Un gran show

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Su prometida le había pedido salir esa noche, y aunque intentó negarse rotundamente sin llegar a hacer un espectáculo dramático, la mujer tuvo mucho más voz que él en la decisión cuando sus padres se metieron a la conversación de la pareja de prom...

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Su prometida le había pedido salir esa noche, y aunque intentó negarse rotundamente sin llegar a hacer un espectáculo dramático, la mujer tuvo mucho más voz que él en la decisión cuando sus padres se metieron a la conversación de la pareja de prometidos.

Tendría que ir, no habría más reclamos, aunque esa mujer que posaba un costoso y hermoso anillo de oro le hablara durante la salida, durante la cena incluso, no podía oír nada de lo que decía. Absorto en su mundo imaginario, sueña con su cama enorme, sus suaves frazadas, las acolchonadas almohadas recubiertas de seda, estaba cansado de ese circo que sus padres le habían montado, quería estar solo, quería tener poder en sus decisiones.

La notaba mover sus labios pintados de un sutil rosa, podía admitir que es hermosa, de piel blanca como la nieve, con maestría en el uso del maquillaje logra verse natural y sin imperfecciones en ese rostro perfilado, con una nariz sin ninguna curva, ojos cafés que brillan con una falsa inocencia, tan aburridos y corrientes, pero perfectos acompañantes de ese ondulado cabello del mismo color, un chocolate intenso que brillaba siempre por cada movimiento, era claramente hermosa, pero Killua no era capaz de solo callar y conformarse.

Tantas obligaciones a cumplir en un plazo increíblemente corto de tiempo, ¿Trabajar para conseguir una mansión enorme para solo dos personas?, ¿Conformar una familia de muchísimos hijos que serian criados igual que él?, ¿Vivir en una casa de muñecas tan falsa como la madera que le da forma a esas figuras de expresión feliz y cuerpos perfectos?. Nunca estuvo dispuesto a obedecer ciegamente, no era su "estilo", aun así jamás le permitieron torcerse en el camino, siempre recto y con una venda oscura en los ojos.

Cuando le presentaron a la que seria su futura esposa había terminado con dolor de garganta de tanto protestar, sus padres no le dejaron tocar la comida hasta que no fuera lo suficientemente "hombre" como para aceptar su futuro y desposar a la dama que lo esperaba cada noche en su cuarto, sin embargo, prefería morir de hambre a seguirles el juego, no le importaba que su hombría estuviera en juego, muchos le habían acusado con el dedo alzado su "homosexualidad", su "mariconada". No tenia nada que perder, su vida no era muy importante para él.

Para su suerte, la mancha que quedaría en su familia si él decidía suicidarse seria enorme, por lo que con mala cara aceptaron darle más tiempo a Killua, la única condición era siempre obedecer los caprichos de su ahora esposa, eso debería darle vergüenza, una mujer dándole ordenes debía ser un golpe duro a su estabilidad, pero Killua tampoco sentía su ego ser dañado con ello, su familia se había encargado de destruir su moral, sus deseos, incluso su ego.

A regañadientes aceptó que la tipa duerma con él, que coma a su lado y que se mude a su hogar en unos meses, por suerte la chica no tenia la cabeza tan metida en su culo como para negarle todas sus peticiones o mandados, Killua no estaba preparado mentalmente para una relación, menos para un matrimonio, pensar en hijos le aterraba. Esa chica aceptó no acercarse amorosamente a él y de forma sexual seria muy mal visto por sus pares, así que hasta que el albino no decidiera hacerlo, ella agacharía la cabeza y lloraría pensando que no le atraía lo suficiente a su esposo.

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