Him

296 32 42
                                    

Nadie puede vivir de la manera en la que él lo hace, nadie jamás podría vivir con la certeza de que no es más que un programa creado por el que se debería considerar un igual

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nadie puede vivir de la manera en la que él lo hace, nadie jamás podría vivir con la certeza de que no es más que un programa creado por el que se debería considerar un igual. Una máquina sin sentimientos reales, una mente falsa que cree que es verdadera. Solo ese joven podría sobrepasar la locura que significaba su existencia, un ser inmortal almacenado en un montón de archivos de computadora.

Su creador, un solitario joven, lo sabía, todo lo que ese ser profesaba, vivía y sentía, tenía que ser falso, debería ser el Dios de su propio cuento, pero no pudo evitar ser corrompido por los lazos que aquel montón de pixeles y dígitos le prometía. A pesar de solo poder acercarse a una pantalla, lo hace cada noche antes de ir a dormir.

Todo era una vil locura, cada día la luz del sol tocaba menos su piel, una tan blanca como la más pura porcelana, igual de frágil, igual de seca. ¿Qué importaba quedarse en ese oscuro cuarto?, todo lo que le era importante estaba allí, ese chico que habia programado por si mismo, aquel a quien le dio un nombre y apellido para no sentirlo tan anti-personal. ¿Dónde terminaba la ética?, ¿Dónde las líneas ya no debían ser sobrepasadas?, ¿Cuándo debería parar si "eso" le permite seguir vivo?. Debió detenerse hace ya muchos años, desde que la primera interrogante lo invadió, pero jamás pudo.

Teclear en automático, leer sin prestar atención real a la pantalla, escuchar pero no retener la información. Esas habían sido las señales que le advertían parar, pero no se contuvo a la hora de enviar todo por el caño y cerrar esa puerta de escape, se enterró entre todas sus baterías y cables, bañándose de esa corriente eléctrica que le permitía ver a ese perfecto ser que respiraba para él. Su pequeña creación, si alguien lo escuchaba en esas noches largas de no poder dormir por los problemas básicos de estar vivo ¿Lo llamarían enfermo?.

Tu creación, aquello que fue moldeado por tus manos, ¿Una persona normal no consideraría eso como a un hijo?, ¿Por qué Killua Zoldyck no podía?, ni siquiera él lo sabía, lo habia corporizado en programas de diseño, habia dejado semanas en solo tallar su rostro, entonces ¿Por qué ahora lo observaba como un ser nacido para estar a su lado?, más que como un amigo, mucho más que como un hermano o primo. El destino era cruel, pero más lo era su corazón, que lo habia hecho enloquecer por un ser que jamás podría tocar.

Durante muchos años se mentalizo en ello, creció junto a su creación de 15 años, moldeándolo con mimo, enseñándole hasta el más mínimo detalle, preparando un mundo donde su amor podría moverse libremente, y por supuesto, aquel ser incomprendido al que apodo Gon, le siguió el paso, hasta parecer tan vivo como él. En sus peores épocas consideraba una tortura mirarlo tras la pantalla, como si fuese un prisionero en un mundo de mentiras.

— Killua, bienvenido a casa, ¿Cómo te fue en el trabajo?. Le pregunta cada día a un ya mayor hombre de 28 años, el Gon de la pantalla habia crecido gracias a sus dotes de diseño, quería que el chico experimentara lo mejor posible lo que significaba existir. Las pantallas estaban prácticamente por toda la casa, en casi todas las esquinas, era un engaño, él no vivía junto a Gon y aun así seguía adelante.

Mil y un notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora