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—¿Cómo se supone que encontraremos el castillo ahora?, seguimos bien las coordenadas, ¿cierto? –cuestionó el sargento Cho en dirección a ChanYeol quien solo sonrió, y subió el volumen de sus auriculares, la ruidosa banda habiendo bufar al mayor; claro que sabía cómo encontrar el castillo, lo tenía todo perfectamente calculado, bueno tal vez no tanto en realidad.

Incluso teniendo la posibilidad de usar un avión más moderno, ChanYeol se negó a viajar en otro que no fuera el B-17 de su padre, siendo una herencia de quién fue su abuelo adoptivo; Choi SiWon tenía ochenta y seis años al momento de ser asesinado por aquella marioneta maldita, y si bien Kai admitió saber sobre la enfermedad cardíaca de su padre, jamás perdonaría a aquellos que lo dañaron.

La única persona que confío en él, la que le dio más que un nombre, sino una vida que jamás se había imaginado, la que lo había amado y llamado "hijo", negándose a dejarlo perderse a sí mismo, y hacer lo que se supone debía hacer, destruyendo el mundo que conocía; SiWon no solo había sido un padre para él, sino su salvador, la primera persona que le dio una razón para vivir, y le aseguró que podía cambiar su destino, pelear contra él y ser lo que quisiera ser.

BaekHyun tan solo rió bajito, manteniendo aquel bello sonrojo en sus mejillas desde el beso con el demonio, sus labios aún ardiendo por su roce, recordando la manera en que lo atacó con su lengua, y lo apegó a su duro cuerpo, tocando tan suavemente sus mejillas, y cintura que casi parecía un sueño; ChanYeol desearía poder hacer lo mismo, pero no podía, su mente regresando a los últimos días donde la muerte de su padre, y posterior investigación que lo había vuelto loco, casi.

Era un demonio, y aunque a su padre jamás le gustó la idea de él metiéndose en esos asuntos, desde muy joven, casi desde los seis años había estado no solo practicando conjuros prohibidos, sino llegando a completar algunos a la perfección, y cuando en esa semana logró comunicarse con su padre desde el más allá de su muerte, mediante invocaciones muy poco católicas, sabía que debía mantener aquello en secreto, o sería enviado a un manicomio; era un demonio, si, pero se supone que no debía hablar con los muertos, o en todo caso, invocarlos.

Aún con los auriculares puestos, y oculto en su rincón del avión, quedó dormido en lo que entraba a sus más viejos recuerdos, ahora sabiendo muy bien quién era Kim HyoJong; veía con claridad aquella fría noche de noviembre, en el bosque más oscuro, y peligroso de Rumania y rodeado de ciertos sacrificios al monje oculto, ese que murmuró cosas en un idioma casi inexistente, uno tan antiguo que no había registro alguno de él, a menos que supieran muy bien donde buscar.

Hijo del demonio Azzael, uno de los duques del infierno, y un brujo doncel, descendiente del Rey Arturo, nació bajo un nombre que aún no podía recordar, pero que estaba seguro no era "ChanYeol", ese siendo uno de los primeros cambios que se le otorgaron para darle humanidad; contrario a todo lo que era, a todo lo que se suponía que debía ser, él fue criado de una forma católica, amable, y con mucho amor por parte de un humano con enorme corazón, el profesor Choi SiWon.

Aún sabiendo eso, su curiosidad no cesó, no hasta que encontró libros prohibidos con símbolos, y palabras con un idioma antiguo que cuando fueron leídas, hicieron que las marcas en su piel aparecieran por primera vez; su padre se había enojado tanto esa vez que hizo desaparecer aquellos libros, pero las marcas se habían quedado, y con ello, un lazo directo con su madre quien adoptó un apellido humano para mezclarse.

Wu ZiTao.

Mamá… No puedo cambiar lo que siento, lo que mi corazón anhela tanto, ¿que puedo hacer? –cuestionó entre sueños, su voz interna atravesando más allá de su mente, hasta llegar al receptor; un hermoso doncel de cabello claro que preparaba algunas pociones para ese momento, jugando, experimentando lo que su poder podría llegar a hacer.

Hellboy «ChanBaek»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora