°.•*¨♡ Esposo Consentido ♡¨*•.° YoonMin

❥◦.• Extra 2

Gatito, bizcochito y gatita.

—¡Papi! —la pequeña de cinco años corría hasta los brazos de su padre, que estaban extendidos para recibirla.

—¿Cómo te fue, mi amor?

—Muy bien, mira —alzó su brazo indicando un pequeño sticker pegado sobre su piel—. Me gané una carita feliz por participar.

—Oh mi vida, papi Jimin se va a poner muy contento.

—No sé, ayer estaba un poco enojado porque dijo que contrataste a una secretaria nueva, a él no le gustó eso —dijo moviendo la cabeza—. No no, a mí tampoco.

—Papi Jimin solo estaba bromeando, ya sabes como es.

—Es muy consentido —la pequeña tapó su boquita, como si lo que hubiera dicho estuviera muy mal—. Es nuestro consentido.

—Sí gatita, lo amamos mucho, ¿verdad?

—Muchito, muchito —afirmó eufórica. ¿Por qué no vino papi Jimin?

—Tenía que terminar unos pendientes de la academia, quería quedar libre para pasar con nosotros toda la tarde.

JimYoon asintió entendiendo, su papi Jimin era un hombre muy ocupado, después de graduarse de la universidad fundó su propia academia de danza, tenía mucho reconocimiento, Jimin era conocido por su talento innato, incluso viajó a muchos lugares para representar al país.

Cabe decir que esos días sin Jimin fueron una tortura para Yoongi.

—¿Vamos por papi Jimin?

—Sí mi amor —mencionó el mayor—. Alza los brazos para colocarte el cinturón.

Fueron veinte largos minutos hasta llegar a la academia, estaba cerca de la Empresa Min, esa había sido idea de Jimin.

Les quedaba factible para el cuidado de JimYoon y para verse aunque sea en la hora del almuerzo, porque había temporadas en que sus trabajos los tenían realmente atareados.

Cuando entraron, divisaron a Jimin dando instrucciones a un grupo de jóvenes, los saludó con la mano y se despidió de sus alumnos.

Se acercó y recibió en sus brazos a la pequeña, esa sonrisa que tanto amaban su esposo e hija apareció en sus rostro.

—¿Cómo te fue, gatita? —preguntó besando a Yoongi rápidamente en los labios, este lo atrajo hacia su cuerpo, posando su mano en su espalda baja.

Escuchando el relato de su hija, fueron a su hogar a disfrutar de lo que restaba del día. Las rutinas siempre eran ajetreadas, pero todo valía si al final del día estaba con su familia.