Primera tentación: Red

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Al cabo de veinte minutos andando por la calle, intentando encontrar el apartamento con mi equipaje a cuestas, llego a la dirección correcta. Es un tercer piso sin ascensor, pero eso hace que sea más barato y no me importa realmente. Subo las escaleras haciendo varios viajes y finalmente abro la puerta con la llave que me mandaron por correo. Dejo las maletas en la entrada antes de ponerme a fisgonear.

El apartamento consta de un largo pasillo con dos puertas a cada lado. Las dos de la derecha son dos habitaciones de igual tamaño y las de la izquierda una habitación algo más grande que las otras y un baño de tamaño considerable, con bañera y todo. Al final del pasillo se encuentra el salón, que se compone básicamente de un sofá de tres plazas, un sillón, la mesa para apoyar los pies y una televisión que deja bastante que desear. A la izquierda de todo esto está la mesa de comedor, que es redonda y tiene cuatro sillas a su alrededor. Por último, al lado de la mesa hay una especie de arco que da a una modesta cocina de gas, en la que también hay un baño, cien veces más modesto, por no decir cochambroso, que el otro. Todo está decorado en un estilo rústico cutre que roza lo bohemio, pero me gusta, me gusta mucho.

Acabo de darme cuenta de que he sido el primero en llegar, así que corro a dejar mis cosas en la habitación más grande. Tiene una cama de matrimonio, una estantería gigante en la que me alegro enormemente de poder comenzar a poner todos mis libros y cómics que ocupan toda una maleta para ellos solos, y un armario de dos puertas en frente de la cama, junto al escritorio.

He acabado de colocar todas mis cosas y ya son las siete de la tarde. Voy al salón a sintonizar los canales de la televisión y al cabo de cinco minutos oigo el ruido de una llave abriendo la puerta. Mi primera reacción es ponerme nervioso, pero enseguida me levanto para recibir a quien quiera que esté a punto de entrar.

Mierda...

Del otro lado de la puerta aparece un chico de más o menos mi misma edad, tal vez un poco mayor y algo más alto que yo, pero lo que más destaca de él es definitivamente que es el chico más sexy que he visto en mi vida. Tiene el pelo rojizo, con unos cuantos mechones que se deslizan por su frente y dan paso a unos ojos negros, casi grises que parecen de ave rapáz. Y su sonrisa... madre mía... tiene un deje de chulería y es tan blanca y perfecta que parece una broma de mal gusto que este vaya a ser mi compañero de piso.

-Hola. -me saluda acentuando más aún esa sonrisa y así me saca de mi ensimismamiento.

-Hola. -digo volviendo en mí y adopto una sonrisa amistosa. -Te ayudo con eso.

Después de dejar todo su equipaje en la primera habitación del lado derecho del pasillo nos sentamos ambos en su cama.

-Ya veo que te has cogido la habitación más grande. -dice divertido, con una voz alegre de lo más sexy.

-Ya lo siento, pero aquí el que no corre vuela. -digo con igual simpatía, después de constatar que ciertamente no le ha sentado mal lo de la habitación.

Siento que estoy fingiendo tanta amabilidad, pero supongo que es lo propio cuando conoces a alguien nuevo, con el que voy a convivir, sobre todo a alguien tan atractivo...

-Por cierto, me llamo... bueno todo el mundo me llama Red. -me dice de pronto, sacándome de nuevo de mis fantasías.

-Yo me llamo Cris... ¿Red es por el pelo?

-Sí... y, dime ¿Qué haces?

-Voy a empezar bellas artes la semana que viene. -se me queda mirando fijamente antes de contestar.

-Te pega. -y vuelve a sonreír.

Mierda, que pare de una vez de ser tan guapo porque estoy empezando a pensar cosas muy indecentes.

Todos mis Chicos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora