Prólogo - 1 - DOS SOLITARIOS

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...Cierta noche de verano en el centro de la ciudad...


Las veredas infestadas de personas que iban y venían, las luces de la vertiginosa metrópoli y el ruido molesto que se transformaba en un zumbido al que se acostumbraba a oír.

Un hombre que parecía no llegar a los treinta años, alto, con un rostro que atraía descaradamente a las mujeres y provocaba celos en los hombres, un cuerpo que claramente estaba bien formado, la barba apenas crecida de unos días, algo desalineado y una actitud sumamente despreocupada iba caminando sin prisa por las calles de Nueva York. Encendía un cigarrillo y sonreía viendo a los demás con aire de superioridad y continuaba su camino.

"Me causan gracia, son patéticos, creen vivir libremente...piensan que sus vidas son largas cuando están cansados y ruegan por tener más aún cuando les llega la hora de marcharse." pensaba

No tenía apuro ni lugar a donde deseara ir realmente, por lo que gastaría esa noche en caminar.

"Viven tomando decisiones creyendo que sus futuros dependen exclusivamente de ellos... ¡Pero qué ilusos!" Continuaba hablando en su mente, viendo los desconocidos rostros pasar y mostrando una irónica sonrisa y seguía "Dicen que no creen en nada más que en ellos mismos, sin embargo, ruegan por un milagro cuando tienen un problema... se llenan la boca hablando de sus hermosos sentimientos como la compasión, la esperanza, la humildad de corazón, el amor, pero viven teniendo las emociones opuestas llenos de ira, gula, avaricia, lujuria... ¡Ja! En verdad si supieran la milésima parte de lo que yo sé, si hubieran vivido la milésima parte de lo que yo viví, probablemente estarían pensando como yo lo estoy haciendo ahora."

Se sentó en el banco de una plaza y tiró la colilla del cigarrillo al suelo para después pisarla.
La luz de un farol titilaba mostrando que estaba por agotarse y una brisa fresca agitó suavemente las ramas frondosas de los árboles.

"No, probablemente si ellos estuvieran en mi lugar, hace tiempo el mundo se habría acabado por suicidios masivos" Largó una carcajada apoyando su cabeza en el respaldar del banco mirando el estrellado cielo

-Hace tanto tiempo que estoy aquí que ya me he acostumbrado hasta del nombre que me dieron... Maxwell Blacker- murmuró entre dientes -Cuando deba volver ya no tendré ésta libertad... ¿Volveré alguna vez?- Antes de suspirar cansado.

...Al mismo tiempo en un restaurante...

Un chico delgado, parecía haber pasado recién los veinte años, con una mirada tierna y una sonrisa que parecía iluminar por completo el lugar; alguien que tanto hombres como mujeres eran atraídos como un fuerte imán, de personalidad alegre, bromista y sumamente amable estaba sentado cenando mientras que varias personas se juntaban a su alrededor para llenarlo de atenciones.

Colocaba un trozo de vegetales en su boca y respondía cordialmente a cada uno que se le acercaba.
No había muchas personas dentro, pero todos estaban observándolo, aunque a veces le resultaba un poco incómodo, después de tanto tiempo era algo usual para él.

Cuando finalmente terminó, salió del lugar y respiró hondamente mirando al cielo. Levantó apenas uno de sus brazos y un taxi frenó delante de él.

Se subió y le indicó al conductor la dirección, luego de un par de minutos mientras el vehículo iba andando, apoyó un lado de su cabeza en el vidrio de la puerta viendo el nocturno paisaje.

"Entiendo por qué jamás se pierden las esperanzas, los seres humanos son criaturas increíbles" Sonriendo dulcemente esas las palabras le llenaban la mente.

"Cometen errores constantemente, pero tratan de aprender de ellos, tienen sentimientos negativos, pero buscan resarcirse dándole amor a los que tienen a su alrededor...nunca dejan de creer en que existe un poder mayor a ellos y se arrepienten con sinceridad de sus actos erróneos, tratan de superarse a sí mismos y nunca dejan de luchar."

Dio un profundo suspiro y cerró sus ojos por un instante.

"En verdad que han cambiado con el correr del tiempo, algunos para bien, otros no tanto, pero la humanidad sigue su curso y estoy feliz de ser un humilde espectador...soy feliz... sentimientos ¡Qué cosas increíblemente maravillosas que son los sentimientos! No los había realmente experimentado hasta que llegué aquí...hasta el nombre que me dieron me gusta, Alexander Walker...cuando me llamen y deba volver ya no tendré ésta libertad..." Algo de tristeza se mostró en sus ojos mientras mostraba una dulce y algo melancólica sonrisa.

El taxista le conversaba alegremente y el chico apenas respondía pero siempre con gentileza, en realidad su mente estaba muy lejos de ahí.

NOTA: Les presento una historia plagada de sentimientos que desbordan, personajes únicos y amores inolvidables!!

Espero que les guste!!!

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