CAPITULO 11

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Y por fin llegó la mañana.

Héctor estaba sentado en su despacho donde una larga mesa ovalada de color negro presidía la sala. En ella estaban sentados sus dos abogados, una secretaria y él. Un gran ventanal daba los buenos días a la Avenida Madison y la luz solar inundaba el ambiente. Alguien había traído una bandeja de te con pastas, era pronto, solo las nueve y el día prometía ser interesante.

A esa misma hora hacía entrada la tan esperada señorita Ollerson.

Como el caballero que era se levantó y fue a su encuentro, la acompañó a la mesa e hizo las presentaciones oportunas.

Se acercó tanto a ella que pudo olerla de manera intensa todo su perfume. Iba impecable, esta vez de color coral con zapatos y bolso a juego color turquesa haciendo hincapié en su escote abierto donde dejaba un pecho firme a su imaginación.

Ella le miró de manera irritante cuando le ofreció el asiento y él la sonrío de manera sardónica. Esperaba que ese nuevo vestido hiciera el mismo recorrido que el del día anterior y espero a que eso sucediera, pero fue rápida y se metió bajo la mesa de inmediato.

Le miró y vio que sonreía, siempre lo hacía, sabía que se sentía cómodo con aquel roll de dominante. 

Abrió una carpeta grande y sacó lo primero los planos a una escala razonablemente grande dada la extensión, a continuación los planos de cada estancia de la casa. No había venido sola, la acompañaban dos arquitectos, un jefe de obra y su secretaria.

Él quería que la casa mantuviera su estructura exterior intacta mejorando todo su interior tanto de fontanería, albañilería y electricidad. Quería cambios estructurales en cuanto a eso, quería comodidad ante todo.

Las reformas en los baños, aseos y cocina  lo dejaba a su criterio y buen gusto.

La remodelación de los jardines, la estructura de la isla ajardinada a la entrada de la mansión, tanto el cementado de la vía desde la entrada hasta la puerta también, incluido el cenador se lo dejaba a ella. Héctor pidió eliminar el estanque que había en la parte de detrás y sustituirlo por una piscina. Ella no apreció ese cambio, pensaba que el estanque una vez remodelado y ocupado por algunos patos y unos peces, sería algo romántico junto al cenador, pero parecía ser que el señor M.K Union Company no lo era.

Se tomaron los últimos detalles de las fachadas y los tejados y se acordó que una vez finalizados todos esos trabajos se le avisaría del comienzo de la decoración de la casa para lo que habría que concertar otra entrevista.

Estaba determinada a terminar la conversación y salir disparada de allí, jamás se había sentido tan intimidada en su vida. No paraba de mirarla, con las manos en la boca sonriendo ante cualquier cosa que ella decía.

Claire había estado brillante en su exposición, seria y concisa en lo que se refería a su equipo de trabajo y a su buen hacer. Los materiales serían de primera calidad más que nada para no menospreciar los que la misma mansión tenía y fortalecerla con los nuevos.

_Perfecto, dijo él. Doy luz verde al proyecto.

Salieron todos del despacho a excepción de ellos dos y las dos secretarias.

Héctor solo escuchaba, la miraba como un león mira un corderito, sabía que eso la ponía nerviosa, de hecho la temblaba el pulso que pude ver en su precioso y apetecible cuello.

Ella le miraba la mayor parte del tiempo de reojo porque si lo hacía de frente le temblaba la voz y las piernas y en más de una ocasión se había tenido que tomar la libertad de sentarse o se habría desmayado de la tensión que allí se palpaba entre los dos.

_Estaba guapísimo con ese traje azul marino y esa camisa rosa, pesó mientras lo miraba.

 Y en uno de aquellos instantes en los que las intensas miradas que se echaban no presagiaban nada bueno ella, se metió el lapicero en la boca sin darse cuenta y la reacción de él fue de los más reveladora, al menos para Anny que no perdía detalle.

Se levantó hecho una furia de su asiento y se abalanzó sobre Claire, la empotró contra la pared enmoquetada, la sujetó del cuello y la susurró al oído muy lentamente.

_No vuelva a hacer eso o tendré que tomar medidas.

Notó como la piel de Héctor se unía a la suya, como la mantuvo inclinada la cabeza hacia él. Estaba totalmente empalmado y lo pudo notar en toda su extensión. Estaban tan pegados que los olores de los dos se confundían en sus cuerpos.

Escuchó pisadas, abrirse una puerta y cerrarse de golpe.

Ella no entendía nada. ¿Qúe coño estaba ocurriendo?

Se miraron a los ojos, ella verdes, él azules. Estaban quietos, parados uno delante del otro mirándose. Héctor muy lentamente la sacó el lápiz de entre los labios y le miró la boca.

_¡Buena chica! Dijo mirándola a sus labios

_Dios mío, pensó Claire, ¿qué le ocurre a este hombre?

Y cuando ella cerró los ojos por el acercamiento tan íntimo que estaba sufriendo por parte de él, sin pensar en otra cosa que no fuera en el beso que se iban a dar,  Héctor le sopló en el cuello lo que hizo que la diera un escalofrío y se separó de ella, despacio dejándola de pie, esperando algo que no iba a llegar.

Se dio la vuelta sabedor de que Claire seguía allí, esperando. Se apoyó en la mesa, se cruzó de brazos y carraspeó para hacerse notar.

Claire abrió los ojos, estaba acalorada, sus piernas no le respondían y lo que más vergüenza le dio fue el espectáculo que estaba dando de sí misma ante él.

_¿Qué habías esperado, tonta, que te diera el beso? Se dijo.

Y se acercó a él hecha toda una furia.

_ ¿Se puede saber a qué juega? Le reprendió toda eufórica

_ ¿A qué ha venido toda esa escena? ¿Es que no tiene vergüenza?

Los nervios de Claire no estaban respondiendo, estaba sofocada.

_Respóndame, ¿a qué ha venido esa tontería?

_Cálmese Claire. Lo he hecho por su bien y por el mío, créame.

_Permita que no le crea. Es la segunda escenita que me hace y no le voy a tolerar una tercera.

Claire estaba decidida a dejar las cosas claras, se estaba dejando avasallar y eso no era propio de ella.

_¿Me está amenazando, señorita Ollerson? Dijo Héctor acercándose muy despacio hacia ella.

Claire se irguió y le sostuvo la mirada.

_ Llámelo como quiera, señor. Si quiere que trabaje para usted, dijo cogiendo su bolso y acercándose a la puerta,  no quiero volver a verlo en los meses que quedan de la reforma de su casa, si cree que eso no es posible…contrate a otro profesional.

Y cerró la puerta dando un portazo. La secretaria de Héctor la miró horrorizada e hizo el amago de ir hacia ella pero la frenó con la mano en alto para que no lo hiciera. Al instante se oyeron unas risas provenientes del despacho de Héctor.

Estaba colorada, como un tomate. Se acercó a uno de los aseos y se refrescó la nuca.

Cuando llegó al vestíbulo y vio a Anny, ésta la miró sin comprender, la siguió hasta el ascensor y allí pudo hacer lo que llevaba tiempo esperando….CHILLAR!!

SEDUCIENDO A MI ENEMIGO #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora