Día 27. Florería

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Marinette sabía que Adrien había planeado algo para celebrar su primer mes juntos, así que no quiso quedarse atrás. Le había cosido una manta con un bordado especial para ellos: La Torre Eiffel en medio de día nublado con un avión pasando por encima y dos personajes abstractos cubriéndose con un paraguas. En las esquinas de la manta también había colocado unas cuencas parecidas a las de sus pulseras de la suerte.

- ¡Le va a encantar, Marinette! -felicitó Tikki.

-Eso espero. También espero que él no se gaste demasiado dinero.

-No lo hará -confirmó Tikki, con aspecto misterioso.

Marinette la miró con sospecha.

- ¡Plagg te ha contado algo! -adivinó-. Estáis todos compinchados en mi contra.

- ¡Claro que no, yo no haría eso! Si permito esto es porque es un regalo muy bonito.

- ¿Podrías darme alguna pista?

-Mi boca está sellada. A no ser que como portadora me obligues a contártelo.

-Sabes que nunca haría eso.

Aunque la intriga era mayor, respetaba lo suficiente a Tikki.

Chat apareció en su terraza esa noche a la hora acordada. Parecía sobresaltado, pero prefirió no decir nada.

- ¡Vengo a darte una sorpresa, Marinette! Tienes que venir conmigo.

Lo había esperado, pero tenían otro problema en el que no había reparado hasta ese momento.

-Pero mis padres están a punto de llamarme para cenar.

-Tranquila, ya está todo solucionado con ellos. Por ser la mejor panadería de París les ha tocado un sorteo para una cena y noche en el Le Grand París. Así que vendrán a avisarte en menos de un minuto...

- ¡Marinette! -Escucharon la voz de Sabine. Chat se escondió con rapidez en la terraza-. ¡Nos han regalado una cena en el Le Grand París! Tú padre y yo queremos saber si vas a venir.

-Oh, no, mamá. Es para vosotros -dijo con un gesto de indiferencia-. Espero que lo paséis muy bien. ¡Menudo regalo!

-Sí, muy generoso por parte de tu amigo.

- ¿Eh? -balbuceó.

Sabine rio por lo bajo.

-Marinette, conozco el truco de sacar a los padres de casa para invitar a un chico. Está bien, no pasa nada, pero tiene que irse antes de las doce.

Le costó un segundo terminar de entender las palabras de su madre. Se sonrojó de golpe.

- ¡Mamá! -exclamó con vergüenza, casi le pareció escuchar una risita desde la terraza-. ¡No he tenido nada que ver con ese sorteo!

-No he mencionado nada de ningún sorteo -rio-. Nos vamos ya, pero llámanos si necesitas algo. Y recuerda, el límite son las doce.

Se sintió morir cuando su madre por fin se marchó y Chat volvió a su lado en medio de una carcajada.

-Por suerte para mí, la cita es en otro lado. Aunque tu madre es muy lista, ya sé de dónde has salido tú.

-Ni se te ocurra mencionar eso delante de mi padre.

Chat volvió a reír.

-Venga, vámonos antes de que se haga más tarde.

Voló en brazos de Chat durante los siguiente veinte minutos, hasta que finalmente se posaron en el suelo. La ordenó cerrar los ojos y volvieron a moverse pero esta vez a paso lento.

Reto Marichat mayo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora