¿Otra vez?

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Las escuela estaba en casi total silencio, lo único que se escuchaba era a algunos maestros platicar de cosas triviales y sin importancia, o simplemente la máquina expendedora diciendo "recoge tu cambio".
Los estudiantes ya se habían marchado a sus respectivos hogares, después de una jornada larga de estudios.

Todos excepto Jeon Jungkook, quien ahora se dirigía a el salón de arte, bufando para si mismo.

Caminaba por los largos y abandonados pasillos, perdido en la melodía de las canciones que estaba escuchando a través de sus audífonos los cuales estaban conectados a su celular, este tenía la mirada hacia abajo, estaba jugando a no pisar las líneas de los cuadros en el piso.
Le recordaba a esos juegos cualquiera con los que todo niño se entretiene cuando no tiene nada que hacer, aveces la imaginación es más fuerte de lo que nos imaginamos.

Dobló a la izquierda y dió unos pasos más, abrió la puerta de la respectiva sala, la cerró con cuidado siendo precavido con el ruido del rechineo de la puerta, saco sus audífonos, volteo y... "tiene que ser una broma".

Ahí estaba de nuevo, el chico que juro que iba a evitar justamente para no tener más problemas de los que ya tenía, al parecer a la diosa Luna le encantaba jugar con el.

— ¿Que haces aquí? — Habló Jungkook un poco confuso, serio, intentando ocultas cualquier rastro de importancia.

— Y-Yo..Emm, arreglaré este salón contigo, estamos en detención — ¿Estamos? ¿Acaso escuchó bien? De seguro debía de limpiar un poco más sus oídos, estaba escuchando muchas cosas locas últimamente.
— ¿Estamos? Osea que... a ti también te mandaron a detención... Pero ¿Porque? No hiciste nada —. Jungkook hablo firme, el no debía estar aquí.

— Cuando te fuiste, yo hablé con el director, le dije que por parte era mi culpa — ¿Su culpa? Que es lo que acababa de decir ese Omega.
— No quería que por mi culpa tuvieras detención, me defendiste de esos chicos y-y cuaraste mi herida,  es lo menos que puedo hacer por ti, perdón por llevarte a esto — hizo una reverencia, cerrando así los ojos de una manera brusca por miedo a su respuesta.

— Yo fui quien se animó a defenderte, tu no me obligaste, igualmente tengo detención por un mes y tendré que ayudar a algunos maestros en actividades —.

— Aún así, yo quiero compensarte... ¿Ehhh...? — El chico castaño pauso, se había dado cuenta que no sabía su nombre a todo esto.

— Jeon Jungkook —.

— Quiero compensarte Jungkook, no quiero que cargues con más problemas por mi culpa, así que hable con el director, y te ayudaré con las actividades extras, entre los dos todo será más fácil, y hasta... podemos ser amigos... — Lo último fue más un susurro, aunque Jungkook lo escucho claramente.

— Como sea, pálido, si eso quieres, me da igual — Saco su sueter y su mochila, subió sus mangas, y se acercó a el Omega.

— Me llamo Min Yoongi — El pelinegro se dio cuenta que el tampoco sabía su nombre, a lo mucho escucho su apellido cuando su padre lo nombró.

— Bien Yoongi, pintaremos unas capas en la pared con la pintura que está por alli —.

— Esta bien — Yoongi imitó la acción del más alto, dejó su sudadera aún lado de su mochila y subió las mangas de su camisa para evitar mancharla con la pintura.

El Omega tomó una brocha y cerca de donde estaba su compañero empezó a pintar junto con el, mientras hacia su trabajo no podia evitar voltear hacia Jungkook, una sonrisa pequeña se formaba en sus labios cada que lo veia, su lobo meneaba la cola de felicidad, algo le decía que podrían llegar a ser buenos amigos, ese alfa le ayudo cuando nadie estaba dispuesto a hacer algo.
¿Que hubiera pasado si Jungkook no intervenía? probablemente el que haya quedado semi-inconsiste podría haber sido el ¿Porque lo hizo? Siempre se lo preguntaba y aunque no encontraba respuesta le gustaba pensar que tal vez podría ser como en esas historias clichés que disfrutaba leer en la soledad de su cuarto, los protagonistas estaban solos, hasta que algún día llegaba alguien que lo cambiaba todo en su vida, y siempre era para bien.

Un sonrojo pequeño invadió sus mejillas, ¿En qué pensaba? Tal vez debería dejar de fantasear y bajar sus pies a la tierra.

DETENCION [ En edición ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora