Capítulo 3

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Sofía y Edward tomaron asiento en una de las mesas vacías que había

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Sofía y Edward tomaron asiento en una de las mesas vacías que había. Rápidamente fueron atendidos por uno de los meseros, quien les brindó la bienvenida y les sirvió agua. Los hermanos agradecieron adecuadamente y sin tanta dilatación hicieron su pedido.

No quedaron en silencio, el mutismo no era común entre ellos, solían hablar de todo un poco, contándose hasta lo más ridículo. Siempre habían sido mejores amigos y compañeros, confiaban en el otro más que en sí mismos, cuando alguno estaba en problemas, el otro acudía a ayudarlo sin dudar. Desafortunadamente, los dos comenzaron a distanciarse desde que Sofia se había enterado del compromiso, la afectaba mucho el hecho de tener que mentirle a su más fiel conocido, mas la opción de decírselo no estaba en sus planes. La chica quiso que se viera lo menos forzado posible, que él no notara su repentino alejamiento, pero Edward no era tonto y por supuesto se había percatado de que a su hermanita le pasaba algo peculiar, que algo la afligía, solo que cuando preguntaba ella negaba todas sus acusaciones.

—Entonces, ¿cómo es Kyojuro? —inquirió el varón, con una gran sonrisa.

Aunque no lo supiera, tenía una buena puntería para los temas sencibles.

La muchacha que hasta ahora solo podía pensar en Tanjiro —aquel tierno joven que conoció ese mismo día, hacía tan solo unos segundos— solo pudo encogerse de hombros y forzar la más hermosa y real de sus sonrisas.

—Es un hombre muy especial —Se limitó a decir, huyendo de la mirada del que se encontraba frente a ella —. Mucho mejor de lo que crees, es fantástico.

—Me alegro, no le entregaré a mi hermanita a cualquiera —dijo, cruzándose de brazos. Estaba examinando con cuidado la expresión en el rostro de Sofía, buscando las señales de que estaba mintiendo, las conocía a la perfección y no las encontró, porque desgraciadamente Sofía no mentía. Rengoku era un hombre magnífico; el resultado hubiera sido distinto si hubiera preguntado si ella estaba enamorada.

—¿Algún día dejarás tu lado sobreprotector conmigo? —cuestionó entre risitas —. Ya no soy una niña, puedo cuidarme sola.

—Es que los hombres somos complicados, hay tantos casos de esposas maltratadas y menospreciadas. Esta época es complicada, no es algo que desee para tí —suspiró, relajando su semblante —. Preferiría que no te casaras.

«Yo también», pensó. Tragándose aquellas palabras que se atragantaron en su garganta con unas inmensas ganas de salir, la castaña negó tranquila, restándole importancia.

—Kyojuro es mejor de lo que imaginas, él jamás haría eso conmigo, lo sé —dijo segura, sonriéndole.

—Me alegra que tengas tanta confianza en tu prometido, pero si un día necesitas mi ayuda... —Se inclinó, buscando colocar su mano sobre la de Sofía, logrando brindarle calor —sabes que estoy aquí. Hermanita, sabes que puedes contarme lo que sea.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora