Un carraspido interrumpió su cálido momento. Detrás de ellos una tercera persona decidió hacer acto de presencia e interponerse en esa muestra de amor. Tanjiro y Sofía se separaron para ver de quién se trataba, encontrando a Edward. El hermano de la protagonista portaba una expresión seria y tenía los brazos cruzados, exigiendo con la mirada una explicación para aquello. Tan adentrados en su propio mundo se encontraban los jóvenes enamorados que ni siquiera se percataron de que el rubio se acercó y ahora solo pudieron encoger los hombros, casi que a la misma vez, lamentándose por no prestar más atención.La castaña estaba apenada, pero no por haber decidido estar con el de orbes borgoña, no, lo estaba porque lo había decidido y no le había dicho a su hermano, otra vez había estado haciendo cosas a sus espaldas. Ahora que todo el asunto de la boda y el matrimonio arreglado parecía tan lejano, Sofía no hayaba cómo decirle a su mejor amigo, su compañero de vida, que ella en realidad nunca quiso estar con Kyojuro, y que aquello si era lo que parecía, que aunque fuera un hombre pobre, Tanjiro era todo lo que ella quería, que no le interesaba el estatus, ni el dinero, solo quería estar junto a ese artistas que había dibujado un corazón nuevo para ella, o por lo menos había pintado de colores el gris que antes dominaba cada rincón de su alma.
Dio un paso al frente y alzó su mentón, dispuesta a enfrentarlo y cualquier regaño que conyebara su actitud.
—Yo... —comenzó pero fue rápidamente detenida por un fugaz abrazo que le dió Edward.
La chica tartamudeó algunas cosas sin sentido, no comprendía nada. Vaciló un momento antes de devolverle el gesto a su hermano, fueron más bien unos segundos en los que procesó que él no se encontraba reprendiéndola ni diciéndole mujerzuela, la estaba abrazando de una forma tan cariñosa y empática, que ella no pudo evitar romperse ahí. Pequeñas lágrimas descendieron desde sus ojos y recorrieron sus mejillas como si de un desfile se tratara.
Le había mentido durante tanto tiempo, había estado ocultándole lo que la afligía, lo que la tenía deprimida. Le pagó la confianza que Edward le había dado todos esos años con un engaño detrás de otro, jurándose que lo hacía por su bien, por la unión de su familia; cuando Sofía sabía que en el fondo solo quería que no se decepcionara de ella, de la chica que siempre había defendido lo que creía correcto, de la que había enfrentado en vano millones de veces a su madre, de la que no se resignaba a ser solo un objeto inanimado de la sociedad, de esa que dijo que iba a ser escritora hace unos años. Quería que Edward la recordara con ella, no como una cobarde que acepta un destino impuesto por los egoístas.
—Lo más importante es tu felicidad, pequeña —susurró contra su oído, peinando sus cabellos en un afectivo gesto que trataba de calmar su llanto—. No me importa ni el dinero, ni las deudas, solo quiero que sonrías como lo estabas haciendo hace unos minutos, quiero que seas tu misma. Y si para ello tienes que estar con un vagabundo o el mismísimo rey de Inglaterra no me importa.
—Ed... Yo... Lo siento —dijo con sinceridad, ahogándose en sus propias lágrimas. Se aferró con fuerza al cuerpo de su hermano y se tragó los sollozos y las ganas de gritar.
—No importa que pase, siempre seremos tú y yo contra el mundo.
Recordó aquella promesa de niños inocentes que creían que el mayor problema de sus vidas era que su padre no supiera que existían. Recordó como ambos se ocultaron esa tarde de su enojada madre y como juraron entre las flores del jardín nunca separarse, contar con el otro por encima de todo y que cuando tuvieran cualquier dificultad la primera persona a la que buscarían sería a ellos mismos.
Eran tan cercanos, Sofía y Edward eran tan cercanos y todo comenzó a torcerse. Las mentiras provocaron el alejamiento y el alejamiento provocó la nostalgia. Hacía tanto que no se abrazaban de ese modo que hacerlo fue como saborear la gloria.
—Cuando descrubí lo de mamá decidí esperar a que me contaras. Cada segundo que pasaba y no me decías me sentía tan triste, pero me consolaba con palabras tontas como "seguro está buscando el momento indicado" o "ya casi, está armándose de valor". Olvidé pensar respecto a cómo la estabas pasando y lo terrible que debió ser para ti. No me puse en tu lugar y solo me sentí mal por mí mismo, es lo más egoísta que he hecho en este mundo, y es porque la persona con la que me equivoqué fue contigo, pequeña —Se separó para limpiar las lágrimas que poco a poco se fueron extinguido. Le dedicó la más sincera de las sonrisas—. Esta vez hagamos las cosas bien.
Justo allí, a Sofía no le importó como había descubierto la farsa ni cuánto tiempo hacía que lo sabía, ella solo pudo asentir frenética, solo preocupándose por el porvenir. El pasado era mejor enterrarlo, porque ambos habían cometido errores y eso solo los hacía humanos.
Tanjiro observó la escena enternecido por el amor que esos dos se tenían, se podía palpar lo mucho que se querían. De cierta forma le recordaban a él y Nezuko, aunque el destino no había sido precisamente el más gentil con ellos, se tenían, con eso era suficiente, podrían aceptar cualquier desafío juntos.
—Así que, Kamado, será mejor que no le rompas el corazón a mi pequeña o voy a matarte —comentó Edward, alzando su cabeza para divisar el susodicho—. Es la mejor mujer del mundo.
—De eso no tengo dudas —contestó el otro.
La sangre se le subió a la cabeza a la fémina al escuchar aquello, terminando por colorearse de roja toda su piel en el rostro. ¡Que cosas decían esos chicos!
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.Palabras del autor:
Ya casi el final, bueno no pero me gusta meter presión :v
No he dormido nada, literal, hoy he actualizado tres veces y tengo muchooo sueño. Voy a descansar un rato y a volver a escribir, Yei.
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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓
Fanfiction➢ "La historia como nunca te la han contado". Mas de mil doscientas personas arriban al RMS Titanic con el objetivo de llegar a Nueva York; de ellas sobreviven mucho menos de la mitad tras el naufragio ocurrido. Todos conocen la trágica historia del...