CAPITULO 14

1K 69 1
                                    

Eran las cinco de la mañana cuando Claire se despertó de golpe.

Dio la luz de su cabecero y miró hacia el lado donde había dormido Héctor. Nada. No había nadie, ni rastro de él. Salió de la cama y después de haber buscado por toda la casa pudo darse cuenta de que estaba sola. Se había marchado sin despedirse, en plena noche.

Aún tenía sus labios hinchados de los últimos besos que se dieron.

Fue maravilloso. ¡Y  no la había tocado!, algo que no alcanzaba a comprender. Si tanto le excitaba… como pudo comprobar ¿Por qué no lo había hecho?

Tal vez no había encontrado en ella lo que buscaba.

Practicar sexo es una buena forma de relajarse y ambos estaban tensos la noche anterior, sobre todo cuando después de terminar de besarla la miró y se dio la vuelta.

Estaba distinto, no le conocía lo suficiente, pero estaba por afirmar que no estaba a gusto en aquel instante. Seguro que pensó que había cometido un error yendo a su casa. No me extraña que saliera corriendo y yo que soy una estúpida.

Pensé que yo significaba algo para él. Después de todo se tomó muchas molestias hasta llegar a ella.

Regresó a la cama, no le hacía bien pensar en ello.  Al día siguiente debía estar en el trabajo. Pero no podía dejar de recordar todo lo que sucedió, dentro y fuera del jacuzzi. No quería sentir nada por otro hombre, Mark la hizo mucho daño, pero Héctor…aquello era increíble. Tan solo se habían besado y aquello era un polvorín. La excitaba solo con recordarlo. Era todo músculo, todo fuerza, la gustaba que él la abrazara como lo hizo.  Lo deseaba y sabía que él a ella también.

Héctor ya estaba en su casa.

No pudo quedarse allí, con ella. Se marchó en cuanto comprobó que ella se había quedado dormida.

Se levantó con cuidado de la cama que compartían y la miró.

¡Joder!, se dijo una y otra vez.

Estaba sentado en el borde de la cama apoyando los codos en sus piernas y solo pensando en la estupidez que acababa de hacer.

Ese no había sido el plan inicial. Su idea era hacer daño a Ollerson y que mejor que con su hija, pero no había contado con el factor…sentimientos.

Se levantó, recogió sus cosas de la habitación, la miró una última vez y salió de la habitación. Terminó de vestirse en el hall y abandonó la casa de Claire.

No volvería a cometer ese error.

Amanecía un nuevo día en Nueva York.

Claire se dio una ducha, un pedazo de bollo con chocolate y un zumo y salió por la puerta. La esperaban en la zona de obras de la mansión Hamilton.

Habían pasado tres semanas desde aquella noche en la que Héctor apareció en su casa. No había sabido nada de él desde entonces.

Sabía que estaba en la ciudad, una de las revistas de moda que Anny siempre leía se lo confirmó. Aparecía junto a un senador, un importante magnate de las telecomunicaciones que por lo visto andaba en negocios con el dueño de la M.K Union Company y un par de actores del mundo de la farándula y junto a él aparecía una mujer muy guapa, una rubia de ojos azules que no le quitaba el ojo de encima, estaba agarrada a él por el brazo. Se acordó de lo que la dijo de la lista que tenía para sus citas ocasionales, pero en otra revista aparecía también con él. Aquello ya no le gustó tanto y menos ver las declaraciones que hizo para la prensa sobre las obras de reforma que se estaban haciendo en su nueva mansión ignorándola por completo. Es más, alguien de la prensa se había interesado por hablar sobre esa reforma y quien era la encargada del proyecto y cuando le preguntaron por la señorita Ollerson él respondió:

La señorita Ollerson es una de mis empleadas, como cualquier otra y que iba a ser merecedora de un sustancioso cheque por sus servicios.

Así que eso era, una más de sus empleadas.

Por lo visto llevaba en Nueva York el suficiente tiempo para poder haberla llamado, haber explicado su comportamiento de aquella vez y no este silencio que no entendía. Daba a entender que lo que ocurrió aquella noche había sido algo “casual” como el resto de sus citas y que ella no había significado nada para él.

_De acuerdo Héctor. Se dijo con la voz algo amargada.

 Que yo sepa no he sido yo la que te he buscado, la que te ha seducido, la que te ha provocado. Me has utilizado a tu antojo y no entiendo el porqué, no entiendo esas miradas, aquella noche en mi casa, en mi jacuzzi desnudos y en mi cama para después no decirme nada. Ignorarme por completo haciéndome creer falsas esperanzas.

¿Es eso lo que querías, hacerme creer algo que era falso?

¿Algo que no existía más que en mi imaginación?

Me enamoré aquella noche de ti como una tonta, cuando me dijiste que no me tocarías, que me respetarías. Fuiste un caballero a pesar de que la que quería más era yo.

No volveré a caer, pero ahora el juego lo empezaré yo y veré hasta donde es capaz de aguantar.

Pero las cosas se torcían para Claire, recibió una llamada de Anny desde su oficina.

_Claire, me acaba de llamar tu madre, tu padre ha sufrido otro infarto, este es más fuerte.

-¡OH dios mío! Voy ahora mismo, te dejo instrucciones, voy a casa a cambiarme y me marcho. Pídeme el primer vuelo que haya a San Diego.

_Ya lo tengo Claire, despega a las 8 de la noche, lo malo es lo tarde que vas a llegar. Lo siento mucho amiga.

_Gracias Ann, en unos minutos estoy ahí.

Y así fue, recogió todas sus cosas de la mansión, dio instrucciones a los operarios y se marchó. Pasó por la oficina y habló con Ann.

_Si en el transcurso de una semana, que es lo que estaré allí, da indicios de aparecer o llamar a la oficina y las dos sabemos a quien me refiero, le dices que estoy de viaje, que yo también tengo otros negocios que atender a parte del suyo. No le digas ni aunque te torture donde me encuentro. ¿Me has entendido? No quiero saber nada de él salvo en el tema de lo profesional.

Anny la dio el billete y la deseó lo mejor.

Regresó a su casa y habló muy seriamente con el conserje, se lo dejó bastante claro.

_Si vuelvo a ver a ese hombre en mi casa sin mi autorización previa, haré que le despidan y no vuelva a trabajar en este oficio. ¿He sido bastante clara?

El pobre conserje la miraba horrorizado, jamás la había visto así y la conocía de hacia bastante tiempo.

Se disculpó, la vio demasiado tensa como para recordarla porque había dejado subir a aquel hombre aquel día. La deseó buen viaje al verla bajar en poco menos de media hora rumbo al aeropuerto.

SEDUCIENDO A MI ENEMIGO #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora