Memento mori

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Su pulso se sentía débil, pero nadie podía saberlo, nadie iba a escucharlo gritar de dolor por lo que prefirió guardarse sus lamentos, mordiendo la cara interna de sus mejillas, lastimando su lengua al presionar tan fuerte

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Su pulso se sentía débil, pero nadie podía saberlo, nadie iba a escucharlo gritar de dolor por lo que prefirió guardarse sus lamentos, mordiendo la cara interna de sus mejillas, lastimando su lengua al presionar tan fuerte.

Sus cabellos puntiagudos estaban volando por los aires, su cuerpo había quedado rendido cerca de un precipicio por culpa de una bestia que no supo controlar, estaba solo, acunado por un charco de su propia sangre mientras veía chispazos negros que él decía eran estrellas.

El frío comenzó a moverse desde sus tobillos hasta sus orejas, donde el silbido de las cigarras y el constante movimiento de las plantas ya no podían oírse.
Sus extremidades perdieron toda su fuerza hasta parecer una simple masa de carne sin vida.

No estaba muy lejos de la realidad.

— Pobre cosita fea... . Dijo fuerte y claro una mancha negra parada frente a los pies de Gon.

El niño pensó que estaba muriendo, pues ya no podía ni sentir y mucho menos oír nada, entonces ¿Cómo había escuchado esa voz tan aniñada pero frívola?, no tenía una respuesta clara para esa pregunta.

Quería hablar, preguntar al respecto, pero ningún músculo de su cuerpo se movía, no podía hacer nada más que formular preguntas en su cabeza que no podían ser expresadas, tenía el miedo acumulado en la garganta, siendo un impedimento para soltar un grito agónico al ver a esa mancha negra y etérea acercarse a su rostro.

— Odio que me manden a buscar niños... son muy molestos. La sombra mostró unos penetrantes ojos azules, ojos que le hicieron retorcerse de incertidumbre al ya moribundo niño.

Gon era un niño ingenuo que había jugado con un animal que le habían advertido que era peligroso, cuando sin querer se metió en su nido, lleno de crías, la bestia le encestó un golpe que luego fue acompañado de una carrera por su vida, donde el pequeño Freecss tropezó y se ganó un zarpazo en el vientre, que le llega desde el cuello hasta la pelvis, un corte de más de cinco centímetros de profundidad que le hizo perder la conciencia

Y la vida, solo que el niño no lo sabe.

Piensa que esta consciente en el piso, que su cuerpo solo está paralizado del miedo al ver sangre y una cosa negra que lo mira como si fuera un bicho raro. Tiene el deseo infantil de levantarse y correr hacia su casa para pedirle disculpas a su tía Mito por llegar tarde.

Pero esa esperanza se desvaneció cuando la mancha negra dejó ver entre ella una mano tan pálida como la nieve, una mano que lo tomó de la muñeca y lo ayudó a levantarse, eso lo extrañó de sobremanera, se supone que lo habían atacado, ¿No debería mínimamente, dolerle todo el cuerpo?, ¿No había perdido mucha sangre?.

— Ya cállate, vas a generarme dolor de cabeza. La mancha negra le sostenía la mano con fuerza, sentía el alma del chico mucho más inestable que cualquier alma que haya tocado.

— Yo... ¿Estoy muerto?. Preguntó el pequeño Gon, extrañado del tacto gélido de la mano pálida.

— Bingo, eres un bebito listo. Le celebró la sombra, mostrando ahora su otra mano y chocándola contra su brazo, dando un sonido parecido a un aplauso.

Mil y un notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora