8. El abuelo

80 7 0
                                    

—¡Mel! ¡Mel, contesta joder!

Elena está aporreando la puerta. Me levanto algo desorientada por la caída y forcejeo con el pomo para abrirlo, pero es inútil.

—¿Estás bien?—oigo al otro lado.

—Sí, pero la puerta no se abre.—chillo para que pueda oírme.

—Espera, creo que...

Lo siguiente que oigo es a Len gritar. Me pongo nerviosa y golpeo la puerta con todas mis fuerzas.

—¡¿Elena estás ahí?! ¡Elena!

Nadie dice nada al otro lado y doy vueltas por el pequeño cuarto, tirándome del pelo.

¿No se supone que es aquí donde debemos estar a salvo?

—Joder, joder...—susurro mientras pienso en algo.

De repente se me ilumina una idea. Saco mi teléfono y llamo a Elena.

No da señal.

— ¿Qué coño me estás contando? ¡¿Cómo no puede haber cobertura aquí?!

Levanto el móvil para ver si en algún punto alto da señal. Tampoco puedo alzarlo mucho porque el techo es extremadamente bajo.

Mientras camino por el reducido espacio me acerco a la ventana.

La calle está completamente vacía.

Me doy la vuelta y veo una sombra pasar de reojo. Cuando echo una mirada panorámica al cuarto todo parece normal. Solo por una cosa...

Doy un respingo cuando entre todos los trastos, abuelo está sentado en un viejo sillón que ni se ve por la cantidad de cajas que hay allí.

—Mel.—pronuncia con una voz algo distorsionada.

Ya no me acordaba ni de cómo sonaba.

—¿Qué está pasando?—pregunto evitando temblar temiendo la respuesta.

—Estáis en peligro.

—Ya lo sé, ese espíritu lleva días atormentándome.

—No es lo único con lo que tú y Elena tenéis que tener cuidado.

—¿Qué quieres decir?

Yo estoy confundida, pero él parece estarlo mucho más. Se acerca y me pone un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja. Su tacto es casi imperceptible.

—Habéis crecido tanto...Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad?

Yo asiento.

—¿Por qué estás aquí?—pregunto mirándolo fijamente.

Su rostro es pálido y por segundos parece no tener expresión alguna, cuando siempre fue una persona muy expresiva.

—Hay algo que no me deja irme, nena. Creo que es la sensación de protegeros.—hace una pausa y continúa.—Pero estoy muy cansado. Al otro lado todo es frío y monótono...

—¿Al otro lado de qué?—pregunto desconcertada.

—Al otro lado del plano mortal, por supuesto.—mira alrededor como si algo no estuviera bien y pregunta.—¿Has venido sola?

—No, estaba con Elena, pero la puerta se cerró...

Abre mucho los ojos. Atisbo sorpresa y preocupación. Se revuelve con nerviosismo y se dirige a mí otra vez.

—Escucha, tenemos que darnos prisa. Si Elena está aquí está en peligro. Voy a abrir la puerta e irás a buscarla. Estoy débil, así que no podré mantenerla abierta mucho tiempo.

Al otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora