CAPITULO 19

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_ ¿Has averiguado donde está? Preguntó Héctor

_Lo debe tener apagado, no da señal alguna.

_Está bien, mantenme informado de cualquier cambio.

Era miércoles. Héctor había estado trabajando todo el día en su despacho. Se pasaba todos los días por la obra de su casa y hablaba con los jefes de obra, todo seguía según lo previsto.

Quería que ella estuviera allí pero al mismo tiempo no quería verla, sabía que tarde o temprano se verían, quizás en la fiesta del viernes, o no, y que tendría que explicar el porqué de su huida.

No quería compromisos, nada le asustaba más, no confiaba en que las mujeres se enamoraran de él y si de su cartera, así que jugaba con ellas, es lo que siempre hacía y a ellas no les importaba. Pero algo había ocurrido entre Claire y él, lo vio aquella noche, lo sintió y le dio miedo, un miedo que le hizo estremecerse. No solo porque ella era una verdadera belleza, una mujer de carácter, luchadora, podría enumerar un sinfín de adjetivos sobre ella, es que Claire era la heredera del enemigo de su familia y para eso no estaba preparado. No quería que ella se enamorara de él, quería que le odiara así sería todo más fácil. Pero él ya había sentido algo por ella y con eso no había forma de luchar.

De modo que solo esperaría a que ella diera el primer paso.

 

El avión de Claire y Karen llegó a Wichita a las doce del medio día. Su móvil se había quedado sin batería desde ayer por la noche, tenían el de su madre para emergencias. Tenía comprado el vuelo a Nueva York para las  8 de la tarde, así que solo tenían unas horas para aclarar muchas dudas.

No quiso avisar de su llegada, las cosas en frío se digieren más rápido, así que…alquiló un coche en el aeropuerto, abrió el GPS de su madre y se encaminaron a la hacienda de los Mackenna.

Llamaron al timbre y dijo su nombre. Un minuto después les abrieron la puerta de entrada y alojó su coche en un lateral.

Alguien salió a recibirlas, por las apariencias se trataba de la madre, una encantadora señora que al ver a Karen, la madre de Claire se dieron un fuerte abrazo. Martha presentó a su hija e hizo lo mismo pero esta vez fueron dos besos. Claire se sintió muy a gusto con ese recibimiento y al instante salió el cabeza de familia, Broderick Mackenna, que al verlo casi se derrite de la impresión, era igualito que Héctor pero mucho mayor que él. Este la dio un afectuoso saludo con la mano y las invitó a entrar.

Les acomodaron el salón y las ofrecieron un refrigerio.

Hablaron y hablaron durante horas. Las enseñaron la casa, las fotos de sus hijos, de sus nietos. Hablaron de David, de Héctor, ella no sabía como hacer para que le hablaran más de su hijo pequeño sin resultar sospechosa.

 

__Ahora vivo en Nueva York. Soy diseñadora de interiores, decoradora para que me entiendan.

_ ¿Vives en Nueva York? Qué casualidad, verdad Martha, nuestro hijo pequeño también está ahora allí. Normalmente vive entre Londres y Nueva York, dijo el padre.

_Tendrás que haber oído hablar de él, es muy conocido en el mundo de los negocios. Comentó la madre.

Aunque, he de entender que Nueva York es tan grande que sería casi imposible que se conocieran todos…soltó una risotada en la que todos la acompañaron.

_Eres una mujercita muy bella Claire, ¿no estás comprometida?

Preguntó el padre a ver si la sonsacaba algo interesante.

_¡¡Bro, por dios, que maneras son esas de tratar a una invitada!!.

No le hagas caso querida, seguro que ya le está buscando pareja a Héctor, siempre que conocemos a alguna chica con clase y buen gusto como tú, se lanza a la yugular.

Todos rieron en el salón.

Y no se da cuenta o no quiere dársela que su hijo Héctor huye de los compromisos como de la peste.

_Supongo que es porque, no ha encontrado a la pareja perfecta para él.

_Te aseguro Claire, le dijo el padre todo serio, que si te conociera y no quiero insinuar nada sobre los vínculos que nos unen, que mi hijo sí se fijaría en ti.

_Gracias señor Mackenna. Me halaga.

Bueno, he venido aquí por un motivo y lo saben.

Ahora yo soy la heredera de la Olleson Company y quiero que toda esta pesadilla termine.

No quiero mentirles, ni a ustedes, ni a mi madre, quiero que esto se solucione y solo veo una salida, pero eso dependerá de la otra persona.

Todos los presentes se miraron sin comprender.

_ ¿Es que has pensado firmar? Preguntó el señor Mackenna

Y ella no sabía ni por donde empezar.

_No, pero todo quedará en la familia, se lo aseguro.

No comenten nada con ninguno de sus dos hijos por favor, quiero llevar esto a mi modo y con absoluta discreción.

Este fin de semana tendrán noticias mías.

Tengo un proyecto en mente y solo les pido que confíen en mí.

SEDUCIENDO A MI ENEMIGO #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora