Capítulo 20

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Sofía solo se dejaba guiar por Tanjiro, ni siquiera veía a dónde se dirigían pero confiaba ciegamente en él, tenía suficientes problemas con mirar a su alrededor y divisar el caos desatado, los gritos agonizantes y las personas empujándose unas a ...

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Sofía solo se dejaba guiar por Tanjiro, ni siquiera veía a dónde se dirigían pero confiaba ciegamente en él, tenía suficientes problemas con mirar a su alrededor y divisar el caos desatado, los gritos agonizantes y las personas empujándose unas a otras sin importar el bienestar de nadie, todos querían salvarse a sí mismos. Ella sabía que no podía permitirse el lujo de caer en shock, pero aquello la superaba, jamás había visto tanta depresión y sufrimiento junto, puede que debido a su posición social y lo bien que siempre había vivido; pero no debía rendirse, tenía que ayudar a su amado como podía, aún si lo único que era capaz de hacer era permitir que el muchacho la arrastrara por todo el barco. Un pitillo atacó su oído y de repente sus ojos se nublaron, ¿culpa del llanto?¿un mareo?

—Aguanta —le pidió él, girando levemente su rostro para dedicarle una sonrisa sobre su hombro. Kamado pudo sentir como la castaña perdía fuerzas con el tiempo, la sentía desanimarse y poco a poco mermar sus pasos; no podía permitirlo, no cuando estaban tan cerca.

Como si aquel simple gesto por parte del varón fuera algún modo de recargar energías, la protagonista sintió que todo su cuerpo le respondía después de tanto tiempo y que, podría seguir dando guerra. No permitiría que él lo hiciera todo, que la protegiera como siempre había hecho, no quería ser una estúpida chica que dependía de un hombre, y aunque lo fuera muy en el fondo, aunque dependiera de esa tierna risa para volver en sí, de esa sincera mirada para superarse, de ese gentil tacto para luchar, trataría de ser lo más útil posible, de ayudar a que ambos se salvaran.

La carrera continuó otros tres minutos, esquivando personas, evitando conflictos y sujetándose mutuamente, Tanjiro y Sofía por fin llegaron a dónde debían, o al menos hacía dónde quería él. La jovencita no comprendió del todo porque su amado se había detenido, pero al sacar la cabeza por un lado y presenciar el siguiente grito, fue capaz de entenderlo todo.

—¡Hija! —llamaba la madre decesperada al divisar a la susodicha a tan solo unos metros. Estaba sentada en la orilla de un bote salvavidas que se disponía ya para ser bajado lentamente al mar—. Es mi hija, mi hija. ¡Tienen que dejarla subir!

—Señora la capacidad del bote— intentó explicar uno de los marineros, mas fue interrumpido cuando Letizia se puso en pie y llamó con una mano alzada a Sofía—. ¡Cálmense, por dios!

—No lo haré, ella no pesa nada, ustedes estaban bajando a las mujeres y niños, mi hija tiene que venir conmigo —replicó, de modo tajante, lo cual desencadenaría una discusión.

Lejos de ahí —aunque no tanto—, la joven pareja se miró, él con una sonrisa y ella con una ceja alzada. Ambos sabían que de ese lado también iniciaría una ardua pelea, porque tenían distintos intereses; mientras Sofía quería permanecer al lado del hombre del que se había enamorado, este solo pensaba en salvarla aún por encima de su vida.

—¿Tanjiro que hacemos aquí? —imquirió la fémina, apretando su agarre a la mano de su amado.

—Tienes que subir a ese bote, tu madre se encargará de hacerlo posible. ¿Recuerdas? Es imparable cuando quiere algo —citó, haciendo mención a las propias palabras de Sofía hacía unos días atrás.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora