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Aiden

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Aiden

Tal vez me pasé de confianzudo, pero los músculos me duelen demasiado. Además, la cama de la residencia es muy cómoda, no sabía que lo era. Nunca había dormido aquí.

—¿Hasta cuándo vas a seguir esperando a Sara? —preguntó el novio de su compañera de habitación, Rochelle.

Ella fue quien me abrió la puerta, pregunté por Sara pero me dijo que no se encontraba. Así que me ofrecí a esperarla. Pero ninguno de los dos se veía contento por mi presencia aquí. Bueno, solo su novio, Dylan, creo que estaban a punto de tener sexo y los interrumpí.

Como siempre, Aiden arruinando los momentos.

—Si es posible, toda la vida —lo irrité.

Él soltó un suspiro exasperado.

—Podrías buscarla en la biblioteca, en el parque o… ¡yo qué sé! Pero quiero estar a solas con mi novia, si no te importa.

—Esta bien cariño, Sara no demorará en venir —le tranquilizó ella.

—¿Lo ves? No incordies, Dylan.

—Es Daniel —corrigió, enfurruñado.

—Vale, Denzell.

Su novia rió suavemente y le guiñé un ojo. Dimitri me puso mala cara.

Pasaron unos largos minutos —en los que a Dean le parecieron eternos— revisando algunos libros viejos que Sara tenía en la estantería. Al parecer le gustaba mucho Orgullo y prejuicio porque está lleno de cintas con anotaciones. Quería revisar también su ropa pero sería muy pervertido, además había moros en la costa.

David no dejaba de soltar comentarios indirectos muy directos hacia mí, me causaba gracia por lo que le sonreía malicioso. Rochelle trataba de calmarlo dándole abrazos, besos y haciéndole bromas muy poco originales, la verdad.

—Joder, estoy exhausta —dijo Sara, con la mirada pérdida entrando a la habitación—, no volveré a hacer favores a nadie. Nunca.

Se quedó pasmada al verme sentado en su cama, por lo que le dediqué una sonrisa inocente. Parpadeó y después fijo su vista en los tortolitos.

—¿Me he perdido de algo?

—No, pero gracias a Dios que estás aquí —dijo Dorian levantándose, y estrechándola entre sus brazos. Hasta casi le hace una reverencia. Enarqué una ceja, parece que es muy querida por ellos—. Así puedes irte con tu novio a su nidito de amor, porque, siéndote sincero yo quiero hacer el mío justo ahora.

—¡Daniel! —su novia le riñó, poniéndose roja como un tómate.

—No es mi novio —aclaró la ojiverde—. Y no hacia falta que me des los detalles.

Sara se acercó a mí.

—No sabía que vendrías, me hubieras avisado, así habría tratado de venir más temprano —me dijo apenada.

Si amas a alguien (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora