°.•*¨♡ Esposo Consentido ♡¨*•.° YoonMin

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Jimin se alistaba para recibir a sus padres, quienes llegarían en pocos minutos.

Quiso ir al aeropuerto a encontrarlos pero Yoongi le regañó, pues necesitaba reposar en todo el sentido de la palabra y como él quería cuidar de su lentejita no hizo ningún berrinche para contradecirlo.

Así que ya vestido con un bonito suéter rojo y unos pantaloncillos de seda flojos, se situó en la cama para revisar  Instagram.

A él le gustaba ojear las publicaciones que hacían referente a su pareja, ya que era un CEO famoso y como trabajaba con grupos de kpop, muchas jovencitas  lo admiraban. Hasta podía llegar a afirmar que Min Yoongi tenía su propio club de fans. 

Deslizaba su regordete dedo sonriendo por las numerosas fotos de su gatito bonito, también leía los comentarios pero muchos no entendía debido a que estaban en otro idioma.

Una sonrisa en la que mostraba su diente chuequito adornaba su angelical rostro. Pero ese rostro dulce se deformó cuando la imagen de una bonita mujer apareció frente a sus ojos. 

Scarlett Johansson. 

En la foto, la actriz sonreía y sus rubios cabellos brillaban; la toma era desde la cadera hacia arriba y sus prominentes pechos destacaban. En realidad no había nada de malo con ella, el problema era con la persona que se atrevió a darle un corazoncito.

Entonces a eso dedicaba su esposo; a darle me gusta a fotos que no tiene ninguna razón para ver. El rostro angelical se tornó rojo de la ira y los celos, porque para Jimin ese era un gran problema.

—¡Min Yoongi! —gritó enojado.

El hombre que se encontraba cambiándose en su clóset se golpeó la frente contra el espejo, en donde segundos antes se observaba tratando de arreglar el nudo de la corbata.

Caminó a grandes zancadas pensando que algo grave le sucedió a Jimin, pero solo encontró a su esposo sentando con las piernas cruzadas y el celular en su mano acribillándolo con la mirada.

—¿Qué pasa, bizcochito? ¿Te duele algo? —preguntó preocupado con la respiración acelerada, agachándose para revisar el estado de su esposo.

—¿Qué es esto, Min Yoongi? —interrogó alzando el celular y colocándolo sobre los ojos de Yoongi.

—No entiendo, bizcochito. ¿Una foto? —respondió sin caer en cuenta el porqué de la molestia del pequeño que arrugaba su entrecejo.

Parecía que en cualquier momento explotaría y Yoongi solo quería saber la razón por la que su bizcochito estaba a punto de hiper ventilar.

—¡¿No entiendes nada?! ¿Me quieres ver la cara de idiota? ¡Mira! —chilló apuntando con su regordete dedo hacia donde sobresalía el nombre de Min_Yoongi entre los nombres que dieron un corazón a esa foto—. ¿Eso es porque no tengo pechos? ¿Por no ser rubio? ¡Cómo pudiste! Yo que he sido un esposo tan comprensivo y dedicado. ¡Te odio!

Chilló y con sus lágrimas cayendo por las gordas mejillas corrió hacia el baño para encerrarse ahí.

Yoongi simplemente estaba estupefacto, no entendía nada de lo que acababa de pasar, es decir, conoce lo celoso y posesivo que es Jimin, pero esto ya es sobrepasar niveles.

Así que antes de decir alguna barbaridad, suspiró para relajarse y entender que diablos pasaba por la cabeza de su pequeño.

Entonces recordó que la doctora Park le había comentado que Jimin no presentaba constantes antojos o vomitos y ya estaba a punto de pasar al tercer mes de embarazo, sin embargo, era muy normal que los cambios hormonales lo ataquen por lo que estaría más sensible de lo normal.

Tú puedes, Yoongi. Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros. —Pensó.

Y de inmediato se arrepintió, pues él estaba muy feliz de cuidar a su berrinchudo, hormonal y más de lo normal irritante esposo.

Masajeó el puente de su nariz y se levantó para ir hacia donde el chiquillo corrió a esconderse.

Vaya sorpresa que se llevó cuando la puerta del baño se abrió y la cabellera castaña apareció, pudo ver esos bonitos ojitos tímidos que desprendían rastros de culpabilidad.

Jimin llegó hacia él, lo tomó de la mano y lo volvió a sentar sobre la cama, mientras se posaba sobre las piernas de Yoongi y escondía su rostro en el cuello.

Hipeos bajitos y la leve respiración del menor era lo único que se lograba escuchar.

—Tranquilo, bebé. ¿Estás mejor? —preguntó acariciando la pequeña espalda.

—Es tu culpa, tú pusiste a lentejita aquí y ahora estoy más dramático de lo normal —reclamó—. Quiero agarrar de los cabellos a cualquiera que te mire y que tu mires.

—Siempre has sido así, bizcochito. — Jimin volvió a sollozar más fuerte—. Pero yo amo cada cualidad tuya. Eres perfecto y no me importa que seas un bizcochito posesivo.

Los chillidos del menor resonaron y Yoongi pensó que dijo algo malo, pero cambió de opinión cuando Jimin salió de su escondite.

—Eres el mejor esposo.

Yoongi sonrió con tranquilidad y limpió las lágrimas que manchaban esos gorditos cachetes.

—Te amo, bizcochito.

Compartieron un beso cargado de amor y dulzura. El mismo sentimiento cálido que perdura intacto como la primera vez.

—Pero aún no te perdono porque le diste me gusta a la foto, así que vas a tener que consentirme.

Jimin módulo con un puchero y la risa de Yoongi no tardó en aparecer porque ahí estaba de nuevo su esposo consentido.

•😍•

—¡Bebé!

El grito de Seokjin alertó a los presentes, Jimin corrió a abrazar a su padre, luego fue hacia su otro progenitor que lo recibió con numerosos besos por todo su rostro y finalmente al adolescente de quince años con sonrisa de conejito que tanto había extrañado.

—Te extrañé mucho, Minie.

—Yo también, Kookie.

Y es que era verdad.

Jimin y Jungkook no eran hermanos de sangre pero desde que el menor llegó al hogar de los Kim, se volvieron muy unidos.

—Seokjin, Namjoon —Yoongi llegó detrás de su esposo e hizo una reverencia en forma de saludo, pero Seokjin se abalanzó a besuquear su rostro y Namjoon chocó sus puños.

Este último aún seguía resentido porque según él, Yoongi había robado la inocencia de su pequeño bebé y cuando se enteró de que estaba embarazado casi le da un paro cardíaco.

Finalmente, Yoongi saludó al pequeño Kookie, y entraron a la sala de la mansión para ponerse al día.