Capítulo 6

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Sofía acomodó su barbilla sobre el hombro del chico, tenía las comisuras de sus labios elevadas a su máximo explendor y le dolía la cabeza de tanto reír

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Sofía acomodó su barbilla sobre el hombro del chico, tenía las comisuras de sus labios elevadas a su máximo explendor y le dolía la cabeza de tanto reír. De regreso a la habitación, ni siquiera podía caminar; cuando la adrenalina abandonó sus venas y su cuerpo se mostró cómo era, solo en ese instante ella fue capaz de entender lo cansada que estaba y lo mucho que le costaba mantenerse en pie, así que como el chico amable que era, Tanjiro la llevaba cargada en su espalda, aguantándola por sus muslos y rogándole que no se soltara mientras caminaba de regreso a su camarote con pasos lentos. La castaña se dio el lujo de escuchar la tranquila respiración de él y de disfrutar lo cálida que era su piel, lo agusto que se sentía allí. La luz de la luna se reflejaba en las aguas del océano que se podían divisar desde los pasillos, ella nunca había contemplado una noche tan hermosa, al parecer con aquel jóven, cada paisaje era único y cada momento era especial.

Cuando el silencio fue lo único que existió entre ellos, Sofía se acurrucó a la espalda de Tanjiro y arrugó los dedos de sus pies descalzos, estaba tan felíz, le encantaba aquello. Sentía una extraña satisfacción en su corazón que la hacía sonreír como tonta. Quería chillar como una niña pequeña, tal vez era culpa de esa cerveza.

Por su parte, Tanjiro disfrutó de igual modo aquella situación. Sentía el sube y baja del alterado pecho de Sofía y le encantaba porque el suyo estaba igual; las risitas bajas que a veces soltaba la muchacha eran como una preciosa melodía que lo abrumaba. Quería dibujar ese momento, porque era perfecto, lo único que podría arruinarlo era que el final del camino se acercaba y se vería en la necesidad de tener que despedirse, y no quería hacerlo.

—Yo... —comenzó la joven, soprendentemente sin tartamudear, agrietando aquel mutismo —realmente me divertí hoy, todo gracias a ti, Tanjiro.

—Yo no hice nada —replicó, riendo por lo bajo, sin detener su rumbo—. Tú llenaste el ambiente de alegría, fuiste tú quién comenzó a bailar, tú trataste a los de tercera clase como si no lo fueran, tú jugaste a los dardos y los pateaste a todos, solo tú y tu increíble poder de hacer el momento único.

—Ya, pero tú me extendiste tu mano —susurró, abrazándolo aún más fuerte. Sería el alcohol, pero sus ojos se cristalizaron y su garganta se cerró casi que por completo —, sin eso jamás hubiera tenido el valor de abandonar mi normalidad y hacer las cosas que realmente quiero. Tú me otorgaste la libertad que busqué durante tantos años y me llevaste a un mundo mejor que el que conozco.

—Te llevaría cuentas veces fueran necesarias —aseguró, sin tan siquiera pensar que estaba diciendo. Al percatarse de las palabras embarazosas que había pronunciado, su cara se sonrojó por completo y agradeció eternamente que Sofía estuviera en su espalda y no pudiera verlo.

—Gracias por todo —Ella estaba roja igual pero ni siquiera lo sabía—. Me alegra que me hayas hablado en la mañana.

—Es que parecías triste y no sabía que decir o hacer para mejorarlo —confesó, dando un pequeño brinco para acomodarla mejor, la muchacha se le estaba escurriendo de entre los brazos—. Así que pensé en decir eso, la verdad es que me lo inventé.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora