Capítulo 2

356 40 191
                                    


Sigue narrando Moroha

Al final de cuentas, para mí los días son iguales y eternos, hasta que sé que el vago va a salir y se va a tardar en regresar... Allí es donde aprovecho para irme a ver con mi grupo de amigos y volver antes de que aparezca Jyuubei-Sama — Regresaré al atardecer — Decía en un tono malicioso — No quiero verte fuera de la casa ¿Entendido? — Asentí rápidamente mientras veía como se marchaba. Esperaré a que se aleje para así poder ir a ver a las gemelas, llevo días que no sé nada de ellas y no se han acercado a buscarme... ¡LAS EXTRAÑO! Son las únicas chicas que me demuestran cariño y no me señalan pon andar así de golpeada.

Pasados varios minutos luego de cerciorarme de que realmente se fue de los alrededores, dejé mi armamento a un lado, solo cargaba conmigo mi fiel carmesí que no me puede faltar; eso es lo que me ayuda a controlar mi sangre demoníaca, Yawaragi me dijo que eso era un recuerdo que me dio mi madre cuando apenas era un bebé, hubiera preferido mejor el cariño de ella a un labial color carmesí. La aldea donde viven las gemelas está a un paso prácticamente, a unos 10 minutos de aquí, pero a mi paso es extremadamente rápido — Espero que ya se me hayan quitado los moretones de la cara — Trago saliva — No quiero que ellas me hagan más preguntas — Tomé aire y seguía mi camino, pasando por un pequeño bosque para así llegar allá, poco a poco iba penetrando en aquel bosquecito que a decir verdad conocía de memoria puesto que allí voy a llorar mis penas de vez en cuando.

Justo cuando iba a la mitad del camino... Me frene de golpe ante una silueta — ¿Jyuubei-Sama? — Pensé y al instante olfateé para corroborar — No, no es él — El olor de la persona era otro, que había olfateado en alguna parte, pero no recordaba de dónde. Así que me acerqué, el misterioso personaje traía un bumerang gigantesco en la espalda, una capucha puesta y una armadura que al verla, instantáneamente hizo que mi cerebro se acordara de quien se trataba... ¡ES EL CHICO DE LA CICATRIZ FEA! — ¡HE Y TU! — Le grité — ¿Qué es lo que haces solo en estos lados? — No sé de verdad que era lo que estaba pensando en ese momento, quizás esperaba que me respondiera y me diera razón de su estadía en el bosque, pero no fue así... No me dijo nada, solo me observó y pasó por mi lado como si no hubiese nadie.

No podía con tanta humillación, a una dama no se le deja con la palabra en la boca ¡QUE GROSERO! Así que le seguí para encararlo, caminé lo más rápido que pude hasta colocarme en medio, interrumpiendo así su paso — ¡APARTATE! — Dijo imponente y ar...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No podía con tanta humillación, a una dama no se le deja con la palabra en la boca ¡QUE GROSERO! Así que le seguí para encararlo, caminé lo más rápido que pude hasta colocarme en medio, interrumpiendo así su paso — ¡APARTATE! — Dijo imponente y arisco a la vez, cada vez que escucho su voz, no puedo evitar sentirme insegura y atemorizada, a pesar de ser humano infunde mucho miedo y odio, pero el odio no parece ser hacia mí... Supongo que tiene que ver con esa cosa espantosa que carga plasmada en la cara, quizás solo quiere vengarse de lo que le hicieron... ¡EN FIN! No sé ni porqué me pongo a pensar en estas cosas, si claramente no soy quien para meterme en su vida, volviendo a lo que estaba... Le daré su merecido para que me respete — ¡AGUANTATE ALLI! — Frunzo el ceño y aprieto mi mandíbula con mucho coraje — ¡CARAY! ¿CÓMO TE ATREVES A DEJARME CON LA PALABRA EN LA BOCA INSOLENTE?

EL CHICO DE LA CICATRÍZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora