Volví a enviarle la cabeza de Medusa a los Dioses.

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Después del beso, nos habíamos quedado en completo silencio, me dolía que Annabeth se comportaba de esa manera, dándome falsas esperanzas de que me reconozca.

Grover volvió entrando a la burbuja con el caniche rosa — ¿Me perdí de algo?

No — respondí. No hablamos nada, solo me dedique a deshacer el agua de su ropa al igual del pelaje del caniche.

Camine y los demás me siguieron, ya había revisado un mapa para orientarme hacia el jardín de Medusa.

La estación de trenes está a unos 10 km —informo Annabeth

Lo se

—Entonces ¿Por qué estamos yendo en dirección contraria?

—Necesito obtener algo primero — nadie refuto.

Annabeth, Grover y yo, caminando entre los bosques que hay en la orilla de Nueva Jersey. El resplandor de Nueva York teñía de amarillo el cielo a nuestras espaldas, y el hedor del Hudson nos anegaba la pituitaria. Grover hablaba animadamente con el caniche rosa.

No sabía cuánto tiempo estuvimos caminando, el aire frio empezaba a calarme los huesos, y lo peor el cielo estaba completamente negro por nubes de tormentas, me preguntaba cuanto tiempo aguantara Zeus en lanzarnos un rayo.

El silencio ya me estaba hartando, si seguía escuchando el chapoteo de la lluvia me volvería loco —Estamos vivos así que sigue la misión. No has perdido tu única oportunidad de ver el mundo real.

La tormenta había cesado por fin. El fulgor de la ciudad se desvanecía a nuestra espalda y estábamos sumidos en una oscuridad casi total. No veía a Annabeth, salvo algún destello de su pelo rubio.

¿Cómo sabes que no he salido al mundo real? – Annabeth se coloco frente a mi, apenas podía verle el rostro pero sentía su intensa mirada sobre mi, incluso la de Grover, ok, esto se esta saliendo de mis manos.

Quirón me conto algunas cosas sobre ti– mentí, ¡por favor créeme! – Me conto que estas en el campamento desde los siete años y que no sales desde entonces, por eso es que querías una misión.

– No. Sólo algunas excursiones cortas. Mi padre...

—El profesor de historia.

—No. Es un Arquitecto. Bueno, no funcionó vivir con él en casa. Me refiero a que mi casa es el Campamento Mestizo. En el campamento entrenas y entrenas, y eso está muy bien, pero los monstruos están en el mundo real. Ahí es donde aprendes si sirves para algo o no.

¿Arquitecto? No, esa era mentira, Annabeth ya estaba mostrando sospechas acerca de mí y por eso me estaba probando, espero. Y por culpa de la oscuridad no podía verle la cara para saber si lo que decía era verdad — Entiendo — no podía caer en su trampa

Fui interrumpido por un sonido agudo, como el de una lechuza al ser torturada. —¡Eh, mi flauta sigue funcionando! —exclamó Grover—. ¡Si me acordara de alguna canción buscasendas, podríamos salir del bosque! —Tocó unas notas, pero la melodía no se apartó demasiado de Hillary Duff.

En ese momento me estampé contra un árbol y me salió un buen chichón. Enserio tengo la oportunidad de cambiar varias cosas, pero no puedo hacerlo con los momentos vergonzosos, que injusto. Tras tropezar, maldecir y sentirme un desgraciado en general durante aproximadamente un kilómetro más, empecé a ver luz delante: los colores de un cartel de neón. Olí comida. Comida frita, grasienta y exquisita. Seguimos andando hasta que vi una carretera de dos carriles entre los árboles. Al otro lado había una gasolinera cerrada, una vieja valla publicitaria que anunciaba una peli de los noventa, y un local abierto, que era la fuente de la luz de neón y el buen aroma. El edificio principal, largo y bajo, estaba rodeado de hileras e hileras de pequeñas estatuas. A conseguir la cabeza de Medusa se ha dicho.

Nuevo comienzo (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora