Capítulo 15

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Sofía examinó su alrededor con entusiasmo; y tal vez los muebles eran viejos y relinchaban con el viento, las paredes no estaban pintadas correctamente y algunos trozos se hayaban sin repellar, de vez en cuando hiciera acto de presencia una cucara...

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Sofía examinó su alrededor con entusiasmo; y tal vez los muebles eran viejos y relinchaban con el viento, las paredes no estaban pintadas correctamente y algunos trozos se hayaban sin repellar, de vez en cuando hiciera acto de presencia una cucaracha por los suelos; pero en esa habitación, donde lo único que había era una litera —con colchones desgastados y tendedidos con fundas realmente antiguas—, un armario que se caía por trozo y una mesita, ella se sintió más feliz que nunca. Conocer más de Tanjiro y su vida, su día a día, aunque fuera un desastre, la hacían ver la realidad y todas las cosas a las que tendría que renunciar por estar a su lado. ¿Por qué estaba alegre? Simple, porque viendo todo eso, todo ese desastre, todas las comodidades que se perdía, ella prefería una y mil veces más desaparecer y alcanzar su libertad al lado del chico; abandonaría la vida de rica encantada si eso significaba poder compartir cada segundo al lado del Kamado, y eso solo la hacía comprender lo enamorada que estaba.

El sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos, y sin borrar sus sonrisa dirigió sus orbes al hombre de cabellos borgoña. Él le sonreía de igual modo, entre sus manos traía un plato con lo que probablemente serían los aperitivos, debido a que pasaron toda la mañana juntos, volvieron a olvidar el almuerzo. Con pasos firmes y lentos, el chico se acercó donde la jovencita, y asegurándose de agachar la cabeza para no chocar con la cama de arriba se sentó de pies cruzados sobre su colchón, extendiéndole las pocas manzanas y peras que logró conseguir.

—Sé que no es un almuerzo exquisito, pero esto fue lo que pudo darme Inousuke —Se rascó la nuca, levemente sonrojado.

—Tranquilo, es perfecto —le dijo ella, tomando una de las rojas manzanas para darle una mordida—. La verdad es que estas son mis frutas favoritas.

—¿Las manzanas? —inquirió, con un tierno brillo de emoción en sus ojos. Sin darse cuenta se abalanzó sobre ella, hasta quedar cerca de su rostro, sonriendo como un niño pequeño mientras esperaba una respuesta.

—Si —contestó ella, tragando en seco. Los colores se la habían subido a la cara, puede que se hayan besado incontables veces y hayan estado así de contiguos muchas más, pero nunca podría asimilarlo de forma distinta.

—Menos mal —susurró Tanjiro para sí mismo, recogiéndose para revolver su cabello y riendo. Segundos más tarde irguió su cuerpo y elevó su vista para posarla en ella—. ¿De qué te escondes aquí, Sofía?

Preguntó, un poco más serio, logrando aguar la sonrisa en los labios de su receptora y tiñiendo el ambiente con una ridícula incomodidad. Ella no necesitaba indagar en el por qué de aquella pregunta, ya lo sabía, cuando se habían encontrado temprano había mostrado todas sus debilidades e inseguridades y no le había explicado nada, ahora él se encontraba con una inminente necesidad de conocer las razones que la llevaron a llorar entre sus brazos; seguramente se estuvo aguantando estas cuatro horas mientras le dedicaba bellas sonrisas y momentos inolvidables, entre tanti ella olvidaba las lágrimas derramadas él solo podía pensar en ellas.

—De mi madre —soltó, sincera. Comenzó a juguetear con la manzana entre sus manos mientras agachaba su cabeza, porque no tenía la fuerza suficiente para mantener esa penetrante y potente mirada que le dedicaba Tanjiro—. Tuvimos una discusión, le dije que no quería casarme ni con Kyojuro ni con ningún otro... que no fueras tú.

Y lo último logró ablandar el semblante estoico que se había esforzado por mantener el Kamado, obligándolo a entreabrir su boca de la impresión y abrir sus ojos de par en par. De repente se quedó sin palabras para decirle, tenía planeado todo un discurso, mas nunca esperó semejante confesión.

—Sofía... no tenías que haberlo hecho si no estabas lista —Suspiró, depositando una mano sobre el hombro de la nombrada.

Semejante oración logró cortarle la respiración a la protagonista. No era eso, no era eso lo que quería decir, Tanjiro. Se alarmó tanto que actuó sin pensarlo.

—¡No! ¡No! —exclamó indignada, siendo ella la que esta vez se inclinó hacia él, haciendo que la fruta que olvidó tenía cayera el suelo—. No tiene nada que ver, lo que me preocupa no es lo que piense mi madre de mis sentimientos, es lo que haga. No dudo ni un segundo de que la hermosa y dolorosa opresión que provocas en mi pecho es amor, quiero estar contigo y me da igual lo que piensen los demás, Tanjiro. Es mi vida y quiero vivirla a mi modo, y si tú me lo permites, a tu lado. En tan poco tiempo tú has sabido ver a través de mi tristeza y conventirla en sonrisas tontas, has sabido sacarme de mi jaula de resignación hacia un futuro que no deseo para llevarme a volar por el más azul de los cielos de lo desconocido, me has hecho añorar algo, me has hecho enfrentarme a todo lo que creía que era invencible para descubrir que no es así —Colocó su mano en la mejilla del varón, acariciándola con cuidado con sus dedos, debido a la diferencia de alturas se veía en la necesidad de alzar su cara—. Has destruido mi realidad con tu incertidumbre y amabilidad, tú eres lo que estuve esperando tanto. Por eso no me interesa que a mí madre le disguste que me haya enamorado de un chico de tercera clase, me preocupa lo que pueda llegar a sucederte, la conozco desde siempre y es una mujer bastante persistente y obstinada, cuando algo se interpone en su camino hace todo lo que sea necesario para apartarlo, todo, Tanjiro, todo. No quiero que te suceda nada.

Al de orbes borgoña le costó unos segundos asimilar esas palabras, y otros pocos sonreír por ellas. Tomó con cuidado la mano de la castaña —que se hayaba contra su piel— para llevarla a su boca, y besar la palma de esta con toda la dulzura que él conociera.

—No va a pasarme nada, lo prometo. Sin importar que pase permaneceré a tu lado, ni tu madre, ni la corona inglesa podrán doblegarme. Te dije que lucharía por tí sin importar qué, las peleas tienen momentos difíciles y frustrantes a veces, pero al final, cuando ganas, te das cuenta de que todo valió la pena; Sofía, tú vales la pena.

 Te dije que lucharía por tí sin importar qué, las peleas tienen momentos difíciles y frustrantes a veces, pero al final, cuando ganas, te das cuenta de que todo valió la pena; Sofía, tú vales la pena

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Palabras del autor:

—Como desaparece está autora recientemente, y eso que dijo que iba a terminar esta historia en esta semana

Bueno, tengo dos justificaciones tontas; estoy haciendo una dieta horrible para bajar de peso y me he pasado los días deprimida y sin ganas de nada, sumando a esto que me he enganchado con El Internado. So, perdonen mi existencia.

Bueno, ahora sí entramos en la recta final.

Esperen atentos lo que hará Letizia :D

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~Sora.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴅᴇ ᴋʏᴏᴊᴜʀᴏ |•ᴛᴀɴᴊɪʀᴏ ᴋᴀᴍᴀᴅᴏ|• ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora