Capítulo 11

466 81 54
                                    

Luego de desaparecer de la cena juntos, Sofía y Tanjiro decidieron dejar de contenerse, decidieron aceptar que tenían sentimientos por el otro y dejar de ocultarse para suspirar por el contrario en la abrumadora soledad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Luego de desaparecer de la cena juntos, Sofía y Tanjiro decidieron dejar de contenerse, decidieron aceptar que tenían sentimientos por el otro y dejar de ocultarse para suspirar por el contrario en la abrumadora soledad. Era mejor estar juntos y afrontar las consecuencias después que pasar toda una vida fingiendo; así que, sabiendo los que eventualmente vendría, ellos escogieron ponerse por encima de todo y aceptar el regalo que el destino les había dado. Escaparon de la multitud y se perdieron en los confines del barco.

Cómo acostumbraban a hacer cuando estaban juntos, exploraron territorios inexplorados hasta ahora y se adentraron en las garras de lo desconocido. Les gustaba investigar y viajar por todas partes en la agradable compañía que representaban. Y sabían que estaban siendo precoces, pero lo estaban disfrutando y eso era más que suficiente. Esta vez el paseo ocurrió con ellos tomados de la mano, sin soltarse ni un solo segundo, se aferraron con fuerza, como si separarse representara perder algo.

Ahora más que nunca sonrían; lo hacían porque el tiempo no era un obstáculo para la inexplicable felicidad en sus pechos, puede que no hayan pasado toda una vida juntos, pero se tenían en ese momento que parecía eterno; sonreían porque ya no había nada que impidiera que pudieran tener algo, Rengoku había roto el compromiso y Sofía estaba libre, además de que conociendo los sentimientos de ambos, lucharían sin descanso por no ser separados; sonreían porque habían probado sus bocas, no en una ni dos ocasiones, lo habían hecho cada vez que encontraron una posibilidad en aquella fría noche, porque la calidez impregnada en la piel y labios del contrario lograba disipar cualquier frigidez que experimentaran; sonreían porque se tenían el uno al otro.

Nada arruinaría la sensación tan tibia que afloraba en su interior, casi parecía magia.

Lamentablemente el reloj seguía en marcha y nadie podría detenerlo, tal vez sus agujas pararan y ya no marcara la hora correcta, pero el tiempo seguía en marcha. El mismo malvado reloj indicó que ya eran horas muy tardías, Sofía debía estar en su camarote hace bastante y había vuelto a hacer eso de irse sin avisar. Curioso, a pesar de ser Tanjiro una persona tan tierna, empática y pasiva, despertaba en ella un lado tan salvaje y desobediente, era un bonito contraste que Sofía comenzaba a amar.

De regreso a su camarote y todavía embelesados por la magnífica noche que tuvieron, los protagonistas se encontraban igual de contentos que como hacía unas horas cuando se confesaron la marea de dudas y satisfacciones que se provocaban. Mantenían sus manos unidas, como si hubieran hecho un nudo ciego, y charlaban amenamente sobre cualquier tontería, tratando de ocultar que ninguno quería que aquel momento terminara.

—¿Sabes? Tengo una hermana —contó el varón, doblando su cuello para poder divisarla. Ella se encontraba en la misma posición que él mientras caminaban a la par, al mismo ritmo lento y tranquilo. La muchacha le dedicó una mirada inquisidora y sonrió esperando que continuara—. Antes de conocerte era la única razón por la que vivía; bueno, ella y mi arte. Me prometí protegerla a toda costa, pero olvidé mi cometido cuando encontré un nuevo sueño y ella se vio lo suficiente mayor para protegerse así misma. Por eso regreso a casa, ella me está esperando, me di cuenta de que me necesita tanto como yo la necesito, somos la única familia que nos queda.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora