10 - CELESTES Y BLANCOS, ROJOS Y NEGROS

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...Después de tres meses...

Trinity continuaba asistiendo a la universidad, se había hecho más estrecha su relación con sus compañeras y estaba feliz de tener finalmente sinceras amigas, seguía siendo empleada en la tienda de antigüedades cuando tenía tiempo y Alice junto a Dante permanecían siendo sus exigentes profesores, lo que había hecho que la joven controlara mejor sus habilidades que aumentaban cada vez más.

Su cabeza parecía tener un terrible embrollo con su corazón enteramente confundido, luchaba por controlarse y eso le quitaba el sueño cada noche.

Varias veces se había encontrado tanto con el ser superior como con el inferior y cada uno a su manera la atraía profundamente.

La dulzura y la serenidad de Alex la hacían sentir tranquila y segura; la seducción y la tentación de Max le provocaban estar más despreocupada y un calor interior que nunca había sentido.

Con todas sus fuerzas trataba de rechazar a los dos, pero realmente eran como arenas movedizas, cuanto más luchaba por alejarse, más era atraída y hundida en ellos.

Su lado racional le hacía saber que necesitaba alejarse de esos jóvenes y que terribles cosas podrían suceder si sus sentimientos hacia ellos aumentaban, sin embargo, su lado rebelde le pedía a gritos que esté cada vez más cerca, su anatomía sentía fogosidad cada vez que alguno de ellos se le aproximaba y deseaba ser besada por ambos, ansiaba entregarle su cuerpo a los dos, esperaba seducirlos y le gustaba ser seducida por ellos, quería quitarle la ingenuidad a Alexander y quería mostrarle a Maxwell que podía sentir ternura; y ese lado turbulento de Trinity se hacía cada vez más fuerte.

...Ya de madrugada...

Como cada noche, la chica tenía extraños sueños. Algunas veces eran completos de ternura, otras llenas de pasión, a veces eran con sentimientos de felicidad, en ocasiones estaban repletos de dolor y angustia, pero absolutamente todos tenían que ver con ese par de chicos.

Los tenía cada vez más fuertes, difíciles y largos, lo que causaba que la perturbaran profundamente y le costara dormir bien en las noches.

Se sentó de golpe haciendo una especie de gemido y empapada de sudor.

Aly que hacía un tiempo se había dado cuenta de que la joven no descansaba adecuadamente, alarmada entró a la habitación rápidamente luego escucharla.

-¿Estás bien?- sentándose a un lado de la cama llena de preocupación.

La chica no respondía, sólo continuaba inmóvil.

-Tiny... ¿Me escuchas?- inquieta la mujer, sus habilidades le decían que algo estaba terriblemente mal.

La joven continuaba en el mismo estado catatónico.

La dueña de la tienda encendió la lámpara que estaba en la mesita al lado del lecho y quedó petrificada, su respiración se cortó y por primera vez en su vida sintió terror.

Se puso de pie sin decir palabra, no podía ni pestañear y salió de la habitación caminando hacia atrás, como si no quisiera darle la espalda, al llegar al living levantó el teléfono y marcó.

-¿Sí...?- contestaron con voz dormida.

-¡Ven ahora mismo!- exaltada.

-¿Qué ocurre? ¿Sabes la hora que es?- indagaron del otro lado.

-¡Te dije que vengas en este instante Dante!- casi gritando -Tiny...ella...no puedo controlarla sola- angustiada y con voz temblorosa -Te lo ruego...-

-Voy en seguida- respondió dándose cuenta del estado de ella el dueño del restaurant antes de colgar mientras saltaba de la cama.

Alice era una mujer a la que nada la sorprendía y a nada le tenía miedo, el hecho de que lo llamara en ese estado de desesperación le indicaba claramente a su par que algo verdaderamente malo estaba sucediendo.

INFIERNO CELESTIALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora