40. Antes del viaje: Jimin y Halo

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Con toda la emoción excitante que el momento demandaba, Halo recibió a Jimin en ese lugar donde vivieron su intenso noviazgo años atrás.

Engancharon sus miradas con ese brillo único que delataban sus ganas de pertenecer el uno al otro, soñando casi flotando. ¡Era real, lo era! Más o menos de la misma forma de aquella vez que concibieron a Suni, con mucho amor pero con más ímpetu pues conocían el cuerpo del contrario con exactitud y los puntos precisos donde tocar para enajenarse.

Él entró en el departamento, viéndolo nuevamente mientras se quitaba los zapatos, todo estaba tal cual como lo recordaba y tan solo pensar en lo que seguía hacía que un cosquilleo empezara endurecer su entrepierna.

Luego la observó a ella, observó ansiosamente lo que se iba a comer; la recorrió con los ojos: sus piernas, sus caderas, su intimidad, su cintura, sus pechos, su cuello, sus labios y ahí se quedó.

Tragó saliva, una sonrisa nerviosa no abandonaba su rostro. La concentración por la boca de Halo y la imaginación que en ese momento ya lo hacía volar fueron interrumpidas por el sonido de la voz de ella, haciendo que sus ojos conectaran con los de Halo otra vez.

-Hola, mi amor- lo saludó llena de nervios al igual que él.

-Hola, bebé- susurró luego de un suspiro- te he extrañado mucho.

-Entonces ya no esperes más.

Escuchado eso, Jimin, sin previo aviso se impulsó atrapando los apetitosos labios de Halo desesperadamente. Tomándola de nuca y ella rodeó con sus brazos la cintura de él.

Besándose efusivamente, las ganas, el deseo aumentaban a cada segundo elevando la temperatura entre ellos.

Jimin dejó su nuca para bajar las manos y posicionarlas en el trasero de ella, una en cada nalga presionando y arremetiendo su erección en la zona más sensible de ella, lo que logró humedecerla acompañada de un corto y casi inaudible jadeo.

Ese aroma a vainilla lo volvía loco, era intoxicante, era como un afrodizíaco y se moría de ganas de tenerla desnuda en la cama penetrándola. Luego de hacer un par de movimientos restregando sus pelvis por encima de la ropa, él procedió a quitarle el abrigo ajustado que Halo llevaba puesto, comenzó a besar hambrientamente su cuello sintiendo esa delicada y exquisita piel que tanto añoraba y bajó hasta sus pechos sin quitarle el brasier. Pudo notar como ella se estremecía encantada por sus caricias.

-Te amo tanto, mi vida- pronunció Jimin rozando sus labios sobre la piel de uno de los senos de Halo.

Ella por su lado solo podía jadear, las manos y labios de Jimin le estaban haciendo delirar, lo deseaba y necesitaba tanto como él a ella.

Halo llevó sus manos hasta la chaqueta de él quitándosela sin mayor esfuerzo y acto seguido lo liberó de su camisa donde sus ojos se deleitaron con el aún más marcado abdomen de su Mochi, más de lo que recordaba, babeó cuando vio su "V" más acentuada pero lo que más le llamó la atención fue algo que en definitiva era nuevo.

-¿te hiciste un tatuaje?- preguntó con asombro cuando vio la palabra Nevermind inscrita en su piel, exactamente sobre el área de sus costillas, al mismo tiempo que lo repasaba con la yema de sus dedos.

-Sí- sonrió con la respiración un poco agitada- pero después te doy los detalles. Ahora solo quiero concentrarme en ti.

Ella sonrió también, se agachó un poco y repartió pequeños besos sobre el tatuaje, le fascinó. Hasta que su mentón fue levantado por él para seguir besando su boca con vehemencia.

Caminaron descontrolados sin despegar sus labios hasta llegar a la habitación donde Jimin la agarró de la cintura y hábilmente cayeron en la cama.

-Jimin...- gimió ella al notar que estaba siendo despojada de su pantalón a una velocidad increíble quedando solo en ropa interior siendo contemplada por él en escasos segundos.

Frenesí II (+18/Jimin, Jungkook y tú) SEGUNDO LIBRO ⚠️EN CURSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora