Primeros Síntomas

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Acabo de despertarme y siento un terrible dolor de cabeza, es como si hubiera soñado todo lo que pasó con David por primera vez desde hace muchísimo tiempo y eso me ha dejado derrotado emocionalmente.

Pero en casa todo es sexo y amistad sin parar. No sé en qué momento Red y yo hemos comenzado a ducharnos juntos y a Ian no paro de follármelo cada vez que puedo. Desde lo de David el sexo siempre siempre ha sido mi vía de escape para mí. Lo malo es que no echo de menos hacerlo con desconocidos... y eso me preocupa.

Will no me habla, apenas me mira y le echo de menos, más de lo que me gustaría admitir.

Hoy es sábado, de modo que me despierto tarde y me dirijo a la sala de estar siguiendo las risas que de ahí provienen.

-¡Alabemos al señor! Mira quien se ha dignado a levantarse por fin. -exclama Red al verme cruzar el umbral del salón. Está en el sofá con Ian viendo un programa de risa y parecen estar pasándoselo de fábula.

-Ya sabéis que los fines de semana me transformo misteriosamente en un oso perezoso. -les recuerdo con una sonrisa cansada y me siento con ellos.

-Red me está enseñando a preparar sopa de miso, hoy para cenar catarás mis dotes culinarias. -me dice Ian orgulloso y algo sonrojado y no puedo evitar pasar mi mano cuidadosamente por su cabello castaño, haciendo que su rubor se multiplique al instante y que Red suelte una risa malvada.

-Sí, Ian tiene mucho talento... para la cocina. -comenta Red mirándonos de reojo.

-Me estáis malcriando, si algún día vivo solo no sabré hacer ni un huevo frito. -digo huyendo de su mirada.

-Cuando seas rico y famoso podrás contratar a alguien que te cocine. -contesta encogiéndose de hombros y le dedico una sonrisa incitante.

-Bueno, puede que te contrate cuando te vea viviendo debajo de un puente... -dejo escapar con autosuficiencia y Red suelta una carcajada para acto seguido abalanzarse sobre mí y darme una buena colleja.

-¡Retira tus palabras! -me advierte en tono teatral mientras continúa pegándome por todos lados.

-¡Jamás! -y comenzamos a forcejear entre risas sobre el regazo de Ian, que nos mira conteniendo una carcajada.

-Parad... ¿No veis que vais a acabar trabajando los dos para mí? -dice con cierto nerviosismo zanjando la discusión y Red y yo le miramos divertidos mientras intercambiamos una mirada cómplice.

-¿A por él? -me dice Red con malicia.

-A por él. -asiento con solemnidad y ambos nos abalanzamos sobre el cada vez más sonrojado Ian, sin darle tiempo a salir huyendo, y comenzamos a hacerle cosquillas hasta que las lágrimas comienzan a descender por su rostro, acompañadas por carcajadas histéricas.

Después de conseguir zafarse de nosotros y poder salir corriendo a su habitación entre insultos adorables, Red y yo nos quedamos solos en el sofá intentando recuperarnos del ataque de risa que nos ha producido torturar al pobre Ian.

-Es adorable... -dejo escapar sin darme cuenta y la risa de Red cesa de pronto, haciéndome sentir repentina incomodidad. Pero en que se da cuenta, vuelve a adoptar su sonrisa seductora de siempre y yo finjo que no ha pasado nada.

-Me voy a poner celoso... -comenta en tono juguetón y yo le sonrío de forma malvada.

-No soy tu novia, Red, ya lo sabes. -pese a estar solo tonteando, me siento de alguna forma obligado a decirle eso y él parece notarlo, porque la seriedad vuelve a anegar su rostro por un segundo.

-Serías una novia horrible... -me susurra de pronto acercándose peligrosamente a mí y no puedo evitar dejarme seducir.

-Lo sé... -comienzo a decir imitando su tono seductor y tranquilo. -Pero sería un amante de primera ¿No crees? -al instante noto el creciente deseo que va despertándose en sus ojos negros y brillantes y siento su mano deslizándose con la discreción y elegancia de un ninja por todo mi muslo.

Todos mis Chicos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora