Capítulo 8

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Seguíamos allí en esa posición, mientras estaba llorando... Sacando todo lo que él tenía por dentro, creo que le hacía falta expresarlo y poder sacar toda esa amargura que cargaba encima, ahora más que nunca creo que él no es una mala persona, solamente que ha sido golpeado por la vida de la manera más cruel y despiadada, quitándole a su hermana mayor favorita y poniendo a toda su familia en su contra... Quizás yo no sepa lo que es perder un hermano, ya que ni familia tengo, pero debe ser un DOLOR muy grande... Yo también quisiera contarle todo lo que ha pasado, pero sigo teniendo miedo de que me rechace por ese hecho.

Minutos después, sentí como dejó de empuñar sus manos en mi espalda y se fue separando de mí, poco a poco hasta que estaba un poco lejos de mi espacio personal; no dejaba de mirarme a los ojos, otra vez sentía un nudo en la garganta, como si algo me incitara a contarle lo que me había pasado, pero me contuve nuevamente — Moroha, pequeña — Dijo en un tono dulce y vulnerable — Por favor... JURAME que no vas a irte...

— No me voy a ir ¡TE LO JURO! — Puse mi mano encima de mi corazón en señal de pacto — No puedo dejarte así.

Me sonrojé luego de decir esas palabras, sentía mucha vergüenza, y un poco de incomodidad, creo que él mismo alcanzó a notarlo ya que, se levantó nuevamente acercándose a mí y luego de acariciar un poco mi cabello suelto, me dijo sin rodeo alguno — Tú también quieres decirme algo — Me sonríe — Si quieres hablar... Hazlo — Un sentimiento de duda invadió todos mis pensamientos, él estaba dispuesto a hablar conmigo sobre... Ese tema, pero no quiero complicarle más la existencia.

— Tienes muchos problemas — Le dije soltando unas cuantas lágrimas — No quiero agobiarte con los míos... Una persona ROTA como yo... No tiene por qué agobiarte con sus asuntos.

En ese instante, sentí como tomo mi barbilla delicadamente y acercándose nuevamente a mí invadiendo mi espacio personal, dijo mirándome fijamente a los ojos... — Moroha... ¡JODER! — Se ría un poco — ¡TÚ ERES UN MALDITO ÁNGEL! — No sabía que responder ante aquella frase... Para él yo soy un ángel, me alaga mucho pero a la vez me incomoda ese hecho de que me considere de esa forma, sabiendo yo que... No lo soy, yo no soy un ángel... ÉL SI — Hisui yo... No soy — Dije y me colocó cuidadosamente la punta de su dedo índice en mis pequeños y delicados labios. Los cuales observó luego de acercar su rostro al mío, para luego atraparlos entre los suyos y hacerlos sus prisioneros en un beso apasionado del cual no tenían escapatoria alguna.

Poco a poco me fue rodeando con sus fuertes brazos mientras que yo gustosa le correspondía el gesto que acababa de hacerme. Sentía como todo mi cuerpo vibraba de la emoción que tenía en este instante, Hisui... Me ha besado ¡ME HA BESADO! Y yo gustosa correspondí a ese beso; nos separamos a la falta de aire, nuestras frentes estaban una contra la otra, ambos con los ojos cerrados dejando que el tacto se encargara del resto, sus manos seguían justo donde las había dejado, una en mi mejilla (La cual acariciaba suavemente) y la otra en mi cintura.

Abrí mis ojos y me percaté de que él seguía de la misma forma, debo decirles que se ve tan indefenso y tierno estando así. Rompí el esquema y me acerqué más a él, el cual rodeo mi cintura con sus brazos (ya que estaba sentado en el suelo y yo estaba de rodillas) al instante, recostó la cabeza en mi pecho, sentía su respiración lo cual hacía que yo me estremeciera por completo; observaba con detenimiento su cicatriz y cada una de las facciones de su rostro, recorría con mi dedo toda la forma de su cara, imaginándome así como era cuando no tenía esa marca horrible de ahora.

— Gracias — Se escuchó de repente, rompiendo así el silencio que había — Gracias por escucharme, pequeña.

— Aquí estaré las veces que me necesites, Hisu-Sama — Le sonreí.

EL CHICO DE LA CICATRÍZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora