, así que me pongo a dibujar.
Han pasado casi tres horas y se me ha olvidado hasta comer. Al principio quería continuar el cómic que le enseñé a Red, para darle una sorpresa, pero no se me ha ocurrido como seguir. De modo que ahora me encuentro contemplando mi obra.
He dibujado un samurái visto de espaldas. En la mano derecha lleva una katana manchada de sangre, que alza en señal de victoria, y con la otra mano retira la parte de arriba de su traje, dejando al descubierto una musculosa espalda (ligeramente inspirada en la de Red, he de confesar) con un enorme dragón asiático tatuado en ella, igual que uno de mis tatuajes. Creo que solo voy a darle color a la sangre y al dragón y el resto voy a trabajarlo en tonos grises y azulados... Pero eso después de comer algo.
Son las siete de la tarde cuando Red entra por la puerta de mi habitación con aire jovial.
-¡Hola, Chris! ¿Qué dibujas?
Todavía no me he acostumbrado a que se pasee por mi cuarto como si nada, sin ni siquiera llamar a la puerta. Pero la verdad es que aunque lo intente, no me sale enfadarme con él.
-Vaya, te veo contento. -contesto concentrado en dar los últimos toques de luz al "cuadro".
-¿Lo has hecho hoy?... es increíble. -dice asombrado y se acerca para observar más detenidamente.
-Sí... me aburría. Gracias, por cierto. -le digo sin prestarle mucha atención. -¿Qué tal la tarde romántica?
-Bien, bien... Hemos ido al cine. -de pronto noto como se acerca demasiado a mi rostro desde detrás y no puedo evitar tensarme al sentir su aliento en mi oído. -El dragón es precioso, Chris... -intento con todas mis fuerzas que no se note lo mucho que me estoy excitando en este instante.
-Es parecido al que tengo tatuado yo en la espalda. -digo y, gracias a Dios, su aliento se aleja un poco y deja de provocarme escalofríos.
-¿Puedo verlo?
-Claro.
Pero entonces, sin previo aviso, levanta mi camiseta hasta la altura de mis hombros y ahí la sujeta con una mano. Finjo que eso no me pone, pero en que comienza a seguir la línea que dibuja el cuerpo del dragón por toda mi espalda con su otra mano, en una especie de caricia, mi cuerpo reacciona solo y, pese a la molestia que supone, agradezco llevar vaqueros ahora mismo y no chándal o el pijama.
-Me gusta casi más que el del dibujo. -comenta absorto.
No sé si este tío me está provocando a propósito o es una especie de descerebrado que no piensa lo que hace.
-Sabes, Red... eso que estás haciendo... deberías parar, porque no soy de piedra. -decido decirle, pese a la leve vergüenza, porque de lo contrario tendría que haberme abalanzado sobre él.
-Ah... perdona. -dice sorprendido mientras vuelve a bajarme la camiseta enseguida y suelta una risa de lo más nerviosa. -Soy un poco cavernícola con estas cosas.
-Tranquilo... Me gusta que tengas confianza, pero a partir de ahora el límite está en las caricias. -sentencio algo divertido, intentando quitarle hierro al asunto.
-Está bien... me pregunto qué hubieras hecho si no hubiese parado...
En serio, tiene que parar de comportarse como si intentara seducirme, porque lo está consiguiendo con demasiada facilidad.
-Nada que no atentase directamente contra tu sexualidad, así que más te vale tener cuidado. -le advierto con una carcajada, intentando relajar la tensión llevando la más pura verdad al terreno de las bromas.
Me complace devolviéndome la carcajada y se marcha por fin.
Joder... a este paso voy a perder la cabeza
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Todos mis Chicos (BL)
RomanceAdicto a los encuentros de una sola noche y con alergia a las relaciones serias, Cris conocerá a tres chicos que pondrán su mundo patas arriba y le harán replantearse todos sus valores...