Capítulo 10

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Al principio Tanjiro se sintió incómodo, aunque debía admitir le caía muy bien Kyojuro y su inapagable sonrisa, de cierto modo lo volvía loco pensar que Sofía estaría casada con él pronto

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Al principio Tanjiro se sintió incómodo, aunque debía admitir le caía muy bien Kyojuro y su inapagable sonrisa, de cierto modo lo volvía loco pensar que Sofía estaría casada con él pronto. No lo odiaba, lo envidiaba, y esa era una sensación completamente desconocida, jamás había experimentado algo igual, desde niño se crío con valores que iban más allá de esas emociones negativas, luchaba por lo que quería sin remordimientos y no añoraba lo de nadie más, porque estaba agradecido con lo suyo; mas no podía evitar querer el tesoro más grande de aquel hombre, deseaba con todas sus fuerzas robarse su prometida y huir a algún lugar donde nadie los encontrara.

Rengoku se encargaba de quitarle un poco de peso al tenso ambiente con sus comentarios y risas energéticas. Sofía tenía sus ojos de arpía clavados en Tanjiro y a veces —por cortos períodos de tiempo— dirigía su mirada hacia su avergonzada hija; Edward, por su parte, solo podía apreciar el rostro de su hermana y pensar que esto no es lo que ella quería, puede que la jovencita no se haya armado de valor para contarle que no quería casarse con su prometido, pero él solo descubrió que sus orbes cafés brillaban con intensidad cuando miraban al joven Kamado, cosa que no pasaba con Kyojuro, y aunque debía admitir que este era un buen hombre, no era el que su hermana quería; Senjuro y Muzan notaban que algo no iba bien del todo, pero decidieron callar, no era asunto suyo, cada quién debían resolver sus problemas; por último y no menos importante, la protagonista no cabía en aquella mesa, durante su preparación para la cena Leticia la reprendió de un modo abismal, la hizo llorar con crudas palabras que prefería no recordar, le advirtió que se alejara de aquel simple pobre y que empezara a poner más atención a lo realmente importante, no la dejó hablar ni tomar la palabra, Sofía no se pudo defender ante el arrebato de su progenitora y su falta de comprensión, quiso decirle que ella no amaba a Kyojuro, que sentía cosas por Tanjiro y que no se casaría, pero al final tuvo que callar cuando la mayor desapareció por la puerta.

La situación parecía caer en picada cuando Leticia comenzó a hacer comentarios del compromiso arreglado, haciendo sentirse mal a su hija y al interés de la misma, aquel jóven de ojos borgoña. Ambos se encogieron de hombros en el lugar y forzaron una sonrisa triste, tratando de disimular su desacuerdo con aquello. Si fuera por Tanjiro, ya se hubiera levantado afirmando que no permitiría esa boda y que lucharía por la libertad de la castaña, creía saber que ella sentía lo mismo que él, mas no había contestado a su confesión esa tarde, dejándolo confuso; no podía dejar en ridículo a todos si no estaba seguro de los sentimientos de la joven, ¿y si ella si quería casarse con Kyojuro?

Duelos mentales desatados, inconformidad en el aire, tristeza impregnada en cada acción, inseguridades malignas, todo aquello desapareció cuando el dueño del Titanic se atrevió a decir las siguientes palabras.

—Sobre eso, no me voy a casar con Sofía.

El tiempo se detuvo para muchos, aunque la incertidumbre los carcomía.

Sofía relajó todo su cuerpo y se mostró sorprendida, sin poder ocultar la felicidad que le había traído aquella notícia.

Tanjiro sintió que le sacaban un peso de encima, y aunque le daba curiosidad la decisión del hombre, agradeció eternamente aquellas líneas.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora