Conejito

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— ¡Hey, tu! ¿No te enseñaron a tener respeto con los omegas acaso? —  Ambos voltearon al escuchar esa voz ronca, el pelirrojo no podia sostenerse, al parecer despues de todos los golpes que le dieron la vez pasada aún no habian sanado, sumandole que su cuerpo se habia estampado sobre la acera. Su voz demostraba que tan enojado estaba, pudo oler el nivel de su ira en sus feromonas, se intensificaba con cada segundo que pasaba.

El dueño de esa voz se hizo presente, salió de entre las sombras, y vaya sorpresa que se llevaron los dos.

— Te acabo de hacer una pregunta... ¿Eres sordo? Cuando te haga una pregunta me tienes que responder, ¿Entendido... ? — Kai no pudo responder, realmente no quería. Pero sabía que si no lo hacía le iba a ir mal, después de todo, El alfa pelinegro y de fuerza increíble ya le había mostrado que tan capaz era de meter las manos al fuego por Yoongi.

Yoongi miraba todo con terror y angustia, sabía lo fuerte que era Jungkook, pero temia porque algo le pasará, aunque en lo más profundo de su corazón, sentía calidez y seguridad, el le daba seguridad, y su lobo era el que más la disfrutaba.

— ¡Te hice una maldita pregunta, respondeme y mirame a los ojos cobarde de mierda! — con una fuerza sorprendente, tomo a el contrario del cuello de su camisa, lo elevó y lo encaro. Era increíble de ver como Jungkook podía hacer algo como levantar a alguien del suelo con tanta facilidad, lo que para Yoongi era difícil, para el Alfa era tan fácil que hasta parecía que podía hacerlo con los ojos cerrados.

— E-Entendido... — parecía aterrado, acorraló a Yoongi justamente en un lugar lejos de el, para que así el chico que lo defendió no los encontrará, su plan hubiera funcionado si no fuera porque ambos, (aunque ni enterados estaban) vivían a unos pocos minutos de cada casa. El destino está escrito, díganselo a Jungkook.

— Bien... déjame decirte por última vez, no quiero verte cerca ni de mi ni de el, porque sabes que pasará, ¿No imbécil? Si tienes algún problema, solucionalo conmigo, claro, si es que tienes los huevos de hacerlo —. El alfa parecía que escupía sus palabras con asco, deseaba que ese chico fuera consiente esta vez y no hiciera algo más de lo que se pudiera arrepentir.

El ya herido asintió con la cabeza, en sus ojos se encontraba el sentimiento puro de la preocupación.
Ahora sabía que no debería meterse más con Yoongi, pues después de todo el que creía que era su alfa lo haría pagar caro.

Jungkook lo tiro aun lado sin darle más importancia.

— Largate, no quiero verte más por aquí — el hizo caso, se levantó y corrió hasta la salida de aquel callejón, hasta que salió, y corrió hasta que se perdió de la vista de ambos.

Una vez este se largo, dirigió la vista a Yoongi, se veía como un cachorro, exactamente como la primera vez que lo vio, pequeñas lágrimas estaban saliendo, y algunas estaban secas ya en sus mejillas.

Se inclinó en frente de el, y comenzó a soltar feromonas, para que el Omega se tranquilizara, y dejará de llorar.

El las había soltado antes, pero por su enojo su aroma lo hacía pesado, nada ligero, y llegaba a asustar a este, era la primera vez que Yoongi le prestaba atención al olor de Jungkook, lavanda café y roble, muy naturalista y por lo mismo su aroma ahora era tan especial. Porque no sólo era un cálmate natural, sino no uno para su corazón.

— Perdon por no llegar a tiempo — soltó el alfa de repente, llamando la atención de Yoongi, su voz estaba más calmada, tan diferente a la que uso con el otro chico.
— Créeme que llegaste en el momento perfecto — respondió el castaño.

Yoongi elevó la vista un poco, aún con sus ojos cristalizados, analizó a jungkook, de pies a cabeza.

El alfa pelinegro del que tantos hablaban, alto, atractivo, y todo un rebelde, escucho que su padre era el director, suponía que por eso seguía en esa preparatoria, tenia una mirada fuerte, pero su semblante cambiaba con el, puede ver brillo en sus ojos, era muy lindo, se ve que trabajaba su cuerpo, sus brazos bien formados se notaban en su camiseta, y en su sonrisa sobresalen unos dientes de conejito, simplemente imaginarlo como uno le daba gracia.

Soltó una risa pequeña pero audible para el alfa ante imaginar algo así.

— ¿Que pasa? — Pregunto.

— Tu cara es graciosa — ¿Graciosa? El era gracioso ¿Que tendría de gracioso el?

— ¿Porque soy gracioso? —

— Tus dientes parecen los de un conejito — soltó otra risa, y con ello, una sonrisa de gomita que decidió regalarle mientras sorbia su nariz y limpiaba el rastro de lágrimas.

Jungkook abrió los ojos como dos platos, siempre se burlaban de sus dientes cuando era niño, por eso evitaba sonreír y si sonreía evitaba mostrar sus dientes, pero ahora que había escuchado a Yoongi, no sentía furia, de hecho, le parecía tierno, lo comparo con algo tan lindo como un conejo, y su risa se escuchaba inocente, sin tono de burla, parecía que se estaba riendo con el, no de el, más esa sonrisa de encías que justo ahora le regaló, su lobo aulló como un loco.

Adquirió un pequeño sonrojo, que se borró de inmediato.

Ciertamente, el era tierno, y eso le llenaba el alma, desde ahora le gustarían más los conejos.

— No te preocupes jungkook... me gusta... Eh ¡Ya sabes! tu sonrisa — la voz del Omega lo sacó de sus pensamientos, no calculó bien sus palabras y Yoongi intento que no sonará extraño.

— Gracias por llegar, sin ti, probablemente estuviera en muy malas condiciones, te lo agradezco, ya con esta son dos veces que me salvas, dime... ¿Hay algo que pueda hacer por ti? — Le preguntó el más bajo.

Jungkook parecía meditarlo, lo pensó unos segundos y luego de eso asintió.

— Si... Quiero que seas mi amigo — Yoongi se sorprendió, por fin había llegado el momento, y por supuesto que no iba a desaprovechar la oportunidad de convivir de forma correcta con el Alfa.

Tierno...











-Está bien, seamos amigos-

DETENCION [ En edición ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora