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Es martes cuando los otros chicos se enteran.

,,¿Quieres decírselo?" Juan pregunta suavemente, golpeando sus rodillas juntas y Martín se muerde el labio, pensando. No cree que pueda.

Finalmente, Martín niega con la cabeza porque no confía en su voz. Villa, Simón y Alejo lo miran con preocupación desde el sofá. El sofá es más un sofá de dos plazas y es demasiado pequeño para que los tres estén sentados en ella, pero no les importa. Sabe que harían que él y Juan también se sentaran si él no hubiera insistido en sentarse con Juan en su lugar. Piensa que si se acerca a ellos se romperá.

,,Está bien. ¿Entonces yo?" Juan aclara, levantando la barbilla de Martín para poder mirarlo a los ojos. Martín simplemente asiente, casi seguro de que está a punto de enfermarse de nuevo y presiona su rostro contra el hombro de Juan.

Juan toma una respiración larga y profunda, tomando la mano de Martín en la suya antes de decir simplemente: ,,Martín está enfermo".

Y luego todos están hablando a la vez.  ¿Qué tipo de enfermidad?  ¿Estará bien?  ¿Ha visto ya a un médico?  ¿Necesita ir al hospital?  ¿No podrá venir a Estados Unidos para promocionar?  ¿Es serio?  Martín casi pone los ojos en blanco, quiere decir: Por supuesto que es en serio, idiotas. Sin embargo, no lo hace porque no lo necesitan en este momento.

,,Me estoy muriendo", suspira patéticamente, inmediatamente alcanzando a Juan y poniendo su cara en su regazo, pensando que si se queda aquí hasta que se vayan podrá evitar lo peor: sus expresiones feas y horrorizadas, la lástima en  sus ojos.  No quiere compasión. Es vergonzoso.

Y puede escuchar a todos hablando a la vez, pero su cerebro se niega a convertir sus palabras en cualquier cosa que no sea divagaciones, y de repente sus manos están sobre él, acariciando su rostro y recorriendo su cabello y tirándolo hacia arriba para mirarlos y Villa está envolviendo a Martín con fuerza en sus brazos y Martín se está acercando para abrazarlo, sintiéndose seguro y muy, muy triste de repente cuando Simón alcanza los brazos de Villa para acercar a Martín y Alejo espera pacientemente detrás de ellos, sin querer abrumarlo y molestar. Martín los ama. Los ama tanto.

Se siente cálido, feliz y amado, tan, tan amado mientras Villa lo abraza, frotando su espalda y susurrando tonterías en su oído y está bastante seguro de que Simón está sosteniendo su mano. Joder, no está listo para dejar a sus chicos.

Ni ahora ni nunca.

No Te Vayas// Isargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora