Capítulo 19

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Después de tanto luchar y maniobrar, todos los intentos terminaron el fracaso

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Después de tanto luchar y maniobrar, todos los intentos terminaron el fracaso. Sofía divisó en primera fila como el capitán del barco y todos los marineros intentaron que el Titanic no chocara contra aquel iceberg, de verdad pudo verlos dar su mejor esfuerzo, y aunque lograron evitar un impacto directo, el metal rozó las esquinas del glaciar y provocó una apertura que tarde o temprano llevaría al hundimiento. La decesperación de Muzan por salvar la mayor nave que haya montado no impidió que ahora más de mil doscientas vidas estuvieran en peligro. La más horrible de las pesadillas se estaba desarrollando, el RMS tocaría fondo.

Pronto el pánico en los trabajadores se evidenció, y la esperanza a la que se habían estado aferrando —la de esquivar el iceberg— se convirtió en un lejano recuerdo, las llamadas de niveles inferiores indicaban que el agua estaba entrando a velocidades descompasadas. Era hora de evacuar a todos los pasajeros que pudieran salvarse. Ellos sabían que en un océano tan frío, aquellos que naufragaran no sobrevivirían, y tener ese conocimiento solo los atormentaban.

Cargando con la culpa de todo, Muzan, debía dirigir el proceso de evacuación; así que, dedicando una vaga mirada al mar que se extendía más allá del vidrio de la cabina, se quitó su gorra de capitán y la colocó sobre el timón. Sin más tiempo que perder y viendo todo el desastre que comenzaba a formarse allá afuera, se dispuso a salir.

—¡Muzan! —exclamó la castaña. Impidiendo que diera un paso más lo tomó de la mano y le rogó con la mirada algo que ya ambos sabían y no era necesario decir en voz alta. Necesitaba que liberara a Tanjiro porque la cosa no pintaba nada bien—. Sabes que es lo correcto.

Aquella súplica logró descongelar su estoica apariencia. Recientemente algo había combinado en él, algo era distinto, y si anteriormente no le hubiera importado, ahora entendía a ese pobre par de amantes que sufrieron por culpa de un destino que no los quería ver juntos; fijó sus ojos en Lina, la chica pelirroja que acababa de llegar a la escena con la respiración entrecortada por tanto correr, ella también le pidió de una forma silenciosa que accediera, y luego dirigió su mirada hacía Tanjiro, el inocente muchacho que había pagado las concecuencias de que una madre sin corazón no aceptara que su hija amara a alguien de baja clase. Suspiró, porque tuvo que hacerlo antes de extenderle la llave a la protagonista.

Sofía, completamente complacida corrió en dirección a su amado para soltar sus cadenas. En cuanto lo hubo hecho, él la abrazó con fuerza y le susurró mil cosas en el oído; la envolvió con todo lo que tenía, disfrutando tenerla así aún en medio de aquel desastre, incluso tuvo miedo de lastimarla por toda la energía que estaba empleando en sostenerla.

—Sálgamos de aquí —murmuró él, besando, primeramente su mejilla, luego su frente y por último su boca; todo muy fugazmente.

La fémina asintió en cuanto pudo, y cuando creyó que era el momento, se giró dispuesta a darle las gracias a Muzan, mas este había desaparecido junto a Lina, ni rastro habían dejado. Muchas cosas encajaron en ese momento y sonrió para sí. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el Kamado, que tomó su mano y comenzó a correr lejos de ahí.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora