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EL CORAZÓN DE HERMIONE PALPITABA CON FUERZA DESDE QUE EL ABUELO DE DRACO ANUNCIARA EL REGRESO DE VOLDEMORT A LA MANSIÓN MALFOY. Era una especie de cuenta regresiva, sin saber cuándo llegaría a cero y sonaría la primera explosión de la batalla. De un momento a otro, seguramente la casa comenzaría a temblar desde sus cimientos y ella no podía evitar hacer un recuento de todo lo que habían pasado en esa fatídica noche.

Por un lado, era un completo alivio que la familia de Draco supiera de la existencia de Irene. Ya no tendría que esconderla, al menos con los Malfoy. Pero el peligro todavía no había pasado.

Todavía no podían cantar la victoria del bando de la luz.

Platicaba en voz baja con Narcissa para no despertar a Irene, cuando un burdo sonido de la aparición las sobresaltó.

Alcanzó a ver que era Draco y se puso de pie con rapidez cuando lo vio quedarse encorvado en el medio del salón, intensamente pálido y una expresión de dolor surcándole el rostro. Hermione sintió que se quedaba sin aire y como autómata corrió hacia él.

"He cumplido mi promesa", le dijo su voz arrastrada y desfalleciente. Le vio caer con movimientos torpes, quedando de rodillas y luego se vino de bruces. Justo en ese momento, afuera sonaron las primeras explosiones. Algunas de ellas, hacían vibrar las paredes y aunque no podían saber qué pasaba en la batalla que se libraba puertas adentro de la mansión, podían perfectamente ver los hechizos y maldiciones que lanzaban los miembros de la Orden desde afuera.

Hermione llegó hasta Draco y oyó a Narcissa correr tras ella, visiblemente afectada por ver a su único hijo inconsciente en el salón. Para ella la noche tampoco había sido muy amable y por muy disgustada que estuviera con la situación, eso no significaba que se quedaría impasible viendo a su hijo agonizando en medio de la habitación. Pansy y Ginny también se levantaron del sofá y se acercaron al cuerpo inconsciente de Draco.

"Hay que alejarse de las ventanas", recomendó Ginny.

"Le colocaré hechizos protectores", les dijo Pansy y caminó hacia los ventanales.

"No hay necesidad de poner más hechizos. Nada nos pasará aquí", les reiteró Narcisa "Parte de las protecciones consisten en que podamos ver lo que pasa afuera de la mansión, pero la habitación está camuflada y no pueden vernos", les explicó.

Aun así, como medida de precaución movieron con cuidado a Irene hacia el sofá frente a la chimenea. Por muy cómoda que fuera la cama, Ginny pensó que estaba muy cerca del ventanal.

Por su parte, Hermione estaba arrodillada a un costado de Draco. Le tomó el pulso, mientras miraba cómo movían a su hija de lugar y como la niña seguía plácidamente dormida. Con alivio, sintió unas tenues pulsaciones en sus delgados dedos.

Hermione trataba de mantener la calma, poniendo en práctica lo que hasta ese momento había aprendido como sanadora. En San Mungo, había participado en muchas emergencias durante sus prácticas, pero el subidón de adrenalina de esas ocasiones no se comparaba a lo que estaba sintiendo en ese momento viendo a Draco postrado e inconsciente. Las cosas cambiaban mucho cuando el de la emergencia era un ser amado. Por eso, aunque estaba aparentemente en calma, su corazón palpitaba con fuerza y sentía que sus manos se movían con torpeza.

TRAZANDO EL DESTINO, dramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora