Día 15. Futuro

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Adrien no estaba muy entusiasmado con el futuro. Sabía cual sería el suyo: seguir modelando y practicando esgrima de vez en cuando. Lo último le gustaba, al menos podía divertirse, pero estaba cansado de modelar. La perspectiva de tener que vivir así durante el resto de su vida le resultaba asfixiante.

Nino le había aconsejado un test de Orientación para ayudarlo un poco a guiarse. Decía que era fiable solo porque a él le había salido DJ, pero Adrien no confiaba demasiado. No obstante, aceptó el reto.

Las preguntas no eran muy complicadas, la mayoría se basaban en su actitud con los demás, a la hora de trabajar o si era capaz de adaptarse a las malas circunstancias. Pensaba que sí, llevaba una vida haciéndolo.

— ¿Por qué haces esto, chico? —preguntó Plagg, curioso—. Solo tienes dieciséis años.

—Quiero encontrar mi camino, Plagg. Si consigo convencer a mi padre de estar preparado para decidir sobre mi vida, quizá consiga más libertad y pueda dejar de modelar.

Tanto él como Plagg sabían que resultaría muy complicado, pero no perdía nada por intentarlo.

— ¿Por qué no haces lo mismo que yo cuando no me das queso? Ponte en huelga, así tarde o temprano tendrá que ceder.

—El mundo no siempre funciona así, Plagg. Hasta cumplir los dieciocho estoy en sus manos, podría sacarme del colegio si no obedezco —señaló con cierta tristeza—. ¿Te gustaría hacer el test para ver qué se te da bien a ti? —bromeó.

Plagg miró la pantalla del ordenador con disgusto.

—A mí solo se me da bien comer queso.

Adrien sonrió. Una vez que Plagg se enfocó en su propia tarea, él siguió respondiendo las preguntas. Cuando terminó le aparecieron varias alternativas, una principal en letras grandes y otras secundarias más abajo.

—Psicología —dijo en un susurro. No le parecía tan mala idea, a decir verdad, pero entonces su entusiasmo decayó—. Mi padre me mataría, no la considera una educación universitaria de verdad.

—Tu padre no puede mandar siempre sobre tu vida. De todas formas sigo creyendo que eres muy joven para preocuparte por eso.

—Tampoco debe ser un test muy fiable —dijo para intentar consolarse—. Estas cosas nunca aciertan. Voy a ver que le ha salido a los demás.

—A ti solo te importa la chica —murmuró Plagg.

Optó por ignorarlo. Le importaban todos sus amigos, aunque por Marinette sintiera cosas diferentes.

Abrió el grupo de WhatsApp y descubrió que los demás ya habían compartido sus resultados. Al menos no tenía que preguntar. A todos les había salido algo acorde con su personalidad, Alya periodismo, Max matemático, Alix y Kim deportistas de élite... Pero Marinette todavía no se había manifestado. Quizá no le había salido lo que quería.

—Marinette no ha dicho nada —comentó Adrien.

—Puede que no le haya dado tanta importancia a ese test.

—O puede que le haya salido un mal resultado y necesite algo de ánimo del gran Chat Noir.

—Lo dudo mucho. Pero me da galletas, vamos allá.

Se transformó y salió por la ventana directo a casa de Marinette. Llegó en un par de minutos, la descubrió en la terraza tomándose un té. Creyó ver que sus ojos se iluminaban al verle aparecer, pero seguramente era más su ilusión de que sucediera.

—No es la hora de tu visita.

—Vaya, y yo que me esperaba un "hola, Chat Noir, que agradable sorpresa verte por aquí".

Marinette rodó los ojos.

—No seas tonto, pensaba que había ocurrido algo.

Marinette se hizo a un lado en el banco para que pudiera sentarse a su lado.

—La verdad es que me aburría y quería verte —dijo como si nada—. ¿Qué tal tu día? ¿Has hecho algo especial? ¿Has pensado en el futuro, tenido alguna crisis existencial?

—Pues sí, ya que lo mencionas. Un amigo nos recomendó un test de orientación vocacional. ¿A qué no adivinas? Mi destino es ser bombera —rio.

Eso si que no lo esperaba.

—Vaya... Pensaba que preferías el mundo de la moda.

—Sí, yo también. De todas formas no creo que sea un test muy fiable, no sé de donde ha salido ese resultado —rio nerviosamente.

Chat sonrió con tristeza.

—Supongo que sí.

— ¿Quieres hacerlo? —sugirió Marinette—. Puedo dejarte mi móvil.

—No, tranquila. Sé muy bien cual es mi futuro.

Algo en su tono de voz alarmó a Marinette, que se levantó como si se tratara de un resorte.

—Dame un segundo —pidió.

Entró a la casa. Él la esperó pacientemente hasta que volvió a salir unos minutos después. Llevaba una bandeja con un plato de galletas, un vaso de leche y un peluche de Chat Noir que ella misma había cosido.

—Vale, hoy me toca a mí hacer de psicóloga. Tómate la leche y cuéntame qué te preocupa.

Marinette era dulce, pero desgraciadamente no podía ayudarlo. De todas formas, le iría bien hablar sobre el tema, aunque fuera de manera muy superficial.

—Temo que mi futuro ya esté programado. Hasta ahora, toda mi vida lo ha estado. Sueño con ser adulto para poder vivir como yo quiera, pero hay demasiadas posibilidades de que nada cambie.

—Oh, Chat... Tienes todo el derecho de decidir tu futuro.

—Hace un tiempo yo también hice uno de esos test —siguió hablando—. El resultado fue que podía estudiar psicología. Es una tontería, no son nada fiables, pero... Me gusta. O más bien no me disgusta del todo. ¿Qué pasa si es lo que quiero? —dijo frustrado—. Me gusta hacer sentir bien a los demás.

—Si quisieras estudiar psicología, pensaría que eres igual de bueno con la máscara que sin ella —dijo Marinette—. Querer ayudar a los demás no es malo. Pero no importa lo que piense yo, ni tus padres, es importante que te guste a ti.

— ¿Y si me lleva a perderlo todo?

—Supongo que... tienes que pensar si es un riesgo que estás dispuesto a tomar. No creo que te sirva de mucho, pero siempre me tendrás a mí si te equivocas.

Chat pensó en eso. Siempre había pensado en Ladybug como su único consuelo, pero no era así. También tenía a Marinette, y a Nino o a Alya. Sus amigos lo apoyarían en todo aunque su padre pusiera el grito en el cielo.

Mostró su sonrisa de siempre antes de mirarla nuevamente.

—Gracias, Marinette.

—Hay mil oportunidades ahí fuera para ti... Yo también tengo miedo, ¿sabes? Miedo a no conseguirlo nunca. Pero no dudo de ti, sé que lo lograrás todo. Eres el chico más valiente que conozco.

Por un momento sintió que estaba hablando con Ladybug. Sacudió la cabeza, aquella fantasía era imposible.

— ¿Eso es un cumplido? Me tienes en alta estima —bromeó.

—No arruines el momento. Cuando no te pones a presumir sobre lo genial que eres, resultas agradable de tratar. ¿Te he ayudado?

—Hablar contigo siempre ayuda —dijo con sinceridad—. Me consuela saber que no estoy solo. Como dijo mi kwami, todavía tenemos tiempo para pensar en el futuro.

—Pase lo que pase, lo resolveremos juntos —sonrió.

Chat regresó a su casa mucho más relajado, sabiendo que pasara lo que pasara al menos tendría a Marinette.

Reto Marichat mayo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora