❥◦.• 34

15.7K 1.4K 114
                                    

Min Jimin estaba a punto de explotar del cólera. Hace dos hora que Yoongi había salido del trabajo e incluso le mandó un mensaje diciéndole que iba camino a casa; el gran problema radica en que aún no llegaba.

Estaba muy preocupado y enojado.

Sostenía una caja de pañuelos sobre su regazo mientras acariciaba el planito abdomen y lloraba dramáticamente limpiando las gotitas que caían por sus mofletes.

Ya le había mandado mensajes a su esposo preguntando si algo ocurrió, pero nunca recibió respuesta.

¿Y si el elevador no funcionó?

¿Y si hubo un choque?

¿Y si se apareció una rubia?

Todas esas pregunta cruzaban por los pensamientos del castañito como posibles escenarios del porqué la tardanza de su esposo. Pero se aferró a la última opción para montar un show digno del esposo de Min Yoongi.

—¡¿Quién diablos se cree ese hombre?! ¡Solo por que está guapo y caliente cree que le voy a perdonar todo! Es un mentiroso.

Reclamaba al aire con su voz exageradamente chillona. Ni se percató que la puerta fue abierta y unos pasos se empezaron a escuchar.

—No te preocupes lenteja. Yo me haré cargo de ti, no necesitaremos a ese desgraciado. Cuando crezcas solo no me preguntes quien es tu otro padre, desde ahora es el innombrable.

Seguía reclamando sosteniendo ahora con su mano hecha un puñito un pedazo de la mantita de pollitos que tenía sobre su regazo.

Es que él estaba demasiado enojado como para fijarse que su esposo lo veía con un mirada divertida y enamorada.

¿De dónde sale toda esa imaginación?

O sea, por algo era hijo de Kim Seokjin. El mayor recordó lo dramático que era su suegro y esa peculiar cualidad había heredado su pequeño.

Yoongi asentó la caja de tamaño mediano que sostenía entre sus manos para acercarse y rodear el cuerpo de su esposo en un abrazo de oso que causó un calorcito agradable en el receptor, pero acordándose de su drama, esquivó los largos y pálidos brazos.

—¡Ño! Tú llegaste tarde. No quiero nada —reclamó frunciendo sus labios—. No te mereces besitos.

—¿Enserio? Supongo que no querrás averiguar lo que hay en esa caja —dijo apuntando con su largo dedo hacia la mesa.

—No quiero.

Fue la escueta respuesta que recibió pero por el rabillo del ojo pudo ver como Jimin alzaba el cuello para alcanzar a ojear, sin lograrlo, claro.

—Bueno, si mi bizcochito no quiere. Iré a regalarle la caja a Taehyung —habló y vio como Jimin apretaba las cejas dándole una apariencia enfunfurruñada.

Amaba provocarlo.

—Agh. ¡Ya! Ya que insistes, sí quiero.

Yoongi sonriente se acercó a tomar el regalo y cuando llegó hacia Jimin, los ojitos de este querían escapar de su rostro por la emoción, pero de un rato a otro las conocidas lágrimas volvieron a brotar.

—Bizcochito, ¿no te gusta?

—No... No, sí me gusta. Es-esque tú e-eres el mejor es-esposo y yo-yo soy una bo-bolita chillona —respondió hipeando y sollozando.

Y no era para menos. Después de salir del hospital y ver a sus padres, Jimin había pedido a su esposo ir por el cachorrito, pero como tenía que reposar, Yoongi le prometió adoptar al cachorrito más adelante.

Y ahora solo quería dejar muchos besos por todo el rostro de Yoongi porque en esa caja estaba un perrito de raza caniche, con el pelaje marrón y churudito; tan pequeñito y apachurrable como la foto que tiempo atrás le envió a Yoongi.

Min Holly dormía plácidamente dentro la caja con su pancita extendida sobre el cartón.

—Tardé por eso y creo que te divertirás comprando muchas cosas en internet para él. Además, eres la bolita chillona más bonita y que más amo.

Murmuró pegando su pecho a la espalda de su esposo.

—¿O sea que tienes más bolitas chillonas? —reclamó con tono juguetón.

—Eres imposible, bizcochito —dejó un beso sobre el hombro descubierto de su menor, acariciando con ternura la pancita.

No podía esperar para ver a un Jimin en miniatura correteando por toda su casa, y obviamente él lo consentiría tal cual como lo hacía con su esposo.
































°.•*¨♡ Esposo Consentido ♡¨*•.° YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora