¿El niñero?

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Reconozco este olor, lavandina, tal vez incluso otros muchos productos de limpieza, incluso así, no me siento con la suficiente fuerza como para levantarme e irme, lo que no impide que abra los ojos e intente que ésta enfoque en los objetos más ce...

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Reconozco este olor, lavandina, tal vez incluso otros muchos productos de limpieza, incluso así, no me siento con la suficiente fuerza como para levantarme e irme, lo que no impide que abra los ojos e intente que ésta enfoque en los objetos más cercanos, una sábana fina blanca, cables con insulina que se conectan a mi brazo, vendas. Es un hospital, la sala es mucho más grande de a las que suelo ir, no hay una cortina a mi lado que me separe superficialmente de otro paciente. Creo que estoy solo, la verdad, me duele el cuello como para intentar torcerlo en búsqueda de confirmar mis dudas.

Los recuerdos me llegan de a poco, como todos los días, despierto y me quedo ahí, pensando, recordando. El reloj de la pared es claro, es demasiado temprano, incluso como para desayunar, ¿Cuánto tiempo llevo en esta sala?, ¿Una semana?, ¿Tal vez 2 o 3?, al menos ya no me duele el cuerpo al erguirme, cosa que sí pasaba en los primeros días. Me pregunto qué habrá pasado con Mirai, no la pude ver desde el incidente con ese hombre al que aun no puedo adjudicar un nombre, tampoco pude ver a Alluka, aunque Retz me relató en una de sus visitas que parecen estar en juicio con ese hombre. Es increible, yo sigo en cama y ese bastardo ya puede ir a defenderse a un juzgado.

No puedo percibir ningún olor familiar, ni siquiera el mío, dudo tener algún órgano atrofiado, solo me siento muy cansado y estar de pie me cuesta si no tengo ayuda, un completo inútil. Recuesto la cabeza contra la almohada, todos estos días mis amigos y compañeros vinieron a verme, algunos llorando, otros entre risas por verme mejorar; luego de varios días el extraño silencio en mi cabeza me llamó poderosamente la atención, mi Omega, no estaba llorando, ni pidiendo, ni mucho menos hablando, cuando llamé a una médica y esta me derivo con un especialista, aparentemente la cosa era normal, con vergüenza acepte que mi Omega necesitaba descansar luego de la desesperación y temor a perder a "Mi bebe".

Contarle a mi tia lo que habia sucedido fue dificil, no paraba de llorar y regañarme a la vez, eso, hasta que le confese los problemas que llevaba teniendo en los últimos meses, jamas la habia visto tan callada al escucharme, siempre tenía un comentario que hacerme, algo por lo que regañarme, pero ese dia no, solo se calló, me abrazó y lloró en silencio. ¿Realmente lo habia entendido?, la verdad, no lo se, ella es tan extraña con esos temas, nunca tuvo hijos propios y conmigo tenía suficiente, cosa que ahora comprendo y comparto por completo.

La preocupación llegó despues, cuando los detalles fueron exhibidos por una Retz que no sabe cerrar la boca, mi tía llamó a Mirai "Mi nieta" por accidente  y yo enrojeci pero no intente hacerla cambiar de parecer, ella se veía feliz mirando las fotos de Mimi, alegando que se parecía a mí aunque eso no fuera cierto, tal vez era ella convenciendose de que esa era la única manera en la que yo podría hacerla abuela. 

Ahora estoy más tranquilo, ya estoy a pocos pasos del alta médica, estoy harto de este olor, los hospitales no me gustan en lo más mínimo, es lo último que quiero ver, el techo blanco al igual que las paredes, flores frescas, como si estuviera en una tumba y vinieren a despedirse, es horrible. Suspiro y me rasco el brazo no quiero dormir pero tampoco hay mucho con lo que entretenerme aquí. Es normal sentirte observado en un hospital, ya que hay cámaras en cada maldita esquina, pero aún así es pesado saber que te observan. —mmh— Eso fue un quejido, una extremadamente reconocible para mí, casi con miedo voltee la cabeza, si, el cuello me trono por eso, pero no me importa.

Mil y un notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora