CAPITULO 6

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Abrió el correo y ahí estaba.

Claire Ollerson. Diplomada en Derecho Mercantil. Varios idiomas. Había ostentado varios puestos importantes en delegaciones de grandes artistas de interiores tanto en Paris como en Ginebra. Era una decoradora consumada a sus 27 años recien cumplidos.

Era perfeccionista y muy leal a su larga y fructífera cartera de clientes. Había cubierto la decoración de varias de las afamadas mansiones de mucha parte del país, con un gusto excelente y nada asequible a cualquier bolsillo.

Tenía su sede en Manhattan.

_¡¡Manhattan!! Exclamé

Me viene de perlas, ya se quien hará la decoración de mi mansión.

Llamaré a mi asistente para que me localice su teléfono aunque…no seré yo quien la llame, ella solita vendrá a mí como mosca a la miel. La quiero a ella en persona, quiero que ella sea la que me decore mi casa de Nueva York como si fuera para ella. La quiero trabajando día y noche en la reforma de ese caserón de más de doscientos años, pagué por ella una fortuna al anciano Hamilton y haré de ella la mejor mansión de la zona y para ello contrataré a la mejor, pero no se lo haré fácil, si ella es perfeccionista yo lo soy más.

La sonrisa de Héctor no hacía presagiar nada bueno. Jugaba con ventaja añadida al saber quién era ella de antemano.

Pero su semblante volvió a ponerse serio, empezó a recordar el porqué había regresado. Tenía que saber el paradero del abogado de su padre y hablar con él, todo este asunto de Ollerson le iba a llevar tiempo y tenía que regresar a Nueva York en unas semanas y por supuesto averiguar lo que realmente le dijo Bannister a mi padre.

Tendría que trabajar en la absoluta ignorancia de mi padre y no tenía que levantar  ninguna sospecha con sus salidas, hablaría con Max, él conocía la puerta secreta que había en la biblioteca y que mi padre clausuró hacía tiempo, esperaba volverla a usar.

Revisó todo su correo y le salto un mensaje en su movil.

Ferrara…llámame en cuanto puedas.

Ferrara era su asistente en Nueva York.

_Dime

_Héctor, están circulando noticias sobre la compra de la mansión Hamilton. Se dice que la M.K Union Company la ha comprado para especular. Que nadie entiende como te la ha podido vender el viejo procurador. La alta sociedad de Nueva York quiere conocer al que será su vecino. Te lo estoy leyendo tal cual de Gerald.

La sonrisa de Héctor se iba ensanchando a medida que las noticias salían de la boca de su interlocutor.

_Genial Ferrara, que sigan circulando esos chismes, casi que me viene bien, quiero que llegue a los oídos de todo el mundo, particularmente a los de una preciosa mujer de negocios. Me interesa que oiga la noticia.

Tenme informado de cualquier asunto referente a esto.

 

Héctor sabía que la compra de esa mansión iba a traer cola. Había pertenecido a los Hamilton desde los tiempos de la revolución, pasando de mano en mano de la familia, pero en la actualidad nadie

había querido quedarse con aquel casoplón de 1800 lleno de telarañas.

Ocupaba una extensión de seis mil metros cuadrados, con una estructura típica de aquella época, casi similar a la de la Casa Blanca. Su exterior necesitaba del cuidado de los jardines, las verjas, el servicio de vigilancia, el garaje, el cenador y el embarcadero, todo ello sin contar con la vivienda que en interior había que reformar desde las cañerías, la calefacción, el suelo, puertas y ventanas, estancias, baños y cocina, sin mencionar las bodegas.

 

Llevará meses hacerlo, pero valdría la pena.

SEDUCIENDO A MI ENEMIGO #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora