El mundo del punk está lleno de maravillas. Aquí encontrarás las historias ganadoras de los diversos retos sobre subgéneros punks que se realizó.
Un paseo por un contenido distinto.
— ¡Aire! ¡Aire! ¡Aire! — vociferaba Ian en su último momento de cordura.
Ignorando los letreros de advertencia comenzó a escalar el gran muro que separaba a la sociedad en dos grupos: los privilegiados y los chatarras.
Con cada escalada que daba recordaba su pasado. Todo inició cuando el planeta fue explotado hasta su límite, la contaminación llegó a su punto más alto y conjuntamente la escasez de agua y alimentos no tardaron en llegar.
Eventualmente la especie humana fue desapareciendo y en solo cuatro meses, más del cincuenta por ciento de la población se volatizó, científicos de todo el mundo se reunieron para encontrar una solución y luego de varios meses de arduo de trabajo lo consiguieron.
Desarrollaron una gran tecnología que permitía que todos los sobrevivientes sean capaces de abastecerse por décadas pero lo que inició como una noticia esperanzadora se transformó en algo desgarrador. Y fue en ese momento que la anarquía reinó.
Tras los nuevos hallazgos, la sociedad se volvió egoísta con los recursos y se construyó un muro de cincuenta metros de altura, la superficie se encontraba vigilada por cámaras de seguridad de alta tecnología que eran capaces de informar todo acerca de ti, desde la fecha de nacimiento hasta tu ocupación antes de esta Era postapocalíptica.
Solamente las personas adineradas y entes que habían financiado a los científicos fueron quienes recibieron los beneficios de vivir al otro lado del muro, con todas las comodidades, lujos y recursos que los científicos habían creado.
Las construcciones no tardaron en comenzar, casas modernas, medios de transportes capaces de volar y un sin número de nuevos objetos inventados que facilitarían sin duda alguna la vida. Pero no todo es color de rosa, del otro lado del muro se encontraban los rechazados de la sociedad, los marginados se vieron obligados a recolectar la basura y chatarra que las empresas de los privilegiados arrojaban para así tratar de construir sus "casas o refugios".
Ian Jones, un hombre de veintiocho años de edad, había cambiado radicalmente, ya no era el mismo alegre y risueño que solía ser antes de la catástrofe. Ahora se había convertido en un asesino a sangre fría y un ladrón, todo por sobrevivir.
Mensualmente los privilegiados arrojaban desechos, los cuales eran recogidos por los marginados.
Se estarán preguntando cómo lograron sobrevivir sin recursos y nada más que con la oxidada y metálica chatarra. La respuesta es simple y es una sola palabra, adaptación, así cómo al inicio de los tiempos solo los más fuertes lograron adaptarse a ese nuevo ambiente. Aunque siendo honestos, fue imposible acoplarse al cien por ciento.