Día 4. Gatoterapia

546 59 2
                                    

Marinette estaba estresada, los exámenes finales junto a ser Ladybug no ayudaban demasiado. ¿Hawk Moth no podía tener piedad ni siquiera en esa época del año, en serio? Era un egoísta. Por desgracia, no podía hacer nada por cambiarlo.

Tampoco tenía tiempo ni dinero para ir al psicólogo, así que lo único que le quedaba era aceptar la gatoterapia de Chat Noir. Ni siquiera sabía por qué estaba perdiendo el tiempo de esa manera, pero no pudo decirle que no cuando se presentó en su casa para proponerle una nueva técnica de relajación.

La gato terapia consistía, irónicamente, en dibujar gatos. Llevaba ya más de 10 gatos dibujados, cada uno de un color y forma diferentes. Incluso había dibujado al propio Chat Noir en dos de ellos. Él siempre observaba sus dibujos por encima antes de mandarla a dibujar otro.

— ¿De verdad no te sirve ningún gato? —se quejó Marinette—. Tengo que estudiar, Chat. No puedo dibujar más.

—Ese es el problema, no estás concentrada en los dibujos. Si no paras de pensar, los gatitos no salen bien.

—Si suspendo el examen te perseguiré hasta acabar contigo —amenazó con seriedad. Él solo rio—. ¿Al menos me vas a explicar para qué me sirve esto?

—No si no sigues dibujando —Señaló su folio—. Vamos, no veo un nuevo gato formándose.

¿Acaso Chat no tenía exámenes finales? Siempre había pensado que tenían la misma edad. O quizá le daban completamente igual, quizá era el típico bromista de clase que no estudiaba y tampoco tenía problema con eso. ¿Chat podía ser Kim? No, ya habían vivido un akuma con él.

Marinette gruñó antes de volver a centrarse en la tarea. ¿Quería un buen gato? Pues le dibujaría el mejor gato de su vida. Se esforzó al máximo, primero pintando el contorno, luego la cara, el cuerpo, y finalmente el paisaje. Después le dio un par de sombras para crear algo de contraste y un poco de color.

Se lo lanzó a la cara en cuanto lo tuvo listo.

—Este es perfecto —sonrió él sin siquiera mirarlo—. ¿A que ha sido divertido?

—Ni siquiera lo has mirado.

—Te has distraído por un rato, esa es la gatoterapia. Liberar tu mente de tus problemas al centrarla por completo en otra cosa. Entonces podrás centrarte en la primera con otro humor. Fácil y sencillo —presumió.

— ¿Me has hecho perder toda la tarde dibujando gatos para distraerme? —Sintió cómo su ira subía a límites insospechados. Iba a haber un gatito muerto en su habitación.

— ¿A qué es genial?

— ¡Tengo que estudiar, gato callejero! —gritó.

Le tiró un lápiz que él esquivó con facilidad.

— ¡Ese es el punto de mi terapia! —insistió él, en posición defensiva por si Marinette volvía a lanzarle otra cosa—. No puedes concentrarte en estudiar estando tan tensa, prueba ahora.

Dudaba que funcionara, pero no podía perder más tiempo. Estaba demasiado enfadada para poder concentrarse, pero puso toda su voluntad, la misma que había tenido dibujando el último gato.

—Soy un genio, siempre rescatando princesas. Me deberían llamar el gatito azul.

–Cállate de una vez. Tengo que estudiar.

Esta vez obedeció. Marinette se dio cuenta de que cuando estaba callado no era un mal compañero de estudio.

Reto Marichat mayo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora