Capítulo 2

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Tanjiro le sonrió por última vez de un modo amable, transmitiéndole tranquilidad y paz

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Tanjiro le sonrió por última vez de un modo amable, transmitiéndole tranquilidad y paz. Todo indicaba que la conversación perecería ahí, el muchacho recogía sus cosas preparándose para abandonar el lugar; mas Sofia no quería aquello, algo extraño en su interior le gritaba que no lo dejara irse y que dijera cualquier tontería, por muy mínima que fuese, pero que lograra retenerlo poco más.

—Sé que sonará atrevido de mi parte —comenzó, observando cuando él hizo un gesto que indicaba cortesía con su sombrero viejo —, pero de verdad me gustaría ver sus obras.

-—Oh! —exclamó estupefacto, era la primera vez que alguien de una clase tan alta se interesaba por sus dibujos o le pedía observarlos. Lo tomó por sorpresa. Todos habían pasado de su arte por innecesario, muchos incluso le habían dicho que no poseía talento ninguno, le sugirieron que abandonara su sueño porque jamás lo lograría. Fueron palabras duras y en su momento lograron desanimarlo; sin embargo, decidió no rendirse y perseverar vehemente con sus aspiraciones.

El muchacho se mostró pensativo, ausente.

—¿Está bien? —inquirió inclinándose sutilmente para poder divisarlo mejor.

Él revolvió sus rojizos cabellos con emosión y sonrió a más no poder. Estaba feliz y eso se percibía fácilmente, el brillo en sus ojos cuando la miró de nuevo mostraban su fascinación y alevosía. Sofia lo había hecho el hombre más afortunado del mundo sin saberlo, tantos años luchando por algo y por fin veía un resultado, por muy pequeño e insignificante que sea, puesto que alguien estaba atraído por su arte.

—¡Claro que si! Para mí sería un honor, digo un placer, bueno... —se encogió de hombros sonrojado, extendiéndole su cuaderno —. Lo que quiero decir es que me alegraría recibir una crítica.

Tan lindo que se veía avergonzado, la castaña lo examinó así. Tenía las mejillas rojas, mantenía la mirada gacha y una de sus manos estaba en la parte trasera de su cuello. Era tan tierno, de un instante a otro pasaba de ser un hombre sabio y dulce a un niño tímido.

Sofía, después de divisarlo con cuidado, al fin tomó lo que se le había tendido hacía un rato. Sus finas manos capturaron aquel desgastado libro, se preguntó cuántos años lo habría acompañado, qué tanto aprecio le tenía. La primera página mostraba una dedicatoria:

Para mi hijo, para que sepa que siempre estaré con él y que mi voluntad está aquí, dónde sé que plasmará el mundo.

La envidia la golpeó con fuerza, aunque se sintió pecaminosa por eso deseó tener una madre así, que la apoyara. Aquellos pensamientos impuros abandonaron su cabeza cuando pasó a la siguiente página, sus ojos se abrieron de par en par y sus pupilas divisaron el más bello de los atardeceres en el monte apresado en una simple hoja. Se quedó deleitada y prosiguió. Ahora podía apreciar una pradera de flores, nuevamente fue deslumbrada por la increíble forma de dibujo del chico.

—Tiene un estilo único, me encanta
—tuvo que comentar volviendo a mirarlo.

—Gracias, decidí que quería pintar lo más hermoso de este mundo, para que quedara como prueba de que alguna vez estuvo ahí —contestó él, sonriéndole sincero.

Y mientras ella degustaba con entusiasmo todos y cada uno de los escenarios que Tanjiro le estaba mostrando indirectamente, el chico solo podía admirarla.

Pasaron unos minutos de silencio, ninguno decía nada y eso estuvo bien. Ella hubiera seguido mirando dibujos de no ser por aquel grito que la obligó a apartar su vista.

—¡Sofia! —la llamó otro hombre, acercándose a dónde se encontraban. Tenía el cabello rubio, con unos azules diamantes incrustados en su cara y vestía formal, detallando su buena figura.

La castaña había olvidado que debía almorzar con su hermano, él también había abordado el Titanic y creía que su próximo casamiento se debía celebrar. Desde pequeños tuvieron una relación cariñosa y se amaban con locura, por lo que la protagonista no había permitido que él se enterara que su compromiso era un arreglo por Letizia, sabía que aquello provocaría una guerra entre los dos únicos familiares que le quedaban; prefirió guardárselo y asumir en silencio.

—Edward —murmuró la misma —. Ten, muchas gracias por enseñármelos, me tengo que ir.

El varón tomó su cuaderno. La muchacha partiría y ahora fue Tanjiro quien quiso impedirlo. En un estúpido impulso, cuando ella ya había dado dos pasos, la tomó de la muñeca, obligándola a girarse hacia él nuevamente, cuando lo consiguió ya no le salieron las palabras. Inesperadamente se quedó mudo y todo lo que planeó decirle —que quería volver a verla, que deseaba mostrarle mucho más—, todo quedó en el aire cuando aquel fulgor castaño encontró el suyo borgoña. Sus orbes se cruzaron en un hermoso choque de miradas, detallándose con potencia y admirándose de forma extravagante, como si fueran las joyas más extrañas y difíciles de encontrar del mundo. Ambos le rogaron en secreto al tiempo un segundo más, que todo se detuviera, que solo fueran ellos en aquel barco.

Lamentablemente la realidad los golpeó como un balde de agua fría cuando la mirada inquisidora de Edward, quien ya había llegado al lugar, se posó sobre ambos.

Tanjiro se vio en la necesidad de soltarla y ni siquiera pudo transmitirle su deseo de volver a encontrarse.

—¿Interrumpo? —inquirió el hermano, con el ceño fruncido, esperando la respuesta de Sofía.

Esta negó —. Vamos, te prometí pasar mis últimos días de soltera contigo.

Aquello fue más un recordatorio para sí misma. Necesitaba tener presente que debía casarse, que estaba comprometida por el bien de las personas que le importaban. No podía permitiese vacilar de ese modo tan absurdo como lo hizo antes, cuando creyó haber encontrado en la mirada de un joven a quien recién conocía, una misteriosa y curiosa oportunidad de felicidad.

Para Tanjiro descubrir que esa linda mujer ya estaba atada a alguien fue más complicado de lo que imaginó, una furiosa y potente aguja se clavó en su pecho. Lo peor es que no comprendió el por qué.

Edward abrazó a su hermana de la cintura para llevársela lejos, mas no pudo evitar que los orbes de la misma buscarán por última vez al muchacho que se quedó sonriéndole.

Edward abrazó a su hermana de la cintura para llevársela lejos, mas no pudo evitar que los orbes de la misma buscarán por última vez al muchacho que se quedó sonriéndole

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Palabras del autor:

Tarde pero seguro :D

PD: amo a Tanjiro, que alguien me regale uno.

Es muy lindo, imaginarlo sonrojado me provoca maripositas en el estómago (╥﹏╥)

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora