Capítulo 4

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Hisui, es un chico muy reservado, poco expresivo y a la vez algo intenso y arisco. Pero él no es así naturalmente, solía ser un chico muy callado y tímido, si era reservado y maduro de por sí, pero eso no le impedía ver la vida de mejor forma, tiene una razón MUY PODEROSA para estar con ese mal carácter, el cual fue forjado por un mal momento en su vida. No le gusta que le lleven la contraria, no le gusta que le pregunten demás, simplemente quiere que las cosas se hagan A SU MANERA, ya al que no le guste bien puede decidir entre LARGARSE o MORIR... Obviamente a la mayoría de las personas le da por LARGARSE, ya que ninguna persona en su sano juicio prefiere que este lo mate, más si tiene familia a la cual atender.

— ¿Qué pasaría si Moroha entra allí? — Le pregunta Riku — Ya sabe a qué me refiero ¿No es así?

No le dijo ni una sola palabra al respecto, simplemente fijo aún más su mirada en el camino, para así ver si pensaba que responder ante ese asunto planteado por su fiel sirviente el cual estaba esperando una respuesta de parte de su señor.

— No entrará allí — Responde confiado — Además, no creo que en su estado logre abrir esa puerta.

— ¿Y si llega a hacerlo? — Preguntó nuevamente — ¿Qué vamos a hacer? ¿La matará?

— Es la sentencia — Suspiró — Pero ella ha sufrido demasiado como para acabar sus días muriendo por un error, que ni siquiera ella sabe que es un error.

Riku se sorprende ante aquellas palabras, ¿Acaso su señor estaba considerando perdonarle la vida? ¿Acaso sería capaz de volver a su estado inicial de bondad? Levantó ambas cejas por el asombro que tenía... Eso hizo pensar muchas cosas a Riku.

— No quiero adelantarme a nada, pero en sus palabras... He llegado a entender que puede llegar a confiarle ese secreto a ella.

— No lo creo — Bufó — Ella jamás confiaría en mí, yo no puedo confiar en alguien que desconfía de mí.

— ¿Entonces por qué le perdonaría la vida? — Riku se confunde aún más.

— Ciento compasiones hacia ella — Suspira — No quiero hacer lo que Jyuubei-Sama estuvo a punto de hacerle a ella.

Entre platica y platica, por fin llegaron al palacio; Riku se percató de inmediato de que todo el olor y esencia de la ShiHanyo estaba esparcido en toda la estructura, incluida la puerta — Intento salirse — Toca su frente — Vamos a entrar, señor... O se desesperará aún más. Abrieron el portón y se encontraron con Moroha, la cual estaba sentada y de brazos cruzados, viéndolos a ambos de muy mala forma, como REGAÑÁNDOLOS por haberla dejado encerrada, Hisu-sama frunció el ceño en respuesta a su mal gesto, pareciera que ambos estaban en una competencia de miradas, a ver quién lograba infundir más miedo.

Ninguno de los dos se dignaba a hablar y romper toda esa tención que había en el ambiente; no fue sino hasta que Moroha tomó la iniciativa, en tono altanero y autoritario... Le reclamó — ¡ERES UN IMBÉCIL! — Lo golpea en el pecho y este no hace nada — ¿DE VERAS CREES QUE PUEDES TENERME ENCERRADA COMO SI FUESE UN ANIMAL ENJAULADO? — Riku lo miró como diciéndole "TE LO DIJE" pero a Hisu-sama no le importaba en absoluto, solo la dejó hablar sin contestarle — ¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ! — Exclamó — ¡NO SOY TU PRICIONERA!

— ¡CALMATE! — Esta vez la toma por los hombros y la sacude un poco — No estas entendiendo porque lo hago.

— Lo haces porque sabes que te conviene ¿NO ES ASÍ? — Le decía a regañadientes — Nadie hace algo sin pedir algo a cambio.

— ¡HE DICHO QUE TE CALLES! — La sacude un poco más, ella intenta soltarse, pero este termina apresándola entre sus fuertes y vigorosos brazos — No quiero que seas mi prisionera, solo quiero a... — Vuelve a interrumpirlo mientras intenta zafarse de la jaula en la que estaba.

EL CHICO DE LA CICATRÍZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora